El Holocausto, la degradación humana sin límites

El genocidio impactó de manera universal por su crueldad y magnitud, siendo una herida actualmente abierta, no solo del pueblo judío sino de toda la humanidad

El 27 de enero de 1945 fue liberado el más emblemático y macabro campo de concentración nazi: Auschwitz-Birkenau (Photo by Galerie Bilderwelt/Getty Images)

La decisión nazi de llevar a la práctica el genocidio fue tomada entre finales del verano y principios del otoño de 1941. El programa alcanzó su punto culminante en la primavera de 1942 cuando las víctimas eran transportadas regularmente como ganado en trenes de carga, especialmente conducidos a campos de exterminio donde, aquellos que sobrevivían al viaje, eran asesinados sistemáticamente en las cámaras de gas.

Hoy el mundo acongojado recuerda el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, ya que el 27 de enero de 1945 fue liberado el más emblemático y macabro campo de concentración nazi: Auschwitz-Birkenau, que tuvo a Heinrich Himmler, jefe de las temibles SS desde 1929 a 1945, como responsable de la planificación, organización administrativa y supervisión. Por lo demás, fue la repetida retórica antisemita de Adolf Hitler la que incentivó la ejecución de las matanzas, que contaron directamente con su aprobación. De esta forma, entre 1941 y 1945, la población judía de Europa fue perseguida y asesinada sistemáticamente, en el mayor genocidio del siglo XX y uno de los mayores atentados hacia la dignidad del individuo a lo largo de toda la historia de la humanidad, en el que cada brazo del aparato del Estado Alemán participó en la logística del genocidio, convirtiendo al Tercer Reich en un Estado criminal sin atenuantes.

El complejo Auschwitz-Birkenau estuvo formado por diversos campos de concentración de la Alemania nazi en los territorios polacos ocupados durante la Segunda Guerra Mundial y comprendía: Auschwitz I, Auschwitz II, Auschwitz III y 45 campos satélites más.

Situado en Oświęcim a unos 43 kilómetros al oeste de Cracovia, fue el mayor centro de exterminio del nazismo, donde fueron enviadas cerca de 1.3 millones de personas, de las cuales murieron un 1,1 millones, aunque las cifras son aproximadas ya que no se ha podido precisar con exactitud y rigurosidad la cantidad total de víctimas. En la entrada a Auschwitz I, como en todos los campos de exterminio, colgaba un cartel con el lema Arbeit macht frei, “El trabajo os hará libre”, con que las fuerzas de las SS recibían a los deportados, desde su apertura el 20 de mayo de 1940 hasta su liberación por los aliados, hace hoy 77 años.

Bajo la supervisión general de Heinrich Himmler, Auschwitz-Birkenau estuvo dirigido por el también oficial de las SS Rudolf Höss hasta el verano de 1943, cuando fue reemplazado por Arthur Liebehenschel y Richard Baer. Estos personajes tuvieron el siguiente final, después de los Juicios de Nuremberg. El primero fue condenado a muerte por ahorcamiento en 1947, delante del crematorio de Auschwitz I. Liebehenschel fue juzgado por un tribunal polaco y ejecutado en 1948. Baer logró evadirse y vivir bajo una identidad falsa en Hamburgo, hasta que fue reconocido y arrestado. Se suicidó en la prisión antes de iniciarse su proceso en 1963.

De todas maneras, el gran responsable de este martirio sin igual fue Adolf Hitler. Encumbrado e idolatrado como todo líder populista, desafiaba al mundo con su proyecto imperialista, mientras proyectaba las primeras leyes raciales y antisemitas. Es importante bucear en las mentes psicópatas de los altos verdugos alemanes de esa época para tratar de comprender la manera en que la superioridad militar alemana permitió el dominio nazi de Europa a partir de 1942 llevar a cabo la “Solución Final”, o sea la eliminación física de los judíos.

Una reedición lamentablemente que otros dos criminales contemporáneos, Radovan Karadzic y el General Ratko Mladic imitaron en la Guerra de Bosnia bajo ese otro eufemismo caratulado “Limpieza Étnica”. Sin embargo, después de la derrota del régimen nazi el 8 de mayo de 1945, el mundo perplejo e incrédulo comenzó a descubrir el secreto mejor guardado del nazismo: el infame Holocausto. El genocidio impactó de manera universal por su crueldad y magnitud, siendo una herida actualmente abierta no solo del pueblo judío sino de la humanidad toda. Las claves de uno de los episodios más conmovedores de la historia a través de leyes manchadas de sangre, secretos de Estado, experimentos macabros y cenizas para la reflexión, nos conmueven las fibras más íntimas por las consecuencias éticas, morales y políticas de uno de los mayores genocidios de la historia.

Finalmente, que este nuevo aniversario nos sirva para no olvidarnos jamás que los sistemas democráticos no se encuentran, lamentablemente, exentos de una nueva irrupción del pensamiento neonazi.

Fiel a su perversa costumbre de lobos con piel de cordero, cual mancha venenosa tratan de cooptar en forma velada y quirúrgica especialmente a los partidos liberales de todo el mundo, utilizando las distintas máscaras con las que intentan desdibujar sus reales intenciones con artilugios que responden al nacionalismo más refractario, cuyo objetivo final es destruir, precisamente, las ideas de la libertad, como tantas veces lo intentó el marxismo, fiel, entrañable e inseparable compañero de ruta de la extrema derecha.

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