Pisar el dólar y las tarifas, sumar todo tipo de controles sobre los precios, además de prohibiciones a las exportaciones de alimentos (carne, trigo, maíz), son un clásico en Argentina para intentar frenar la inflación. Estas prácticas se realizan desde 1936 a la fecha por todos los gobiernos, democráticos o no, salvo la pausa en la década de los 90. Es sabido que este manual de la heterodoxia criolla que todavía se enseña en casi todas las facultades de economía del país, no frena la inflación.
Este recetario estancado en los setenta lo único que genera es un descomunal atraso de precios en los sectores afectados, que hace colapsar la inversión del sector en el corto y la oferta del bien o servicio en el largo.
La inflación de los últimos dos años acumuló un 105%, según datos oficiales, pero en los principales sectores regulados como son los servicios públicos de electricidad y gas, el aumento de tarifas fue de sólo 11% en igual período. Ello implica que para igualar la inflación de los últimos dos años, las tarifas de gas y electricidad necesitarían un aumento del 85%. En breve, implica que se necesitará duplicar las tarifas.
Lo único que genera es un descomunal atraso de precios en los sectores afectados, que hace colapsar la inversión
Otros sectores como telefonía e internet necesitan aumentos del 42% para igual la inflación de los últimos dos años. Las prepagas necesitan un incremento del 26%, y el transporte público del 24%, sólo por mencionar algunos de los sectores más afectados.
Más aún, eliminar todos los controles de precios de la economía de los últimos dos años, generaría un impacto directo sobre la inflación de 6,8 puntos porcentuales, y sobre eso falta sumar el impacto indirecto.
Dicho en otros términos, todos los controles de precios de los últimos dos años “restaron” a la inflación 6,8 puntos porcentuales, equivalente a dos meses de inflación de 3,4% mensual.
La misma política económica, la misma crisis
La historia demuestra que los controles de precios acumulan tensiones en la economía que se hacen imposibles de sostener. Es que pisar precios y tarifas sale plata. Pisar precios hace volar el gasto público porque lo que no paga el privado, lo tiene que pagar el Estado. La cuenta de los subsidios escala en forma exponencial y a gatas el Estado cubre el gasto corriente, generando una descapitalización del sector porque no cubre las inversiones necesarias.
La historia demuestra que los controles de precios acumulan tensiones en la economía que se hacen imposibles de sostener
La dinámica es todavía peor. El creciente gasto en subsidios que le genera el control de precios, usualmente lo cubre con más emisión monetaria, generando más inflación y ampliando la brecha entre los precios reales y los precios controlados por la política. El déficit energético llega con una brecha cambiaria creciente y una inflación que, pese a todos los controles, no frena. La crisis culmina en colapso energético, cambiario y fiscal, todo en simultaneo.
Ya no hay reservas en el BCRA para pisar el dólar y menos para esconder el déficit energético que vuelve a toda velocidad. El desenlace en este contexto no tardará en llegar.
El “Rodrigazo” de 1975 fue la crisis económica que llegó cuando se acabaron las reservas del BCRA y el poder político para seguir pisando las tarifas. La explosión de precios todavía se recuerda entre argentinos que peinan canas porque tras esa crisis, argentina empezó a vivir con tres dígitos de inflación la siguiente década. Pero no fue la primera gran crisis por esta política económica.
En 1955 pasó lo mismo tras una década de pisar dólar, precios y tarifas y comerse todas las reservas del BCRA para sostener los “precios cuidados” de la época. La década kirchnerista fue lo mismo pero en este siglo. La crisis demoró en llegar porque, así como Perón se comió todas las reservas del BCRA que dejó la segunda guerra mundial, el Kirchnerismo se comió todas las reservas que dejó la soja y las inversiones de la década de los 90. Cuando se agotaron las reservas, llegó la crisis fiscal, energética y cambiaria, en simultaneo.
En 1955 pasó lo mismo tras una década de pisar dólar, precios y tarifas y comerse todas las reservas del BCRA para sostener los “precios cuidados” de la época
1955, 1975, 2015, no sólo son años que terminan con 5. Son años que estalla la misma política económica de pisar dólar, tarifas y comerse las reservas del BCRA. Alberto no tendrá la suerte de patear la crisis que gesta hasta el 2025 porque arranca el 2022 ya sin reservas, con brecha del 100% y dudoso poder político.
Este modelo económico no sólo no tiene solución, sostenerlo sólo aumenta la deuda y la crisis que gesta. No es un comentario apresurado, hay 80 años haciendo lo mismo con los mismos resultados.
Argentina se hizo grande exportando y comenzó su colapso cuando se alejó del comercio exterior. Cuando abrazó todas estas prácticas que llenan los diarios hace décadas: retenciones, desdoblamiento cambiario, control de precios, del comercio exterior, gasto público y maquinita. Colapsó cuando hizo carne el “vivir con lo nuestro”, el “Estado presente” y coquetear con el “Che”.
Pero el problema económico es sólo el reflejo del problema sociológico que hay de fondo. Hay que preguntarse por qué siendo un país democrático, no sorprende el apoyo de Argentina a las dictaduras de la región. Cuando eso indigne a todos, recién ahí arrancará la solución porque será el reflejo de un cambio cultural.
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