Argentina al mundo: impronta y agenda de Alberto Fernández

La convicción de la necesidad de fortalecer el multilateralismo y de tener una relación seria y equilibrada con el mundo ha generado buenos resultados para nuestro país

Alberto Fernández en Rusia

A propósito de la gira presidencial por Rusia, China y finalmente Barbados, vienen bien una serie de reflexiones a fin poner en valor -en su verdadero lugar-, la política de relacionamiento de Argentina con el mundo y al mismo tiempo desactivar la crítica con mala fe permanente por parte de algunos medios hegemónicos en connivencia con opinólogos o ex funcionarios burócratas de la pseudo diplomacia que sólo entienden la Argentina de relaciones carnales, cipaya o sometida.

Mucho antes de asumir la presidencia aquel 10 de diciembre de 2019, Alberto Fernández adelantaba con gestos y acciones su posición en temas relevantes de agenda internacional y marcaba claras diferencias con la dependiente y lamentable política exterior de Mauricio Macri. Ya siendo candidato y a pesar de las sugerencias en contra, el hoy presidente sin especular visitó a Lula en la cárcel convencido de su inocencia -luego confirmada-, y poniendo sobre la mesa la cuestión de la persecución judicial por causas políticas o “lawfare” a las que estaban siendo sometidos líderes populares en América latina.

Recién elegido y antes de asumir, marcó dos posiciones que iban a ser prioridades desde el primer día de gestión. Una en materia de derechos humanos y otra en política de desendeudamiento. Fue protagonista en el salvataje de Evo Morales frente al golpe de Estado en Bolivia, donde luego quedó demostrada la infame colaboración del gobierno de Macri, y adelantó la negativa a recibir el saldo del préstamo otorgado por el Fondo Monetario Internacional.

Ya en el gobierno, se establecieron los ejes prioritarios para un rumbo que siguieron primero Felipé Solá y ahora Santiago Cafiero:

-La política de desendeudamiento, primero con los acreedores privados y luego con el Fondo Monetario Internacional.

-La recuperación de la agenda Malvinas abandonada por Macri a partir del infame pacto Foradori-Duncan.

-La restauración de la política de Derechos Humanos con la asunción de un nuevo protagonismo en todos los foros conforme a la tradición y prestigio ganado por Argentina en la materia.

-La priorización de la agenda regional y nuestros principales socios, el Mercosur.

-La recuperación del comercio exterior y el aumento de las exportaciones.

-La incorporación de la agenda ambiental y la cuestión del Cambio Climático con la asunción de un rol protagónico a nivel internacional.

-El fomento del multilateralismo.

Vivimos una época en la cual la dimensión global de los problemas –excediendo el plano militar, financiero o tecnológico preexistente-, ha impactado como nunca en la vida nacional y personal de los individuos. Esto implica que, más allá de la lógica interrelación entre todas las problemáticas que acarrea la globalización, ese impacto es más rápido, concreto y directo en lo cotidiano. Lo podemos ver en el mundo de las economías, el trabajo o la salud. Y hay que actuar bien y rápido en todos estos frentes.

Lo ha hecho el presidente Fernández y los resultados están a la vista, a pesar de estos difíciles años de pandemia. Gran diferencia con el gobierno de Macri, que en cuatro años sólo pudo mostrar su obsecuencia al ir sin condiciones tras la versión bizarra de la derecha norteamericana de Donald Trump para obtener el vergonzoso empréstito, o las lágrimas de cocodrilo del ex canciller Faurie para anunciar un acuerdo Mercosur - Unión Europea que nunca se concretó.

A pesar de que en Argentina ocurren cosas mágicas o surrealistas, como que, quienes dicen que la vacuna es un veneno, pasan a ser expertos en vacunas. Los mismos expertos en vacunas, pasan a ser expertos en Venezuela y después en Nicaragua. Desde allí se transforman en expertos en Medio Oriente y el conflicto palestino-israelí o en eruditos en cuestiones del Fondo Monetario Internacional y deuda soberana. Lo cierto es que la única verdad es la realidad.

En materia de deuda todos sabemos cómo terminó la negociación con los acreedores privados con una reestructuración que permitió al Estado argentino ahorrar 37.000 millones de dólares. Ahora con el FMI en otra compleja negociación pasamos de una deuda impagable sin presente ni futuro a un acuerdo razonable que dejará a la Argentina crecer.

Con relación a la agenda Malvinas, pasamos del proceso de desmalvinización macrista y el pacto Foradori-Duncan a llevar acciones concretas en reclamo de nuestra soberanía ya sea en los diferentes organismos internacionales como en la relación bilateral con el Reino Unido, planteando la desmilitarización de la zona y obteniendo el apoyo de toda la región en nuestra gran causa nacional.

En materia de Derechos Humanos entre muchas acciones que cotidianamente hace en el concierto internacional donde marca su postura con firmeza, hoy no solamente la República Argentina mantiene su lugar en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, sino que además fue elegida para ocupar la presidencia por primera vez.

Un hito y un gran logro para nuestro país. El prestigio del presidente Fernández en la región logró que la CELAC, un organismo político que nuclea a 33 países de la región, designe a la República Argentina para ocupar la presidencia en una elección que requirió el consenso de todas las naciones.

La convicción por la necesidad de fortalecer el multilateralismo y tener una relación seria y equilibrada con el mundo ha generado estos resultados. Que al mismo tiempo le hayan permitido construir un vínculo maduro con la administración Biden; pueda asumir protagonismo en el G20, en la Cumbre de Cambio Climático o participar, como la ha hecho el presidente, en las reuniones del partido comunista de China o de Vietnam.

Lo mismo con el vínculo con Rusia, en el marco de la asociación estratégica integral firmada en 2015 y que contempla infraestructura ferroviaria, energía, y por supuesto la importancia de lo que ocurrió con la vacuna Sputnik, muestran los beneficios de una relación política y comercial. Con China, la iniciativa de la Franja y Ruta de la Seda, así como el intercambio comercial y también la cuestión de las vacunas, expresan el fortalecimiento del vínculo.

Finalmente un tema fundamental: el comercio exterior y las exportaciones. De la catástrofe de la era Macri (exportaciones entre 51.000 y 58.000 millones entre 2016-2019), pasamos a exportar el año 2021 por 77.900 millones de dólares. La tercera cifra más alta de la historia argentina, sólo superada en los años 2011 y 2012.

No hay mucho más para decir, sólo mostrar los hechos. Con una política abierta, de cara al mundo, resultados concretos en un escenario complejo y relaciones maduras desideologizadas basadas en el respeto por las naciones; la defensa del interés nacional y las profundas convicciones, el Presidente culmina su gira con un reconocimiento que, por más esfuerzo que hagan profetas del odio o quienes defienden intereses diferentes a los de Argentina, no podrán ocultar ni opacar.

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