Un encuentro entre el canciller argentino y su par de la principal potencia global demuestra el interés que existe de ambas partes, y también señaliza que hay una agenda común que amerita un encuentro especial.
Sin embargo, un repaso de la agenda que motiva esta reunión bilateral de alto nivel evidencia que el principal motivo del encuentro es aclarar inconsistencias de la política exterior argentina bajo el gobierno de Alberto Fernández. Cafiero asiste a esta reunión en busca de un apoyo “excepcional” de Estados Unidos a la negociación de nuestro país con el FMI. Pero en las últimas semanas, el gobierno argentino asumió posiciones que, en principio, lo alejan de ser un socio estratégico de Washington en la región.
Estados Unidos tiene tres preocupaciones principales en América Latina: los derechos humanos y la democracia en Venezuela, Nicaragua y Cuba; el cambio climático (interés estratégico de carácter global), y la creciente influencia de China en la región. La Argentina, por su parte, tiene una preocupación y una urgencia principal: la negociación exitosa con el FMI.
La Argentina ha sido, de mínima, errática en lo que se refiere a la condena a los regímenes autoritarios de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Por su parte, si bien apoya la agenda de cambio climático, no ha producido hitos trascendentes que hagan suponer que será el tema principal del viaje. Y ha mostrado un creciente alineamiento con China: muestra de ello es el viaje oficial que el Presidente realizará en febrero (que, además, viene acompañado de una parada en Rusia, país que está escalando la tensión con Ucrania, y por lo tanto preocupa a Estados Unidos al punto de que Antony Blinken viajará mañana a la zona).
Cabe pensar, entonces, que el viaje del canciller Santiago Cafiero tiene como hito principal conseguir el apoyo de Estados Unidos para alcanzar un acuerdo con el FMI. Está en línea con una idea expresada en varias ocasiones por el ministro de Economía, Martín Guzmán: la falta de acuerdo técnico obedece en última instancia a una falta de apoyo geopolítico que hasta ahora la Argentina no supo o no quiso conseguir.
La idea sería que aquello que Guzmán no consiguió del Fondo y del Departamento del Tesoro, Cafiero podría conseguirlo del Departamento de Estado. Es un razonamiento que tiene tres problemas: desconoce la limitada capacidad de maniobra del Departamento de Estado en la materia (el vínculo con el FMI es el Tesoro); subestima las escasas “credenciales geopolíticas” que la Argentina tiene para reclamar ese compromiso por parte del Departamento de Estado, y supone que un eventual apoyo de Estados Unidos “traccionará” a los países europeos en el Directorio del FMI.
El Departamento de Estado podría actuar como un bróker para alinear apoyos al interior del gobierno de Estados Unidos. Pero para eso es precondición que pueda mostrar compromisos claros del país en las agendas de interés para dicho país. Si el Departamento de Estado va a apoyar, tiene también que poder explicar hacia adentro la apuesta de la Argentina a presidir la CELAC, el acercamiento con China y la falta de definiciones en relación con Venezuela, Cuba y Nicaragua. Difícilmente el Departamento de Estado interprete esto como un sutil y sofisticado equilibrio, y no como lo que realmente es: una política exterior errática y sin rumbo claro. De hecho, el comunicado del Departamento de Estado publicado tras la reunión lo confirma, y menciona la “seria preocupación” de Blinken por la asistencia de Mohsen Rezai a Nicaragua, sobre quien cae un pedido de captura internacional con alerta roja de Interpol. Hoy, en ausencia de un acuerdo técnico, nuestra política exterior no está en condiciones de ser la bala de plata que Argentina necesita para negociar con el fondo.
La incoherencia de la política exterior argentina vislumbra la falta de una estrategia integral de desarrollo y evidencia que las contradicciones en las posiciones asumidas responden a distintas identidades en conflicto dentro de la coalición gobernante.
Es posible que Cafiero haya viajado a explicar esas decisiones de política exterior. Pero, en el mejor de los casos, ese es solamente un primer paso para atender el reclamo de Guzmán de apoyo geopolítico, y de ninguna manera garantiza que dicho apoyo llegue en el corto plazo.
*Fernando Straface es secretario general y de Relaciones Internacionales del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
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