La única solución es dejar de buscar culpables

Por qué la política debería estar debatiendo proyectos como la Mochila Argentina

Una pyme argentina

Últimamente, los debates entablados por las principales fuerzas políticas de nuestro país delatan una tendencia preocupante. Por decirlo de algún modo, creo que la elección de temas es acertada —deuda externa, tipo de cambio e inflación son, en definitiva, grandes cuentas pendientes—, pero que, a la vez, el abordaje elegido es increíblemente contraproducente.

Por ejemplo, tomemos el tema que ha protagonizado la agenda discursiva en estos días: en relación con la deuda externa de nuestra nación, tanto oficialismo como oposición han intercambiado no propuestas, sino acusaciones. Quién endeudó más y quién menos debería ser, realmente, una pregunta de segundo o tercer orden cuando todavía no está claro cómo haremos para afrontar los vencimientos que se avecinan.

Y dado que el año que viene habrá elecciones presidenciales, preferiría que la Argentina estuviera, en este momento, sopesando estrategias de desarrollo en vez de grados de responsabilidad —máxime cuando todo indica que ésta es, a todas luces, compartida. Sí, alguien hábil para señalar a sus rivales puede sacar provecho en épocas de campaña; no obstante, nada garantiza que, llegado el momento, sea la persona indicada para gobernar.

En relación con la deuda externa de nuestra nación, tanto oficialismo como oposición han intercambiado no propuestas, sino acusaciones

Sobre todo, a decir verdad, estoy cansado del revisionismo, de tener la mirada puesta permanentemente en el ayer. ¿Cuándo nos convertimos en este país obsesionado con achacar las culpas del pasado? ¿Por qué, en vez, no apuntamos a explotar las oportunidades del mañana?

Consideremos el otro elefante en la habitación: el ciclo inflacionario en el que estamos inmersos hace cerca de una década. Los controles de precios deberían ser considerados políticas de asistencia apuntadas a los sectores más vulnerables de la población, no una estrategia seria de contención de la inflación. Es inútil intentar tapar el Sol con la mano.

La causa de la inflación es clara: años atrás, en un contexto de acuciante emergencia económica, el Estado comenzó a extender un manto de contención hacia personas en situación de riesgo y echó a rodar una bola de nieve que, hasta el momento, nadie se atrevió a frenar. Eso que debía ser un momento transicional se convirtió en statu quo y ahora tenemos un sector público desproporcionado en relación con el nivel de actividad privada —y consecuentemente, gasto financiado con emisión elevada.

Los controles de precios deberían ser considerados políticas de asistencia apuntadas a los sectores más vulnerables de la población, no una estrategia seria de contención de la inflación

Ahora bien, sabemos que la inflación genera más pobreza porque no solo carcome los ahorros de la gente, sino que impacta más que proporcionalmente sobre los sectores de ingresos bajos. De esta manera, la cantidad de personas que requieren políticas de asistencialismo aumenta, lo cual presiona sobre el gasto, la emisión y así sucesivamente.

Mientras el progresismo hace oídos sordos a esta tendencia más que evidente, la derecha emergente propone una solución tan simplista como desconcertante: achicar el Estado repentina y forzosamente, caiga quien caiga. “La mano invisible del mercado se ocupará de acomodar las cosas”, aducen, dando un ejemplo claro de cómo un principio sensato puede ser utilizado de manera sumamente desatinada. ¿Quién se hará cargo de la hecatombe social que ello genere? Si la historia reciente sirve de algo, la estrategia probablemente sea echarle la culpa al gobierno anterior y pasarle el problema al siguiente. Quejarse de la ignorancia de la gente e impostar una superioridad incomprendida también es una opción.

No, basta.

Lo que debemos hacer es aumentar el nivel de actividad privada, la única fuente de riqueza real. Y lo que los empresarios venimos señalando inequívocamente hace tiempo es que el marco laboral actual solo genera estancamiento. Las empresas acumulan un pasivo laboral que finalmente excede el valor de la compañía, lo cual promueve, desde el primer día, contratar la menor cantidad de personal posible. El marco, entonces, debe ser repensado para ofrecer incentivos a la contratación de personal, en lugar de desalentarla. Si eso ocurre, el Estado se irá achicando naturalmente de manera progresiva —he aquí el uso correcto de la noción de la mano invisible del mercado—, dado que el sector privado tiende a ofrecer salarios más altos que el sector público. Consecuentemente, se reducirán el gasto y la emisión, desarticulando así la rueda inflacionaria.

Lo que debemos hacer es aumentar el nivel de actividad privada, la única fuente de riqueza real

La Mochila Argentina, el proyecto de reforma del marco indemnizatorio que vengo proponiendo, llevará precisamente a esto, pero además, lo hará en un contexto de expansión de los derechos de los trabajadores. Es un secreto a voces que éstos también sufren por culpa del marco indemnizatorio actual: juicios laborales costosos y eternos, causas de despido fraudulentas, empresas que quiebran —estas son tan solo algunas de las maniobras espurias utilizadas en su contra para evitar pagarles. De hecho, actualmente, menos del veinte por ciento de los trabajadores cobran sus resarcimientos.

A propósito de ello, la Mochila Argentina, garantizará que el 100% de éstos cobren sus indemnizaciones sin necesidad de hacer juicio. Además, les garantizará el cobro incluso si sus vínculos laborales se terminan porque deciden renunciar —sea cual sea la razón. Asimismo, llevarán su antigüedad de empresa en empresa, como en una mochila, lo cual fomentará su capacidad de moverse en busca de mejores salarios.

Esta propuesta, por otra parte, implicará una notable reducción de costos para las empresas, que —en lugar de afrontar indemnizaciones que, en muchos casos, pueden poner en riesgo su viabilidad— pagarán mensualmente un Seguro de Garantía de Indemnización (SGI) sobre su nómina salarial. Los fondos de aquél, a su vez, serán administrados por la Anses, Superintendencia de Seguros y una entidad de control a designar, que garantice a los trabajadores el cobro ante la eventualidad de ser despedidos.

Debemos volver a debatir soluciones y proyectos, porque los necesitamos con urgencia

Creo decididamente que la Argentina necesita de más propuestas constructivas como esta, capaces de cambiar el rumbo de una inercia marcada por la pobreza, el endeudamiento y estancamiento. Debemos volver a debatir soluciones y proyectos, porque los necesitamos con urgencia. Y no nos engañemos: aunque queramos creer que somos los jueces del espectáculo de acusaciones cruzadas que vemos a diario, es más probable que seamos los verdugos. O más precisamente, las víctimas.