El escritor español Javier Sierra reflexionó sobre la situación de su país: “El diluvio universal constituye una metáfora perfecta de nuestros días”. Lo expresó en el año 2012 de acuerdo a las situaciones que atravesaba España por entonces.
Diez años más tarde, puedo hacer mía la pintura de aquellas palabras. Podemos hacerlas nuestras.
Y hasta inclusive podríamos reclamarle al autor de El ángel perdido y otros tantos relatos exitosos, una suerte de derechos de autor sobre diluvios constantes que inundan la Argentina desde hace décadas.
Vamos, a toda vela, rumbo a una inmensa marea diluvial que estamos viendo crecer y enseñorearse frente a nuestro futuro inmediato y aquí estamos, por ejemplo, observando los trágicos sucesos de complicidades del Gobierno K en la política internacional, consagrados en el patético escenario de Managua.
Un escenario repleto de Dictadores y encubridores de asesinos buscados por el crimen inmenso de la AMIA.
Aquí estamos, observando bravuconeadas presidenciales que tratan de satisfacer a la tribuna propia con posiciones de apariencia dura frente al FMI, mientras seguimos esperando ver qué hay detrás de tanto enojo fingido, de tanta pose intransigente. Nada, no hay nada. Solo se ven en el horizonte argentino, las nubes que crecen y el diluvio que asoma.
En noviembre pasado la ciudadanía depositó en la oposición un mandato y una responsabilidad para evitar el diluvio en ciernes. Entonces debemos ser consecuentes frente a esa responsabilidad delegada transitoriamente.
Nos mira la sociedad que de manera mayoritaria dijo No a esta forma trágica y desnaturalizada de entender el progreso. No al autoritarismo de los caprichos unipersonales de la Vicepresidenta, Cristina Kirchner. No al encierro irracional que arrasó la educación, el empleo, la producción y hasta lo intentó con la propiedad privada. No al unicato reemplazando a la división de poderes. No, una y mil veces No.
La tarea de la oposición es, entonces, construir un inmenso Si. Un Si con forma de Arca de Noe donde haya lugar para todas las especies que habitan las esperanzas argentinas.
Sin pensar que será un Arca que llegue a las playas de la República, la Democracia y la Libertad, solo con aquellos que piensan como nosotros. La tarea es tener claro que si falta un argentino, falta la Argentina.
No hay futuro si no le damos un lugar a cada historia, a cada mirada, a cada experiencia que enriquezca la misión.
Pero el rumbo y la playa donde recalar, la debe elegir quien tiene el mandato popular de las urnas. Quienes “ganamos ganando”. No lo imponen ni lo tergiversan quienes dicen haber “ganado perdiendo”.
El Arca Argentina está en pleno desarrollo, todos tienen un lugar para la tarea y para alcanzar el objetivo. La paradoja a evitar esta vez y para siempre, es la de hacer lo contrario a las expectativas generadas.
El Arca está en construcción, nada ni nadie ha de torcerle el rumbo esta vez.
Las nubes se corporizan en el horizonte y algunas ya cargadas al extremo, soltarán las lluvias sobre nosotros, pero si seguimos firmes las premisas de ir hacia el futuro, tendremos recompensa.
El 2023 está a la vuelta de la esquina. Siempre que llovió, paró. Esta vez será para siempre. Depende de nosotros.
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