Vouchers educativos y Juntos por el Cambio

Reflexiones sobre las objeciones de referentes de la oposición al sistema impulsado por el diputado Javier Milei

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Comienzo de las clases presenciales (Maximiliano Luna)
Comienzo de las clases presenciales (Maximiliano Luna)

“Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”. Sabias palabras que suelen atribuirse al eterno Albert Einstein, a quien los nerds recurrimos con frecuencia en busca de inspiración y respuestas.

El sistema educativo argentino necesita resultados distintos con urgencia. Una urgencia que es aún anterior a que el kirchnerismo expulsase a más de un millón de estudiantes de las escuelas durante su incompetente manejo de la pandemia.

En este contexto de colapso educativo absoluto el diputado Javier Milei vino a poner sobre la mesa precisamente una manera distinta de hacer las cosas. Durante la campaña electoral fue muy claro diciendo que en materia de educación impulsaría la implementación de un sistema de vouchers.

Sin entrar en detalles el sistema consiste en pasar a subsidiar la demanda educativa en lugar de a la oferta. Devolver a cada familia el dinero de sus impuestos en forma de un voucher que pueden gastar en el establecimiento educativo que quieran para sus hijos.

Todas las escuelas, públicas o privadas, pasan entonces a competir para convencer a las familias de confiarle la educación de sus hijos. El financiamiento de cada escuela pasa a depender de la cantidad de familias que la elijan.

Dejo para otra columna un análisis más profundo sobre las bondades y limitaciones de este sistema. Hoy solo quiero reflexionar sobre las críticas que recibió en las últimas semanas por parte de importantes referentes de Juntos por el Cambio, espacio del que soy votante, fiscal y ferviente defensor desde sus inicios.

El legislador Emmanuel Ferrario publicó en este medio un artículo hablando sobre esta propuesta. En su columna dice que “es un buen síntoma de nuestra sociedad que el debate de la educación esté en agenda”. Yo le digo que la educación está en agenda desde que tengo memoria. Lo que no está en agenda son los resultados. Lo que no está en agenda son medidas de fondo y sustentables que no dependan del poder de turno. La realidad catastrófica en todos los distritos del país lo confirma.

En su nota se refiere despectivamente a los impulsores de los vouchers como ”populistas de derecha”, ninguneando a los más de 300.000 porteños que votaron a Milei. Muchos de ellos son ex-votantes de Juntos por el Cambio. Muchos de ellos son de barrios carenciados en donde supuestamente la educación pública, de la que Ferrario tanto habla en su nota, debiera tener más adeptos. Pero en lugar de ello prefirieron votar a Milei y su sistema de vouchers. Para reflexionar y tener en cuenta.

También dice sobre la propuesta de Milei: “Sugieren voucherizar la educación, extinguiendo la enseñanza pública”. Creo que se equivoca. El sistema de vouchers no “extingue” el sistema público sino que lo hace competir. Lo mejora. Lo enaltece.

El Estado puede seguir gestionando escuelas, pero con la eficiencia necesaria para atraer estudiantes. Es llamativo que Ferrario dé por obvio que, en caso de poder elegir, las familias no eligirian estas escuelas.

Se refiere además al sistema de vouchers como un sistema “que no tiene en cuenta el esfuerzo ni las esperanzas de un futuro con progreso”. Monopolizar las causas nobles es una actitud soberbia digna del kirchnerismo. Si lo que busca es un “debate entre todas las fuerzas” como dice en el artículo, un buen comienzo es reconocer que los demás también pueden tener buenas intenciones, aunque difieran en los medios.

Por último escribe: “Todos nuestros esfuerzos tienen que estar enfocados en generar más acciones para que la educación pública le dé a todos los chicos la libertad y las herramientas para elegir quiénes quieren ser”. Y enumera a continuación muchas buenas iniciativas del gobierno de la Ciudad: 12 años ininterrumpidos con inglés desde primer grado, programación, robótica, etc…

Obviamente que coincido con mucho de eso. La gestión de la ministra Soledad Acuña me parece ejemplar (incluso aplaudí de pie su foto con los empresarios fintech del sector privado en el marco de las prácticas profesionales desafiando al establishment educativo kirchnerista).

Es innegable que la educación pública de la Ciudad es de las mejores que hay. Pocas elecciones me parecieron tan obvias como la de 2015 entre Macri y Scioli. Solo había que mirar para cuál lado de la General Paz cruzaban los estudiantes cada mañana para ir a la escuela.

Ahora, ¿de dónde sacó Ferrario que en un sistema de vouchers, con mayor competencia entre las escuelas, no se obtendrían los mismos o mejores resultados? Que la educación pública de CABA sea de lo mejor que hay hoy en Argentina no significa que sea la ideal. Lejos de eso. Está totalmente injustificado cerrarse a la idea de que un sistema de competencia entre escuelas puede ofrecer mucho mejores resultados para muchísimos más estudiantes.

Quienes también salieron a objetar el sistema de vouchers fueron el ex ministro de educación bonaerense Gabriel Sanchez Zinny y el colosal Esteban Bullrich, de quien la tristeza que siento por su renuncia es solo superada por la admiración que siento por su trayectoria. Lo hicieron a través de un artículo en otro de los principales medios.

En él dicen que ningún país del mundo implementó el sistema de vouchers. Quizá lo que quisieron decir es que ningún país implementó exclusivamente ese sistema. Porque hay muchos países donde sí lo hacen en parte. En los Estados Unidos por ejemplo hay muchos estados que actualmente tienen programas de vouchers para algunas familias y los resultados son alentadores.

Bullrich y Sanchez Zinny en su argumentación ponen como ejemplo a los países "asiáticos, europeos y anglosajones" donde hay robustos sistemas de educación pública sin sistema de vouchers, y me parece bien. Copiemos algunas cosas de ellos. Pero antes copiemos también sus índices de libertad económica y su seguridad jurídica.

Copiar únicamente las facetas educativas de esos modelos sin tener en cuenta las estructuras en las que están contenidas es como sembrar soja en el desierto. Es algo valioso, pero no va a crecer ni perdurar.

Un sistema de vouchers, en cambio, atendería de manera más rápida las urgencias educativas de cada familia.

También dicen: “Es fundamental que las familias sientan la libertad de elegir qué escuela quieren para sus hijos, por eso en la ciudad de Buenos Aires existen diversos programas, escuelas con diferentes orientaciones. Un buen sistema público reconoce la individualidad, pero también los valores colectivos que nos hacen una sociedad más justa y solidaria”.

¿De dónde sacaron que una mayor competencia entre las escuelas, obtenida mediante el subsidio a la demanda y no a la oferta, no obtendría esos resultados? ¿Por qué monopolizan en la educación pública gestionada por el Estado la capacidad de generar espacios que prioricen la individualidad y los valores colectivos?

Y eso sin entrar en el análisis minucioso de verificar que esa supuesta personalización a la que hacen referencia en CABA sea una realidad más que un anhelo.

Mencionan también con preocupación que parte de los malos resultados en educación se deben a los sindicatos. Seguro saben que el mayor miedo de gente mediocre como Roberto Baradel no es ese fantasma que se inventaron, ese hombre de paja llamado “políticas neoliberales”.

No. Su mayor miedo es la irrelevancia.

Reformas de fondo como los vouchers, que patean el tablero, los aterran porque ponen en riesgo la existencia misma del sistema obsoleto e ineficiente que los mantiene. ¿Qué sería de Baradel y los suyos en un sistema donde tengan que competir por ofrecer los mejores servicios a las familias?

Por último, Bullrich y Sanchez Zinny comienzan su nota criticando los debates que caen en lugares comunes. Y la cierran diciendo: “Como sociedad, no nos hemos animado a tener la audacia de transformar”. Esa frase me parece muy cliché, poco clara y poco jugada. Es una frase que cae justamente en un lugar común.

La leo y pienso: ¿Quién es “la sociedad”? ¿Cuándo sabremos que “la sociedad” llegó a “animarse a tener la audacia de transformar”? ¿Cómo sería el hecho de “animarse a tener la audacia para transformar”? ¿Los 300.000 votantes del voucher educativo son parte de “la sociedad”? ¿Darle a cada familia el dinero para que elija el colegio que quiera para sus hijos no es acaso una “transformación audaz”? Se me hace medio difusa esa frase. Poco clara. Poco pragmática.

Lo que no se me hace difuso son las propuestas educativas de Milei. A favor o en contra es innegable que fue muy claro durante la campaña. Muy claro como pocas veces se ha visto.

De hecho hasta creo que en Juntos por el Cambio tenemos mucho para aprender de esa actitud. Ya que en nuestra filas tenemos estafadoras como Gladys Gonzalez quien dijo una cosa en campaña pero hizo otra en el Senado. O infinidad de diputados que dedicaron el fatídico 2020 a trabajar en leyes como la ley Yolanda o la ley de etiquetado. Ninguna de las cuales había sido mencionada en la campaña o estaba ni de cerca entre las prioridades de sus angustiados votantes. Y lo digo sin hacer juicio de valor sobre esas iniciativas.

Por último, tanto Emmanuel como Esteban y Gabriel ponen énfasis en que la educación pública está destinada principalmente a potenciar a los sectores más vulnerables. Como señalé al inicio de esta nota, habrán visto que gran parte de esos sectores votaron a Javier Milei.

Al Javier Milei que hizo campaña impulsando los vouchers educativos.

¿Conclusiones?

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