Los desequilibrios de la economía se profundizan, a los conocidos en materia inflacionaria, externos con el deterioro de la composición de los activos externos del BCRA y de un cuadro social con niveles de pobreza que duelen con más de 40% de la población, aunque el Indec detecta aumentos de salarios muy por arriba de los de las canastas básica alimentaria y total con servicios y otros componentes del consumo esencial, se agregan los fiscales, con cuentas que no cierran y un Presupuesto 2022 que toma como base el anterior, porque la resistencia del Gobierno a presentar un plan económico sustentable derivó en el rechazo de los nuevos integrantes de la Cámara de Diputados.
Frente a ese cuadro, en el que comienza a emerger el denominado efecto Olivera-Tanzi, que es cuando los recursos tributarios pasan a crecer a menor velocidad que el gasto público -primario y total- y se agota la capacidad del Estado de cobrar más impuestos con aumentos de tributos, alícuotas y de la inflación, Infobae entrevistó a Pablo Guidotti, ex secretario de Hacienda y viceministro de Economía de la Nación entre agosto de 1996 y diciembre de 1999, y actual profesor Plenario de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella.
El economista destacó que “lo ideal sería que, en algún momento y una vez delineado su plan económico y haberlo negociado con el FMI, el Gobierno presente un nuevo proyecto de Presupuesto que sea más realista que el anterior”, porque, “el Gobierno perdió mucho tiempo y ahora se encuentra contra las cuerdas porque hay vencimientos importantes en el corto plazo, no hay reservas”.
— El decreto que prorrogó el Presupuesto 2021 para el corriente año contempla recursos que aumentan menos que los gastos ¿Qué le sugieren esas proyecciones?
— La prórroga del Presupuesto 2021es el resultado directo de que no haya habido aprobación parlamentaria del proyecto enviado por el Poder Ejecutivo para 2022. Obviamente que, con una economía de alta inflación como es la Argentina, la prórroga del Presupuesto es un instrumento formal que le permite al Estado seguir funcionando, pero cuyas proyecciones de gasto e ingresos están totalmente desactualizadas. Para seguir funcionando sin un presupuesto aprobado por el Congreso, el Poder Ejecutivo requerirá de otros decretos de necesidad y urgencia. Lo ideal sería que, en algún momento y una vez delineado su plan económico y haberlo negociado con el FMI, el Gobierno presente un nuevo proyecto que sea más realista que el anterior.
“Para seguir funcionando sin un presupuesto aprobado por el Congreso, el Poder Ejecutivo requerirá de otros decretos de necesidad y urgencia”
— En 2021 la Jefatura de Gabinete y el ministro de Economía dispusieron unas 20 modificaciones presupuestarias que derivaron en reasignaciones de gastos que subieron más que los recursos ¿A la luz de la aceleración de la inflación que proyecta el consenso de las consultoras privadas cree que se repetirá ese fenómeno?
— Sin duda, si no se discute una nueva ley de presupuesto en el Congreso habrá más decretos de necesidad y urgencia que reasignen partidas.
— ¿Cómo ve las negociaciones del Gobierno con el FMI?
— No las veo progresando, aunque el Gobierno no ha hecho públicos los detalles de la negociación y no tengo más información que la que ha salido en los medios de prensa. Lo que sí es claro es que el Gobierno perdió mucho tiempo y que ahora se encuentra contra las cuerdas porque hay vencimientos importantes en el corto plazo, no hay reservas, y pareciera no tener en claro una estrategia económica que recupere la confianza y el crecimiento económico. Sin políticas que recuperen la confianza y el crecimiento es muy difícil que pueda cerrarse un Extended Fund Facility (EFF) con el FMI del tipo que busca el gobierno.
— ¿Hay antecedentes de aprobación de un acuerdo del Fondo a un Gobierno que no es capaz de consensuar un presupuesto con sus legisladores?
— Creo que en los 80 hubo varios años en los cuales la Argentina funcionó sin presupuesto. El gran cambio institucional se dio con la aprobación de la Ley de Administración Financiera en 1992. Esta ley introdujo en la Argentina un marco presupuestario moderno y permitió que el Congreso aprobara cada año una Ley de Presupuesto. La situación actual es mala institucionalmente y espero que sea transitoria. Pero es claro que, para aprobar las pautas de gastos y recursos del año, debe haber una discusión profunda y detallada en las comisiones de Presupuesto y Hacienda de Diputados y Senadores con todos los ministros y funcionarios responsables de las distintas áreas del gasto público. Querer aprobar un presupuesto a libro cerrado es prácticamente idéntico a no tener presupuesto.
“La situación actual es mala institucionalmente y espero que sea transitoria”
— ¿La brecha negativa que se observó en la mayor parte del año entre las tasas de aumento de la recaudación en términos reales y el crecimiento de la actividad (recuperación) cree que es señal de inicio de una suerte de rebelión fiscal, de saturación de la capacidad de pago de los impuestos, y/o de la mayor informalidad?
— La presión tributaria en la Argentina hoy es excesiva y el sistema tributario es tremendamente distorsivo. Esto afecta negativamente no solo a la producción, sino que incentiva la informalidad. Por otro lado, la excesiva presión tributaria es el resultado de un alto e ineficiente gasto público, incluyendo una alta corrupción como parte de la ineficiencia. La Argentina necesita una reforma estructural que permita bajar el gasto y los impuestos eliminando esas ineficiencias y mejorando el servicio que el Estado debe brindar al ciudadano. Hoy parece extremadamente difícil que esto pueda llevarse a cabo.
— ¿La firma del Consenso Fiscal del Gobierno con 23 de las 24 gobernaciones puede leerse como un debilitamiento de las finanzas provinciales que exigirá en 2022 mayor asistencia monetaria de la Administración Central si no lograr mejorar la recaudación con aumento de impuestos?
— Creo que el Consenso Fiscal da marcha atrás en la reducción de impuestos muy distorsivos como el de Ingresos Brutos que se había pactado durante el gobierno anterior. Esto obviamente debilita la economía y por ende eventualmente a las finanzas provinciales.
— ¿Cuál es el riesgo de que el Gobierno repita en 2022 la combinación de políticas fiscal y monetarias expansivas simultáneamente?
— De los anuncios públicos, daría la impresión de que al gobierno no le preocupa seguir incrementando el gasto público y mantener un déficit fiscal insostenible. Y, dado que no tiene acceso al mercado internacional de capitales, el déficit se financia o con deuda doméstica o con emisión monetaria. Y como el mercado de capitales interno y el sistema financiero son muy pequeños con relación al PBI, las emisiones de deuda simplemente contraen el financiamiento disponible para la actividad privada. Por eso, el Gobierno ha recurrido y seguirá recurriendo a la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal lo que genera la alta inflación que padece la población argentina.
“Como el mercado de capitales interno y el sistema financiero son muy pequeños con relación al PBI, las emisiones de deuda simplemente contraen el financiamiento para la actividad privada”
— ¿Cómo ve el resto de la economía?
— Independientemente que en 2021 la actividad económica se recuperó (aunque no del todo) de la caída sufrida en 2020 por la pandemia, hacia futuro la economía está trabada. Los crecientes controles de capitales, la alta presión tributaria, y la incertidumbre sobre el marco de política económica conspira fuertemente contra la inversión y el empleo. Sin estos dos factores es muy difícil que la Argentina tenga una tasa de crecimiento que, por ejemplo, sea compatible con los actuales niveles de deuda pública.
— En 2021 hubo una brecha de casi 20 puntos porcentuales entre la tasa inicial de inflación del año que proyectaba el REM al inicio y al final ¿Cómo imagina ese sendero para 2022?
— Creo que hay varios factores que hacen pensar que la inflación en 2022 será más alta que en 2021:
1) El Gobierno estima que mantendrá la emisión monetaria como instrumento para financiar el deficit fiscal, que casi seguramente superará el 6% del PBI;
2) El BCRA ha comenzado a acelerar el ritmo de devaluación del peso en el mercado oficial debido al atraso cambiario que se generó en 2021. Este aumento en la tasa de devaluación sin duda impactará en la inflación;
3) El Gobierno ha anunciado que empezará a subir las tarifas de los servicios públicos para evitar que no continúen aumentando los subsidios que el Estado paga por el atraso tarifario. Aunque el objetivo sea mantener los niveles de atraso, esto requerirá aumentos que también impactarán en la inflación.
— ¿Qué deben esperar los argentinos para el corriente año?
— Ojalá el mundo vaya dejando atrás la pandemia para que la economía y la vida de los argentinos se termine de normalizar. Aun así, el escenario económico para 2022 luce muy desafiante. En el corto plazo, es necesario saber lo que ocurrirá con la negociación con el FMI. Esa negociación tiene que ser vista como una oportunidad para formular una política económica consistente que pueda ser avalada y ayudada por la comunidad internacional. Pretender forzar al FMI hacia una solución política no funcionará y no contribuirá al bienestar de los argentinos.
— ¿Una reflexión final?
— Mi reflexión final es que la Argentina no tiene mucho más tiempo para seguir procrastinando y eludiendo los desafíos que se van acumulando con el paso del tiempo. En los próximos dos años es necesario que la clase política reconozca e internalice que son necesarias reformas estructurales que mejoren la organización la economía. Quizás la Argentina necesite eventualmente encarar una nueva reforma constitucional. Por el rumbo actual, la Argentina se aleja cada vez más, en dirección contraria, de las otras economías de la región y hace que muchos argentinos talentosos estén emigrando por falta de perspectivas.
Fotos: Martín Rosenzveig
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