El reino del revés

Paradójicamente, Juntos por el Cambio será la fuerza que garantizará el tratamiento del acuerdo con el FMI, una iniciativa que hace nada más ni nada menos que a la gobernabilidad y sostenibilidad de la actual gestión

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Miguel Ángel Pichetto, Maximiliano Ferraro,
Miguel Ángel Pichetto, Maximiliano Ferraro, Patricia Bullrich y Gerardo Morales (Luciano González)

No es novedad alguna que la política argentina, en particular en lo que respecta al comportamiento de muchos dirigentes y organizaciones partidarias, está plagada de paradojas, manifiestas incoherencias y flagrantes contradicciones.

Sin lugar a dudas, los acontecimientos que rodearon las largas y trabajosas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y que culminaron en el “entendimiento” anunciado hace apenas algunos días, desnudaron con particular crudeza estas conductas que generan incertidumbre, profundizan el descrédito de la “clase política” y, por ello, horadan la calidad de nuestra democracia, alejándonos un poco más de ese anhelo que comparten millones de argentinos: un país normal.

Cambiemos: de la confrontación al diálogo.

Tras el triunfo en las elecciones legislativas de noviembre pasado, la oposición había entrado en una suerte de estado de “campaña permanente” que parecía empoderar a los “halcones” de Juntos por el Cambio y su estrategia de combate frontal contra el gobierno. Fruto de esa intransigencia, una de las postales de fin de año en el Congreso de la Nación fue el fracaso de, nada más ni nada menos, que la Ley de Presupuesto 2022. El nuevo año no empezó de la mejor forma en lo que respecta a la relación gobierno-oposición, a tal punto de que dirigentes otrora moderados y dialoguistas como el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, terminaron alineándose al discurso de los sectores más duros de la coalición.

Sin embargo, ante la inminencia del vencimiento que el Gobierno se había autoimpuesto para cerrar un arreglo con el FMI y la convocatoria a un encuentro de gobernadores con el Ministro de Hacienda Martín Guzmán, lo que hasta entonces parecía ser una posición monolítica en la principal coalición opositora comenzó tibiamente a resquebrajarse. El primer indicio de ese cambio se materializó en las gestiones que el gobernador Gerardo Morales realizó directamente ante el propio Presidente para acordar una reunión específica del Ministro con los mandatarios provinciales, el alcalde porteño y los jefes parlamentarios del espacio opositor.

Si bien la reunión finalmente naufragó, tanto por la renuencia de algunos dirigentes del PRO como por algunas diatribas de referentes del ala más dura del oficialismo, se abrió una brecha en una oposición que, por cierto, pensando ya en 2023 está enfrascada en una fuerte disputa por el liderazgo y los posicionamientos para los diversos cargos que se pondrán en juego.

En este sentido, las declaraciones del gobernador jujeño y flamante conductor de la UCR, recordando que esencialmente lo que se está discutiendo es el arreglo de una deuda contraída por el gobierno de Cambiemos (un préstamo de 44 mil millones de dólares), no pasaron desapercibidas ni por propios ni extraños. A pesar de que el propio Morales fue objeto de alguna situación que desde el entorno del gobernador fue interpretada como una clara provocación de los sectores más duros del gobierno -la visita de dos ministros a Milagro Sala en su prisión domiciliaria-, los pilares del puente para un diálogo institucional ya estaban asentados.

Más aún, cuando el radicalismo está en la búsqueda de consolidar un espacio diferente al que supo ocupar durante el gobierno de Macri, no sólo en lo que respecta a la toma de decisiones estratégicas hacia el interior de la coalición sino también en la danza de los nombres de potenciales presidenciables. Ello, claro está, implica entre otras cosas, una estrategia de diferenciación respecto a los referentes del PRO.

La oposición al “rescate”

Tras la decisión de Máximo Kirchner de renunciar a la presidencia del bloque del oficialismo en la Cámara de Diputados, la oposición pasó a ocupar un rol preponderante en el escenario legislativo, clave para el futuro del arreglo con el FMI.

Las primeras reacciones del espacio parecieron reflotar las posiciones más duras dentro de Juntos por el Cambio. El propio ex presidente Macri se animó a opinar calificando el acuerdo como “malo”, y la representante más conspicua del ala dura del PRO, su presidenta Patricia Bullrich, criticó al gobierno porque “no se quiere hacer cargo” e insinuó que si el Frente de Todos, en su totalidad, no vota positivo el proyecto, Juntos por el Cambio tiene que votar derogarlo.

Sin embargo, en un contexto en el que desde diversos sectores se reclamaba “responsabilidad” a la oposición, y cuando las conductas irresponsables del propio oficialismo parecían poner en riesgo el acuerdo, fue de nuevo el radicalismo quien buscó -de la mano de Morales- aportar algo de certidumbre a este escenario tan complejo.

Morales, a cargo de la conducción de la UCR y, por ende, de la línea oficial del centenario partido, viene señalando que Juntos por el Cambio debería acompañar al oficialismo, no sólo habilitando el quórum para el tratamiento de la iniciativa sino también para no impedir su aprobación. Algo similar sostuvieron Lilita Carrió y referentes de la Coalición Cívica.

Finalmente, los principales referentes de Juntos por el Cambio se reunieron el pasado jueves para limar asperezas, suturar heridas y avanzar en la organización interna de cara a 2023, al mismo tiempo que definir una posición común en relación al principio acuerdo del gobierno con el Fondo.

Del encuentro en el que participaron el ex presidente Macri; Horacio Rodríguez Larreta; Gerardo Morales; el presidente de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro; la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, el titular del bloque radical en el Senado Luis Naidenoff, entre otros, surgió -entre otras cosas- la postura “orgánica” del espacio respecto al tema que había generado tantos roces y cruces internos. Fue el experimentado ex jefe de la bancada kirchnerista en el Senado, Miguel Pichetto, el encargado de hacerla pública: Juntos por el Cambio considera positivo el principio de entendimiento con el FMI y, afirmando la posición de que “Argentina tiene que honrar las deudas”, sostienen la posición de decirle “no al default”.

A pesar del apoyo, el rionegrino que hoy encabeza el espacio de “Peronistas Republicanos” dentro de Juntos por el Cambio, no se privó de criticar la división del Frente de Todos, señalando la “gran irresponsabilidad del oficialismo de no presentar la unidad en un tema tan importancia. Está claro que el principal espacio opositor entiende que es necesario cerrar con el Fondo, pero que no es conveniente “quedar pegado” al peronismo y dejarle al kirchnerismo duro el discurso opositor al ajuste y otras medidas económicas que seguramente deberán tomarse en un futuro próximo.

Así las cosas, Sergio Massa, que por estas horas estuvo reunido a solas con el Presidente, lleva en silencio la estrategia parlamentaria que permitiría aprobar cuanto antes la sanción de la Ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública y que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional quede firme. Paradójicamente, en un tema que hace nada más ni nada menos que a la gobernabilidad y sostenibilidad de la actual gestión, será la oposición de Juntos por el Cambio quien garantice la sanción legislativa. Paradojas de esta Argentina que parece cada vez más alejadas de un país normal.

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