El lector tiene frente a sí un artículo de historia. No busque en él aproximarse al presente; a lo sumo, y estirando un poco las ideas, se puede alcanzar una cierta vecindad con nuestros días. Y nada más.
En septiembre de 2017 el gobernador Juan Schiarretti acompañado por el Arzobispo de Córdoba, Monseñor Ñañez, trasladaron los restos del General Bustos a la entrada de la Catedral de Córdoba, colocándolos frente a los del General Paz, que ya descansaban allí. Enfrentados, uno al otro, pero bajo el mismo techo, la idea era clausurar una grieta histórica con cierta direccionalidad a nuestros días.
Empecemos por el mayor. Bustos nació en 1779 en las cercanías de la actual ciudad de Cosquín, sus primeras letras las realizó en la ciudad de Córdoba para trasladarse luego, a los veinticinco años, a la ciudad de Buenos Aires donde fue sorprendido por las invasiones británicas, a quienes combatió, como el conjunto de la juventud de la época, enrolado en el cuerpo de Arribeños, desempeñándose valientemente. Participó en los hechos del 25 de Mayo. Se incorporó luego al Ejército del Norte y como oficial actuó a favor de la autoridad nacional, representada por el Directorio, contra las fuerzas rebeldes y disolventes de Artigas, Ramírez y Estanislao López.
Bustos era un general que amaba el orden y el poder constituido en el Directorio, razón por la cual -y como cordobés- apoyó al Gobernador José Javier Díaz que desoyendo a Artigas se pronunció a favor del Congreso de Tucumán, convocado por la autoridad central.
Los conflictos que el Directorio, en manos de los porteños, mantuvo durante cinco años, de 1815 a 1820, con el litoral y su Jefe, Gervasio Artigas, alcanzó un nivel de caos tan grande, con agachadas de ambos lados, que al inicio de 1820 el Director Supremo, Rondeau, ordena al Ejército del Norte y al Ejército de las Andes abandonar la guerra de la Independencia y dirigir sus fuerzas en defensa de la autoridad nacional, que a esa altura estaba muy desacreditada. San Martín desobedeció y el Ejército del Norte se sublevó en Arequito, al mando de Bustos, el 7 de enero de 1820, negándose a participar en la guerra civil abierta entre el litoral y las autoridades nacionales. Ante esta situación el Directorio solo contaba con Buenos Aires. El motín de Arequito confundió a López, representante de Artigas en Santa Fe. Creyendo que Bustos estaba de su lado lo invitó a sumarse a la guerra contra el Directorio, el general Bustos se negó a semejante disparate.
El 1 de febrero en Cepeda el litoral venció al Directorio. Meses antes había sido jurada por las Provincias y el Ejército del Norte la Constitución de 1819. Constitución denigrada por la historiografía revisionista por monárquica, algo francamente incierto, pues Belgrano opinaba diferente: “Esta constitución y la forma de gobierno adoptada en ella no es en mi opinión la que conviene al país pues no tenemos las virtudes ni la ilustración necesaria para ser república, conviniéndonos una monarquía moderada”.
El litoral venció y cayó el gobierno nacional. Esta desgracia abrió la puerta al desmembramiento provincial y la aparición de una tendencia confederalista, esto es el aislamiento y ensimismamiento en las provincias. Frente a este clima adverso a la nacionalidad, Bustos ya no volvió, con su Ejército, al norte a continuar la guerra contra España, decidió quedarse en Córdoba y gobernarla. Disuelta la autoridad nacional se aferró a su terruño. San Martín no contó más con un poder nacional y Güemes se batió en soledad en el norte. Mientras tanto José María Paz partícipe de Arequito y subordinado de Bustos se retiró a la vida privada en Córdoba. No comulgaba con su Jefe. En sus Memorias, Paz, deja entrever una antipatía personal con Bustos.
El general Paz había nacido en 1791 en la ciudad de Córdoba y realizado estudios primarios y superiores en latín, filosofía y teología. Quizás esta superioridad intelectual, no traducida en poder político, lo alejó de Bustos, político avezado y robusto.
Al iniciarse la guerra de la Independencia, Paz, se sumó al Ejército del Norte donde mantuvo contacto con los grandes generales de aquella época, San Martín, Belgrano y Güemes.
Volviendo a los conflictos civiles; desaparecido el Directorio las provincias buscaron constituirse en Nación. Bustos fue uno de los principales impulsores de la unidad, logró convocar en Córdoba un Congreso Constituyente. Cuando todo parecía marchar positivamente, el Secretario de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Bernardino Rivadavia, se interpuso en el camino y convocó a otro, en Buenos Aires, mediante el Tratado del Cuadrilátero, firmado entre las cuatro provincias litoraleñas para frenar a Córdoba. Rosas diez años después haría lo mismo con el Pacto Federal para frenar al interior en manos de Paz. Fracasado el intento organizacional cordobés, de todos modos Bustos concurrió al de Buenos Aires, con cierto entusiasmo en la medida que esta provincia era gobernada por políticos identificados con los antiguos directoriales con los que Bustos se llevaba de maravillas, con sus representantes en Córdoba, por ejemplo el coronel Francisco de Bedoya (Halperín Donghi)
El resultado fue la Constitución de 1826 a la cual Bustos se opuso fundamentalmente por dos artículos. El 132 que decía: “El Presidente nombra los gobernadores de las provincias, e propuesta en terna de las legislaturas provinciales”. Y el 158 que le extendía al Presidente facultades de intervención en las legislaturas. Todo dicho, los gobernantes provincianos serían apéndices del Presidente. El rechazo de Bustos fue decisivo al momento que el Congreso, en una maniobra fraudulenta, nombra Presidente a Rivadavia. En la oportunidad manifestó Bustos al gobernador Ibarra: “Sabe Ud. el desprecio con que la logia reinante en Buenos Aires siempre ha mirado a las provincias” y en la misma misiva le dice que en el Congreso debía haber 87 diputados y solo había 38, con esa minoría se eligió Presidente. ¡Un escándalo!
El levantamiento provinciano hace caer a Rivadavia. Fin del gobierno nacional. Vuelve el provincialismo. Asume como gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego. Desplegándose entre Bustos y el porteño una nueva puja. Bustos insiste en la realización de un nuevo Congreso y Dorrego en una Convención con el claro objetivo de impedir la Constitución provinciana. Y así pasan los días. Síntesis, Bustos buscó denodadamente la organización nacional con base en Córdoba y las provincias interiores, y Buenos Aires lo frustró.
Ante los sucesivos fracasos provincianos una nueva historia comienza. Es el turno del general José María Paz. Al igual que Bustos se apodera de la provincia de Córdoba comandando el Ejército Nacional, que había combatido gloriosamente al imperio del Brasil. Rápidamente ocupa las provincias interiores y constituye lo que dio erróneamente en llamarse la Liga Unitaria. Erróneamente, pues se asocia a Paz con el proyecto político de Lavalle, no es este el lugar para explanarse sobre el asunto, pero si bien Paz fue funcionario del fugaz gobierno de Lavalle en Buenos Aires, se alejó rápidamente rumbo a Córdoba para iniciar su experiencia de organización nacional desde el interior con base, otra vez, en Córdoba. Comentario al margen, la base política de Paz en Córdoba fueron los federales del norte de la Provincia, llamados a futuro los rusos.
Y así como a Bustos le impidieron los porteños su proyecto Constitucional, a Paz, del mismo modo, serán los porteños quienes le impidan la organización constitucional, y en este caso será el héroe del revisionismo histórico, don Juan Manuel de Rosas. Así lo explica Paz: “Es muy singular la coincidencia entre el grupo rivadaviano de lisonjear a las provincias litorales llegando a acordarles subsidios a fin de que separasen sus pretensiones de las provincias mediterráneas. Rosas mismo ha marchado sobre idéntico plan con el famoso tratado del Pacto Federal. Entonces como otras veces, se consiguió anular la influencia de las interiores y hacer que permaneciesen las cosas en el punto en que habían estado”.
Para finalizar, la Constitución de 1853 la realizaron las provincias bajo el influjo de Urquiza, Entre Ríos. Dos sobresalientes políticos cordobeses fracasaron en su hora, como hemos visto, pero hicieron lo imposible para lograrlo. Lucharon por ello. Muchos años después el general Roca llegaría a la presidencia, pero la malla política que lo impulsó, había sido construida desde Córdoba, por Juárez Celman.
¿Esta provincia inquieta y creativa se pondrá nuevamente al frente de la reconstrucción nacional? Mientras tanto seguiremos esperando.