El filósofo David Kelley de Atlas Network explicaba en un artículo titulado “Obama’ s Era of Responsibility” la enorme influencia ético-política que tenían ( y aún tienen) los filósofos de la Universidad de Harvard John Rawls (“Theory of Justice”) y Michael Sandel (“The Tyranny of Merit”) en relación a determinar apropiadamente cuáles son los principios políticos y éticos que deben regir la vida en sociedad.
Ambos se plantean en sus obras cuál debería ser el rol apropiado del ciudadano de un país que desea comportarse éticamente y qué tipo de obligaciones contrae por el hecho de ser un integrante activo de dicha sociedad.
Comienzan ambos explicando que la primera obligación que todo ser humano contrae es hacia sí mismo : debemos ser responsables y hacernos cargo de nosotros mismos y de nuestras propias vidas y en caso de haber traído hijos al mundo o de haberlos adoptado, seremos responsables de alimentarlos, vestirlos y educarlos.
Luego se preguntan: ¿Qué hay acerca de las obligaciones hacia nuestra nación, hacia nuestros compatriotas, hacia nuestro entorno?
El problema es que si expandimos nuestras “responsabilidades” siguiendo el camino al que conducen sus tesis , deberemos ser conscientes de que estaremos obligados a involucrar tiempo y comprometer nuestras finanzas. Estas nuevas responsabilidades, muchas de ellas indefinidas, sin medida y sin límite, generarán gastos también indefinidos que consumirán nuestros ahorros y nos arrastrarán a abismos y recesiones de los cuales nos será muy difícil salir.
Es muy probable que, una vez de regreso del sueño populista y con la consabida resaca, descubramos que hemos gastado de más y que estamos quebrados .
Para poder cumplir con estas nuevas obligaciones el gobierno recurrirá a la emisión monetaria y al endeudamiento pero estas políticas siempre tienen un alto precio: desaparecerá el otorgamiento de crédito y se creará emisión con la consabida inflación.
Un ejemplo de esto ha sido la política de Jimmy Carter, “One american , one house”. El gobierno de los EEUU autorizó los créditos estatales y los respaldo a través de las aseguradoras: Fannie Mae y Freddie Mac.
Llevaron la tasa de interés a una cifra cercana a cero y para vencer a la tiranía de los banco garantizaron créditos con servicios aseguradores de empresas mixtas, las ya nombradas Fannie Mae y Freddie Mac . Cundió la irresponsabilidad.
Es importante destacar que cuando uno piensa en función de sus propios intereses personales, se empodera, se hace responsable, protegemos nuestras vidas, propiedades y libertades. Contratamos , comerciamos y trabajamos con aquellos que escogemos. También asumimos el hacernos cargo de las consecuencias de nuestros actos.
En el caso de la “Crisis de las hipotecas” obviamente muchos deudores hipotecarios dejaron de pagar sus cuotas y todos los poseedores de hipotecas se encontraron de un día para otro, con que estas carecían de calor, viendo bajar sus precios y llevándolos a la ruina. También obviamente, el que terminó pagando la cuenta rescatando bancos y financieras fue el gobierno, o sea el taxpayer americano.
La “responsabilidad emprendedora” que es la que mostramos cuando nos preocupamos por nosotros mismos y las personas y cosas que valoramos espontáneamente, se diferencia de la responsabilidad del “management” en donde un grupo de elegidos decide por todos nosotros.
Los filósofos de Harvard, igualitaristas, defensores de la socialdemocracia y del comunitarismo son grandes enemigos del individualismo. Combaten el sentido de individualidad.
¿Cómo lo hacen? sostienen por ejemplo que nuestros éxitos y logros, nuestros inventos y creaciones, nuestro progreso personal, no se deben mayormente a méritos propios sino a méritos derivados de la cultura en la que nos tocó vivir, a nuestra comunidad.
Según Michael Sandel, aquello en lo que nos hemos convertido no es mérito propio sino de la comunidad . El mérito no es nuestro sino de la comunidad en la que fuimos criados. La que influyó y dio forma a nuestra personalidad, a nuestra identidad fue la comunidad
Entonces, aquello que somos deja de ser mérito propio para convertirse en mérito de la comunidad; en compensación por habernos dado ese constituyente social, contraemos una serie de obligaciones no elegidas que deberemos cumplir en pago a la sociedad.
Si decidimos rebelarnos ante esa imposición, no nos integramos y desafiamos la autoridad estatal , no solo nos arriesgamos a pagar caro la desobediencia, sino que también sufriremos el trauma de “no pertenecer”, seremos parias .
Pero “pertenecer” conlleva un precio: servir y mantener a nuestros hermanos en estado de necesidad; algo parecido a la hermandad existente en una comunidad “Amish” o en un Kibbutz. Se pierde en propiedad privada pero se gana en pertenencia.
Los comunitarios exigen que áreas enteras de la vida económica de un país pasen del sector privado al público, es decir que pasen de la elección voluntaria, responsable y personal a la elección colectiva, indefinida e irresponsable.
Salud, educación, vivienda, alquileres, jubilaciones y ayuda social pasan de ser comerciadas en mercados libres y voluntarios al área de decisiones colectivas y definidas en base a cómo se manifiestan las necesidades. La idea es que todos formamos parte de una gran familia que debe protegerse y ayudarse entre sí. Paternalismo estatal, el estado te cuida.
Lo que está detrás del espíritu paternalista es la ética del altruismo que nos invita a sacrificarnos por el prójimo, por el bienestar de los demás. Es precisamente este código moral el que da sustento al welfare state o estado de bienestar.
Esta actitud no solo se extiende a grandes áreas de la economía sino a la vida cotidiana: cinturones de seguridad en los autos, cascos en motos y bicicletas, velocidades máximas y mínimas en rutas y calles, eliminar la sal de las mesas de restaurantes, ídem con el azúcar, eliminar la publicidad de tabaco y alcohol, prohibir el consumo de drogas, vacunación obligatoria y otras. El gobierno te quiere sano y te cuida.
Este enfoque es del tipo management en donde un grupo de elegidos baja órdenes a toda la comunidad. El gobierno deja de ser un servidor y empleado de la gente para convertirse en su mandante. Pasa a ser el estado quien nos otorga un permiso para operar una franquicia y nos ayuda a comportarnos bien desde una oficina central. Si seguimos sus reglas y las obligaciones contraídas todo irá bien. Si desobedecemos pagaremos la osadía con represión.
Se ha extendido nuestra responsabilidad no solo a nosotros mismos y nuestras familias sino también a toda la comunidad. A partir de este punto ya no elegiremos quien cuidara de nuestra salud o a quienes confiaremos la educación de nuestros hijos, tampoco que nivel de ahorros querremos hacer para proveer a nuestra jubilación futura. No.... Big Brother cuidara de nosotros.
Junto al cuestionamiento del mérito individual, los comunitarios agregan dos argumentos más: el importante rol que juega la suerte en nuestros éxitos y fracasos y que de acuerdo a los igualitaristas deberíamos eliminar, y el rol que juegan los privilegios y canonjías conseguidas oscuramente en los pasillos del poder, del acomodo político.
Durante siglos se ha intentado disminuir la incidencia de la inteligencia de la responsabilidad, de la voluntad, de la perseverancia, de la productividad individual a la hora de juzgar el mérito de las personas. Para hacerlo se ha sostenido que el mérito está severamente limitado por la suerte, los privilegios ilegítimos, y la desigualdad de oportunidades. Para descalificar el mérito, Michael Sandel crea la palabra meritocracia y acusa al capitalismo en basar su escala de méritos en esa melange llamada meritocracia.
Aún cuando el capitalismo “crony” siempre ha existido, al igual que la suerte, aquellos países que han respetado la verdadera noción de mérito y han permitido que los mercados se expresen y han evitado poner restricciones al libre intercambio y libres contrataciones eliminando impuestos y regulaciones, muestran con claridad un mayor progreso y una mejor calidad de vida para sus habitantes, que los países en los que rigen leyes igualitaristas con mayor control del gobierno.
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