Líderes tradicionales vs. líderes para el cambio

Para “crear el futuro”, se requiere capacidad de apertura, mente colaborativa y sensibilidad emocional extrema, las cuales no son atributos naturales del management convencional

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Quienes no reinventen algunas de sus habilidades de liderazgo, apenas podrán sobrellevar la nueva normalidad (EFE/EPA/SASCHA STEINBACH)
Quienes no reinventen algunas de sus habilidades de liderazgo, apenas podrán sobrellevar la nueva normalidad (EFE/EPA/SASCHA STEINBACH)

La pandemia de COVID-19 ha modificado casi todas las reglas de juego. Las economías están cambiando rápidamente. Los mercados cambian cada hora. Han sido numerosas las modificaciones que se han producido en la forma en la que vivimos, nos relacionamos y trabajamos, algunas de ellos de manera muy brusca. En consecuencia, los líderes empresariales y los ejecutivos se vieron sumergidos en una constante incertidumbre.

La dificultad de las empresas tradicionales de transformarse en empresas ágiles, innovadoras y adaptables deja al desnudo el modelo de liderazgo centralizador que tal vez fuera necesario para navegar parte de la crisis de la pandemia. Pero ahora, quienes no reinventen algunas de sus habilidades de liderazgo, apenas podrán sobrellevar la nueva normalidad.

Es el momento de “crear el futuro”. Capacidad de apertura, mente colaborativa y colectiva y sensibilidad emocional extrema no son atributos naturales del management tradicional. Aparecen nuevas demandas, como por ejemplo aprender a tomar decisiones con datos, manejar la gran cantidad de zooms con efectividad y cierta disciplina, que dejan en evidencia que las habilidades para gestionar equipos y tomar decisiones están cambiando.

¿Cuáles son las habilidades claves para la nueva normalidad?

- Es primordial favorecer la comprensión, en lugar de la “antigua profesionalidad”. En tiempos estables, “hablábamos sólo de negocios”. Esto antes podría funcionar como enfoque de liderazgo, pero ahora que las emociones están en el ambiente, este enfoque puede ser frío y distante. Tener conciencia respecto de las emociones propias y de la de los colaboradores será una obligación. El líder es el primer representante de la empresa ante sus colaboradores. Habrá que ayudarles a trabajar tanto la conciencia emocional como en otras conversaciones difíciles que pueden surgir.

- Adoptar el poder de no saber. Los líderes que más lucharon y sufrieron, durante este último año, tuvieron el llamado “Síndrome del Superhéroe”. Es decir, mostraban una cara valiente ante los empleados, proyectaban fuerza y experiencia. Estos líderes tan respetados se encontraron con que sus colaboradores acudían a ellos en busca de orientación. Cuando el ritmo del cambio se volvió demasiado rápido para que pudieran dirigir desde el frente, como siempre lo habían hecho, muchos trataron de compensarlo trabajando más horas, desgastándose mental y físicamente. Ya no es necesario proyectar tanta fuerza, ni ser omnisciente, sino dejar que los equipos se apropien del cambio y respondan con mayor rapidez. Esto no significa que los directivos no cumplan con su función, más bien significa reunir a las personas más influyentes y preguntar: ¿Cómo crees que deberíamos manejar esto?

- Centrarse menos en los procesos y más en los resultados. Una característica común en los líderes, antes de la crisis, fue una excesiva dependencia de los procesos, los cuales ralentizaban la actividad. Y en lugar de innovar, buscaron en acciones pasadas la respuesta. Esto supuso un problema por dos razones: la primera, porque nunca antes nos habíamos visto bloqueados por una pandemia, por lo que el pasado no era de ayuda. Y, en segundo lugar, un modelo tradicional de gestión se basa en un proceso lineal, es decir, un comienzo, un durante y un después, incompatible con una época de cambios constantes.

- Líderes para el cambio. Debemos asumir que los cambios son una constante con la que los líderes deben convivir y, por tanto, la solución es tratar de predecir escenarios futuros. Habrá que trabajar cada escenario imaginando las acciones más apropiadas en el momento en que ese hipotético escenario se produzca. Por eso los métodos de aprendizaje experiencial que colocan en las situaciones nuevas en un “ambiente seguro” para probar la forma emergente de hacer las cosas son los preferidos.

El cambio seguirá estando presente, por lo que los líderes deben adaptar su mentalidad a una sociedad de constantes variaciones. Aquellos que estén más preparados y sean más conscientes de ello, estarán perfectamente posicionados para enfrentarse a todo aquello que depare el futuro.

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