Santi Maratea volvió a desnudar la ineficiencia del Estado argentino

El que no podía dormir por lo que estaba pasando en Corrientes no era el Presidente de la Nación, sino un joven influencer al que la gente parece tenerle más confianza que a los funcionarios como depositario de su contribución solidaria

Santiago Maratea, 19 años, los incendios de Corrientes lo movilizaron más que a muchos funcionarios

Corrientes se incendia. El Presidente está escondido. El que no podía dormir por lo que estaba pasando en la provincia no era él, sino Santiago Maratea, el joven influencer que sin proponérselo deja al desnudo la ineficiencia del estado con un arma sencilla: es un superhéroe porque simplemente, hace las cosas.

“Se está prendiendo fuego todo ahora mismo”, alertó en su cuenta de Instagram a medianoche y decidió no salir el sábado para iniciar una colecta que ya es récord.

En sólo una hora había reunido más de 5 millones de pesos que superaban todo lo que necesitaba el Consorcio del Manejo del Fuego en la provincia. En su desvelo elegido, hablaba con bomberos, veterinarios, y funcionarios en el terreno, y armaba un presupuesto online. “Quemador pingafogo”, “antena repetidora” o “firechif” aparecían como ítems de un experto en una lista de aprendiz, hecha en la madrugada, con urgencia y corazón. “Si 250 mil personas ponen 60 pesos, mañana nos levantamos con todas estas cosas compradas”, prometía. Con el tono de una oferta imperdible convocaba a la epopeya de reunir los 15 millones necesarios para bomberos, manejo del fuego y también animales.

Si a la misma hora uno ingresaba al reporte del fuego diario del Ministerio de Medio Ambiente de la nación, sólo se contabilizaban 2 hectáreas incendiadas en Corrientes, y la última actualización había sido el 27 de enero, hace casi un mes. Si uno se atiene a la letra chica, el cálculo se actualiza cuando el foco ígneo se ha extinguido. Por omisión, explica el propio ministerio, lo que ya se sabe: que no apagaron los incendios en Corrientes. El INTA, que sí contó, reporta 785 mil hectáreas carbonizadas, 30 mil por día, casi el 10 por ciento del territorio provincial. Las imágenes hacen llorar. Entre las primeras excusas del ministro Juan Cabandié, estuvo informar que la provincia les avisó tarde. Raros bomberos sin voluntad.

Los incendios en Corrientes ya consumieron más de medio millón de hectáreas en el norte de la provincia. Trabajadores rurales reparan más de 8.500 metros de alambrados y postes afectados por el fuego

Mientras el fuego que convirtió al paraíso de los esteros en un infierno, deja en evidencia a un Estado ausente, un chico de remera y gorrita moviliza a los argentinos. Los que aportan dinero a su colecta son habitantes de un país empobrecido, pero rico en solidaridad.

¿Por qué le dan a Santi Maratea la plata que no le darían a Juan Cabandié?

¿Por qué le dan plata a Santi Maratea que no le darían a Juan Cabandié? Quizás porque no da confianza que en medio del desastre haya estado plantando un jacarandá en el Caribe. Quizás porque todavía nadie entiende por qué razón ocupa ese cargo sin historia o idoneidad para su tarea. Se queda corta y ofende la explicación de que alcanza con rodearse de expertos. Rara avis de expertos inútiles a la luz de los hechos. A la luz del fuego que no es suficiente para hacer aparecer al presidente convertido en el triste meme de un arquero entre las llamas, luego del bochorno de su fútbol playa en Mar de Ajó.

Palabras y entusiasmo son todo lo que necesita Maratea, que sigue su cruzada nocturna convirtiendo en amigables las explicaciones técnicas o ecológicas del caso, para seguir pidiendo ayuda. Quienes se suman, -vos o vos o vos- tienen certeza, para comenzar, de que no les van a robar. La bancarrota moral del Estado argentino es anterior a las excusas de Juan Cabandié, o a la ausencia del presidente. Hay un default que no es de deuda externa. El default de la ineficiencia rompió antes y por donde se mire los contratos de la confianza y las garantías de la decencia. No es una cuestión de tecnócratas. Es un Estado que hace sentir víctimas de un cuento del tío a sus ciudadanos cada vez que van al supermercado y ven los precios. Un Estado en el que los gobernantes permiten inferir que el único plan económico que ofrecen es gastar lo próximo que manoteen, lo último que quede por garrapiñar, la siguiente buena idea de algún despreciado emprendedor. Un Estado que somete a su población a algo muy parecido a una estafa piramidal pero peor, porque el pasamanos de la platita sólo es para ellos.

Esteros del Iberá (Emilio White)

“El Ministerio de Ambiente tiene un presupuesto de $20.318.597.916. Tienen 254 empleados y salarios por $1.653.707.916. La “Dirección Nacional del Servicio de Manejo del Fuego” tiene 2 directores y 7 coordinadores”, precisa el analista económico Manuel Adorni. La gente que sigue ayudando a Santiago Maratea en horas de la madrugada no conoce estos números, pero no necesita conocerlos para tener la certeza de que no resolverán el problema y de que ese muchacho de ojos saltones y atentos sí lo hará.

Un chico de 29 años a quienes algunos acusan de antipolítica da una clase de política en medio del incendio

Al despertar a los que sí habían dormido, no como él, Santi Maratea dio cuenta del descontrol. El “descontrol” era haber sumado más de 83 millones de pesos en menos de 24 horas y el tupé lindo de explicar cómo se gastará cada peso, en forma transparente. Un chico de 29 años a quienes algunos acusan de “antipolítica”, termina dando una clase de política en medio del incendio.

La política es la que se ha olvidado para qué es la política. El Estado argentino es un territorio parcelado para el lucro de políticos ensimismados en conservar su poder o conservar su libertad. “En el Estado invertido se producen males públicos y no bienes públicos”, suele explicar el polítólogo Luis Tonelli.

¡Qué buen país Argentina, la puta madre!, celebra Santiago Maratea. Y convence de algo excepcional: que no todo está perdido. Es urgente que el Estado deje de ser una máquina de obstruir el futuro. 44 millones de argentinos están ahí, si dejan de insultar y ofender su buena fe; si dejan de empujarlos a irse; si dejan de menospreciar su esfuerzo; si los dejan progresar.

“Maratea 2023″, responde uno de tantos internautas. El joven influencer sólo pide una cosa: diez minutos. Diez minutos, para ir a tomar un café.

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