Ecos del Holocausto en tiempo presente

Esta fecha es un duro recordatorio de las atrocidades que se pueden cometer cuando prima la intolerancia contra las personas por su origen étnico o religioso. Por ello, debemos seguir denunciando y visibilizando las peligrosas consecuencias que generan en el mundo estos discursos de odio

El antiguo campo de concentración nazi de Sachsenhausen en Oranienburg (REUTERS/Hannibal Hanschke)

El 27 de enero es el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Esta efeméride representa un llamado para inmortalizar y promover las enseñanzas que nos dejó la Shoá, a la vez que un duro recordatorio de las atrocidades que se pueden cometer cuando prima la intolerancia contra las personas por su origen étnico o religioso.

La necesidad de reflexionar acerca del pasado resulta ser una cuestión de responsabilidad, en especial en estos tiempos en que los ataques y discursos antisemitas como el resurgimiento de las ideologías de supremacía intentan ganar espacio. Debemos seguir denunciando y visibilizando las peligrosas consecuencias que generan en el mundo estos discursos de odio.

La importancia de la transmisión de la memoria nos obliga a realizar nuestros máximos esfuerzos por generar conciencia respecto de las graves consecuencias que implica la banalización de la Shoá y la intolerancia. Recordar a las víctimas es una forma de honrarlas y mantener viva su memoria. Tenemos la obligación moral de no olvidar, es quizás lo mínimo que debemos hacer frente a las injustificadas escenas de horror, pérdida y dolor a la que se debieron enfrentar.

Los testimonios de los sobrevivientes nos ayudan a mantener viva la memoria de uno de los períodos más oscuros de nuestra historia. A través de sus identidades, narraciones y experiencias podemos reconstruir y acercarnos a ese pasado trágico e inimaginable. Sin embargo, el tiempo pasa y cada vez son menos los testigos de las atrocidades nazis. La transmisión de este pasado, que entrecruza los testimonios individuales con el dolor colectivo, invita a las nuevas generaciones a preservar la memoria de este período para que no se repita y nos permite ilusionarnos con un futuro mejor.

La educación desempeña entonces un rol central al momento de generar espacios de análisis e intercambio que favorezcan el desarrollo de la sensibilidad y la empatía. Los procesos de aprendizajes con pedagogías de memoria contribuyen al fortalecimiento del respeto hacia la diversidad y el bienestar de cada una de las personas que habitan nuestro planeta.

Cada año, cada aniversario, cada conmemoración, nos desafía a reforzar nuestro compromiso por los derechos humanos. Es por eso que desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires seguiremos trabajando en más y mejores políticas públicas activas y eficaces para combatir el antisemitismo y la desinformación, confiando en que sólo la educación habilitará una rigurosa valoración de los hechos y un merecido y necesario homenaje a las más de 6 millones de víctimas de la Shoá.

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