La más importante referencia del ministro Martín Guzmán al anunciar lo que sería el camino a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, es que no habrá ningún salto devaluatorio producto de las condiciones planteadas para acordar.
La realidad de la carta de intención por parte del Gobierno, es que lo que se busca en cada escena de éste circo, es ganar tiempo y correr hacia adelante el estallido final.
Las políticas hace 19 años en éste país son hipotecarias, hacia las empresas y todo aquel con intenciones de crecer económicamente desde el sector privado. El kirchnerismo históricamente ve cómo un ser macabro y especulador al empresario, al inversor; cuándo en cualquier lugar del mundo capitalista, las empresas y los empresarios son benefactores sociales, dar trabajo en Argentina, sin ser el sector público, es visto por la casta política cómo un gran peligro. Por eso, sistemáticamente, los busca destruir.
Recordemos el resultado del las cuarentenas interminables del 2020, dónde los únicos resultados fueron que el Gobierno arrodilló a las empresas ante el sistema socialista de asistencia, con planes cómo el ATP e IFE, quitando toda posibilidad de recuperación por pérdidas irrecuperables de empleo, inversión y desarrollo del mundo capitalista argentino a los empresarios. Unas 20.000 empresas y 100.000 empleos se perdieron el año pasado. Y así, el auto flagelo que nos imponemos los argentinos es seguir convalidando éstas prácticas con nuestras decisiones electorales.
La inflación no deja de crecer hace 19 años, el PBI, a su vez, cae hace 13 años, por lo que, si analizamos la política monetaria histórica y nos vamos al 2003, al menos, es claro deducir que no son la fluctuación económica mundial ni el Tsunami de Tailandia el 24 de diciembre del 2004 los responsables de nuestra deuda externa actual. El problema son los políticos usureros, que, paradógicamente, son los que llegan al poder.
El cáncer de la Argentina es el gasto público, y es lo que no va a bajar, no habrá equilibro primario sino al menos hasta el 2025, por lo que no se dejará de usar la emisión monetaria por los próximos cinco años. Eso nos empuja a más y más escenas de desequilibrio fiscal, en el escenario del circo romano de la clase política Argentina.
El principio de acuerdo que convalidan el presidente Alberto Fernández y el ministro Guzmán, es incrementar la suba del dólar y la inflación. Claramente éste acuerdo no arregla nada, sino que acrecentara la deuda a futuro.
Pero los pasos de comedia en éste circo se ponen cada vez más entretenidos, y es por cómo se empiezan a ver las grietas en el interior del gobierno: en las primeras horas del anuncio, el núcleo duro K, Fernanda Vallejos, Claudio Lozano y Alicia Castro, a través de la agrupación “Soberanes”, salieron a atacar a Alberto Fernández, haciendo lo que mejor saben, victimizarse, por el hecho que el Gobierno no les atiende las sugerencias.
Aseguran que desde ahora, habrá una coalición de gobierno, integrada por el FMI, por medio de su delegado, y el Gobierno, por lo que entienden que Argentina está entregando soberanía nacional, y catalogan a la deuda cómo una estafa. Llama la atención, viniendo de parte de Amado Boudou, quién declaró cómo domicilio, según su DNI, un médano, para comprar un Audi A4, siendo Vicepresidente. Ni el tiro del final le sale al “núcleo duro” K, sin voz ni voto en la mesa chica del gobierno que militan.
En éste contexto aún Cristina Kirchner no emitió sonido, no opinó sobre el pre acuerdo, supuestamente por estar llegando de Honduras luego de la asunción de la nueva presidencia de éste país.
Recordemos: Honduras es el destino dónde la Vicepresidenta va a buscar relaciones políticas, es un país dónde existe una inmigración constante, narcotrafico y un 75% de pobreza. Las relaciones internacionales del kirchnerismo son con Venezuela, Nicaragua y Cuba, todo lo contrario al mundo capitalista que salva vidas y genera potencias mundiales.
Pero llega otro cuadro de escena a horas del anuncio, en éste teatro de comedia circense. A diferencia de su madre, quién se pronuncia es Máximo Kirchner, dejando claras sus reservas con las negociaciones de la deuda por medio de un comunicado del Bloque de Diputados del Frente de Todos, y es para presentar su renuncia a la presidencia de dicho bloque. Trina el Instituto Partia.
Estuvo claro siempre que la Presidencia de la Nación era bifronte: peronista y kirchnerista, pero hoy queda claro que ésto no era así. El Poder siempre estuvo de un sólo lado, y es ese plano el que hoy muestra sus armas. La renuncia de Máximo Kirchner, posiciona a Alberto Fernández cómo un héroe peronista, pero quedando sólo, sin el respaldo político del quién lo sentara en el sillón de Rivadavia, el kirchnerismo.
La visión K, mediante los dichos de Cristina Kirchner, acerca de que el acuerdo con el FMI no era esencial, y que caer en default no era tan malo, calló frente al acuerdo a tiempo por parte del Presidente.
Máximo Kirchner se convierte así en el tigre de bengala que sueltan en la arena de éste circo romano, para que se enfrente con el gladiador, de payaso de circo a gladiador romano, así es el derrotero del Presidente. Así es la escena, ¿será que llegó la hora que toda la clase política apoye a Alberto Fernández en su declaración de guerra contra el kirchnerismo que Máximo hizo efectiva con su renuncia?¿Peligra el final del mandato de Alberto?¿Puede Cristina Fernández tomar su lugar anticipadamente?
En el circo romano, somos el público aplaudidor de fracasos, hoy festejando un acuerdo que lo único que garantiza es el estallido en unos años, y allí, el kirchnerismo también especula con que desactivar la bomba le toque a otro para luego volver y anunciarse salvadores. Una escena conocida, a la cual ya deberíamos empezar a cerrarle el telón.
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