Para muchos niños socializar y jugar con sus pares es algo sencillo. Sin embargo, para otros no lo es tanto. Los momentos de juego y recreación implican el despliegue de una amplia gama de habilidades sociales, tales como: Relacionarse con otros; entablar amistades (¡y mantenerlas!); hablar y comunicarse de manera efectiva; compartir; comenzar una conversación; llevarse bien con los otros; confiar e inspirar confianza; escuchar; ser resiliente; ser creativo; resolver problemas; manejar situaciones difíciles; autoconocerse; enfrentarse al bullying, cargadas y burlas; empatizar; elogiar; defender una posición; y aceptar a los demás y sentirse aceptado.
Los seres humanos somos seres sociales, por lo tanto la habilidad de relacionarnos con los demás es de vital importancia. Las habilidades sociales que nos permiten entablar vínculos amistosos o de compañerismo se enseñan, se practican y son factibles de desarrollarse con la ayuda pertinente. Lo que para un niño extrovertido y sociable es algo natural, para los más tímidos, retraídos o inseguros puede ser más duro de lo que imaginamos, pero no por ello menos alcanzable.
Saber conectarse con otros es una condición imprescindible para una vida satisfactoria. Como padres, ayudar a nuestros hijos a sentirse cómodos para poder vincularse con otros niños o incorporarse a un juego es una tarea que no debemos evadir o dejar para más adelante. No se trata de cambiar la personalidad de nuestros hijos, ni de obligarlos a actuar de una manera que los incomode, sino de ayudarlos a enfrentar la situación brindándoles herramientas y acompañándolos.
Es importante dejar claro que ser tímido o introvertido no es malo. De hecho, puede suceder que, detrás de esa timidez, se esconda un futuro poeta o artista. Una cosa es que el niño tímido esté en paz con esa timidez y haga cosas que lo satisfagan, desde escribir, leer, o tener un mundo interno grande y maravilloso, y tal vez tener unos pocos amigos, pero otra es que esa timidez lo angustie. Muchas veces, la cuestión de la timidez termina siendo un tema que les preocupa más a los grandes que a los niños. Lo que sí debe llamar nuestra atención, es si el niño intenta hacerse de amigos y no lo logra, o si no le interesa hacerse de amigos. En este último caso, siempre va a ser importante consultar con un especialista. Enseñarles a los chicos a conectarse con otros, sin dudas, resultará de gran importancia en sus vidas.
Algunos consejos útiles para potenciar las habilidades sociales de nuestros hijos
- Revisen el lugar en donde está. Si va a una colonia, ver si hay chicos de su edad que compartan sus intereses, es decir corroborar que esté en un lugar adecuado para hacerse de amigos.
- Obsérvenlos: ¿son muy tímidos, ansiosos, poco empáticos, intensos, saben compartir? Al identificar alguna característica que tal vez esté jugándole en contra, podemos ayudarlos a desarrollar el autoconocimiento para luego poder trabajar ese aspecto con ellos.
- Jueguen con los chicos. Esto los ayudará a comprender qué tipo de juegos prefieren y cómo se sienten más cómodos. También verán con qué se frustran. Si perciben que a su hijo no le gusta jugar al fútbol, por ejemplo, no inviten a otros niños a jugar a ese deporte.
- Planifiquen encuentros con amigos para jugar en casa en donde seguramente estará más contenido y seguro. Seguramente será más fácil, al principio, con compañeros del colegio que ya conocen. Háganlo con tiempo para evitar un posible rechazo de la invitación. Si generamos una linda experiencia, seguro habrá más reuniones de ese tipo. No hagan muy largos los encuentros: es mejor que sean cortos y los dejen con ganas de repetir.
- Planifiquen con antelación tener a mano juguetes, juegos e ideas para incentivar el momento lúdico para así evitar el famoso “nos estamos aburriendo”. Si es necesario, podría hacer una lista antes de que lleguen los invitados.
- Hablen acerca de qué significa ser un buen anfitrión y cómo van a hacer para que los invitados se sientan cómodos.
- Somos modelos para los chicos: demuestren entusiasmo ante una invitación o al recibir visitas. Los niños aprenden también de lo que ven. Eviten hablar mal de otros niños o de sus padres. Los chicos podrían pensar que cuando no están presentes en las casas de sus amigos, también se habla mal de ellos.
- En función de su edad, explíquenles a sus hijos que, en el caso de decidir cuidar algunos objetos y no querer compartirlos, es mejor guardarlos y no mostrarlos. Solo pongan a la vista aquellos juguetes que sí pueden o quieren compartir. Después de todos, a vos tampoco te daría mucha gracias prestar tu celular…. Respetemos su derecho de no querer compartir todo.
- En caso de frustración o demasiada energía contenida, consideren juegos de descarga, como saltar, bailar, correr o jugar con masa. La frustración necesita salir en forma de descarga.
- Con el objetivo de ayudar a los chicos a ganar confianza, pueden repetir la invitación de cierto amigo para consolidar algunas habilidades. Si estos encuentros van bien, pueden comenzar a organizar otros fuera de casa.
- En lo posible, traten de acudir siempre a las invitaciones que reciben. Explíquenles que, idealmente, las invitaciones no se rechazan; cuando alguien nos invita es porque pensó en nosotros y no en otra persona.
- Si no les gusta ir a casas de amigos, que ustedes están presentes, aunque no necesariamente en la misma habitación, les generará más confianza. Siempre pueden consolidar una relación con los otros padres, pero sin olvidar que los niños deben entablar sus propios vínculos. Cuidemos de no sobre-intervenir, pero tampoco dejar de hacerlo si es necesario. En caso de conflictos, se sentirán más seguros si los adultos están cerca. Sin embargo, no intenten controlar todo lo que pase. Manejen una distancia prudencial para poder ayudar, en caso de ser necesario, sin sofocarlo. Y muéstrenle cómo desarrollar su empatía hacia el otro.
- Una vez que vayan tomando confianza, pueden quedarse menos tiempo o solo llevarlo y volver a buscarlo.
- Si no quieren ir a jugar a la casa de otros niños, indaguen acerca de las causas. Tal vez sientan vergüenza de estar con otros chicos más grandes o de compartir una comida con adultos, con los que no se sienten lo suficientemente cómodos.
- No alienten la competencia. Esta debe ser con uno mismo, no con los otros.
- Enséñenles que hay cosas que se pueden decir y cosas que no. Comunicarse de manera asertiva, sin lastimar al otro, es una habilidad que se aprende. Y cuanto antes, mejor.
- No los comparen con otros niños. Por ejemplo, “mirá cómo Mateo sí sabe jugar con otros niños”. Eso no ayuda en nada, al contrario. Cada niño es único, como única debe ser su educación.
- A medida que sus hijos van ganando confianza, abran el abanico de relaciones para que no queden encerrados en unos pocos amigos o en un grupo reducido.
- Cuando estén en otra casa o en un lugar público, como la colonia, el parque o la playa, explíquenles que no es necesario preguntarles a otros niños “si pueden jugar” cuando haya ya un grupo armado. Podrían enfrentarse a un rechazo incómodo. En cambio, si es apropiado y prudente, aliéntenlos a que se acerquen y se involucren en el juego de manera natural.
- Enséñenles a presentarse y a iniciar una conversación, o a ofrecer algo para compartir: “tengo masa para modelar, ¿quieren jugar?”
- Cuidado con nuestros propias creencias: “con Juan no juegues, es mucho más chico que vos” o " a mí también me costaba hacerme de amigos”. Tal vez hay algo de eso que tiene que ver más con nuestra historia que con la de ellos.
Se puede ser amigo de algunos, pero es importante recordarles que deben ser respetuosos con todos. El respeto es básico para ser aceptado por los pares. Y este mismo respeto comienza con los padres: no presionemos a nuestros hijos para que se hagan de amigos. Inspiremos, ofrezcamos opciones y acompañemos, pero no presionemos. No olvidemos que lo que puede ser natural y fácil para unos, puede ser todo un desafío para otros. Las habilidades sociales deben desarrollarse y esto toma tiempo. La comprensión y herramientas que podamos brindarles como adultos, serán clave para que puedan avanzar con confianza y fortalecer vínculos sólidos.
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