La mesa de los argentinos está con sillas vacías

Es el resultado de poner trabas a las exportaciones de diversos cortes de carne vacuna y desalentar las inversiones productivas generadoras de empleos

El Gobierno asegura que las medidas para la industria frigorífica contribuirán a generar un equilibrio entre el mercado de consumo local y el de exportación

Uno de los últimos decretos del 2021, el 911, firmado por el Presidente de la Nación Alberto Fernández, su jefe de gabinete de ministros Juan Manzur y del ministro de Agricultura, Julián Domínguez resolvió: “suspender hasta el 31 de diciembre del 2023 la exportación definitiva y/o suspensiva, con destino al exterior del país, de los siguientes cortes bovinos frescos, enfriados o congelados: Reses Enteras, Medias Reses, Cuarto Delantero Con Hueso, Cuarto Trasero Con Hueso, Medias reses incompletas con Hueso y Cuartos delanteros incompletos con Hueso.

Por otro lado, prohíbe la exportación hasta fin del 2023 de los siete cortes parrilleros que tienen una alta demanda en el mercado interno, asado con o sin hueso, falda, matambre, tapa de asado, nalga, paleta y vacío”.

Resoluciones dictadas en el entendimiento de que contribuirían a generar un equilibrio entre el mercado de consumo local y el de exportación.

Las prohibiciones en los mercados de bienes y servicios, en general, producen desabastecimiento y mercados negros

Más allá de haber vivido por experiencia que las prohibiciones en los mercados de bienes y servicio, en general, producen desabastecimiento y mercados negros, rara vez sirven para controlar los precios, porque en general seguirán subiendo y los productores más propensos al riesgo buscarán la forma de exportar esos cortes sin pasar por los controles aduaneros, algo que además les resultaría más rentable, pues lo harían a un tipo de cambio del doble de valor y sin pagar impuestos. Una nueva oportunidad para los delincuentes y aprovechar para evadir prohibiciones, cepos, restricciones y controles, en los que para ellos el premio por incumplir es mayor que el castigo por no hacerlo.

Tal vez, como paradoja del destino, no sea casual que el número del decreto sea el 911. Desde 1968 se comenzó a utilizar ese número telefónico para reportar todo tipo de aviso de emergencias para bomberos, policía o los servicios médicos desde cualquier parte de los Estados Unidos. En la actualidad se ha extendido a varios países, Argentina es uno de ellos.

Quizás, el decreto 911/2021, como señal divina, haya venido a alertarnos sobre la emergencia en la que nos encontramos como nación, sobre la pérdida de rumbo en la que TODA la política yace inmersa.

Oficialismo y oposición carecen de la sensibilidad que los tiempos demandan. El pedestal del poder pareciera estar rodeado de nubes que empañan la visión hacia abajo

Oficialismo y oposición carecen de la sensibilidad que los tiempos demandan. El pedestal del poder pareciera estar rodeado de nubes que empañan la visión hacia abajo, hacia los súbditos que trabajan para pagar impuestos y consumen sus ahorros acumulados, esperando momentos mejores.

Exportación de talentos

Mientras que el Gobierno se preocupa por resguardar los cortes de carne que se consumen en las mesas de los argentinos olvida que hay otro corte de exportación que sale libremente, sin controles, sin resguardo.

Un tipo de exportación que no paga impuestos ni genera divisas, a ningún tipo de cambio, es más, representa la fuga de recursos más importante que un país pueda tener, los humanos.

Hay un tipo de exportación que no paga impuestos ni genera divisas, a ningún tipo de cambio, es más, representa la fuga de recursos más importante que un país pueda tener, los humanos

Un corte cuya producción ha demandado el esfuerzo de familias enteras y también del Estado. Una especie demandada en todo el mundo, que es recibida con brazos abiertos y que en Argentina desechamos.

Un producto al que las políticas públicas, las malas propuestas electorales de cara al futuro y la pérdida de confianza hacia la clase dirigente vacían las sillas de las mesas de los argentinos.

Hay una especie demandada en todo el mundo, que es recibida con brazos abiertos y que en Argentina desechamos, los jóvenes que buscan oportunidades fuera del país cansados de esperar (Reuters)

La gran mayoría conocemos a personas o tenemos amigos, familiares o incluso hijos que han decidido irse a vivir a otro país.

Desde los años previos a la dictadura militar, Argentina ha sido un país de emigrantes. Lejos quedaron aquellos tiempos de nuestros abuelos que veían en nuestro país la tierra prometida. El lugar que les daría la oportunidad de vivir en paz y con un trabajo que les permita alimentarse y mantener una familia.

Las crisis del 2001 y las devaluaciones brutales posteriores al 2017 han sido caldo de cultivo para que desde 2020 no hubiera restricciones a la circulación ni pandemia que frenara la salida de argentinos que cambiaron residencias, nacionalidades y lugares en donde vivir.

Lejos quedaron aquellos tiempos de nuestros abuelos que veían en nuestro país la tierra prometida

Muchos de los grandes empresarios de la Argentina se radicaron en países vecinos, otros trasladaron las sedes de sus compañías hacia otras jurisdicciones. Incluso, las empresas de fintech, muy de moda en estos tiempos, están tomando la decisión de cambiar su radicación emigrando hacia países de Centroamérica. Algo impensado hace apenas unos pocos años.

En términos de cantidad de habitantes, los argentinos que viven en el exterior son poco más de un millón de personas, algo más del 2% de la población total, sin embargo, desde el análisis en función a la población económicamente activa y a las posibilidades de generación de ingresos y empleo superan el 12 por ciento.

En general, quienes se van lejos de sus raíces, de sus afectos, lo hacen porque han agotado las esperanzas de encontrar el futuro en su tierra. El destierro que impone la falta de oportunidades es un castigo para el que se va y para los que nos quedamos.

La exportación de talentos ya acumula el 12% de la población económicamente activa (EFE)

La salida de quienes son emprendedores y que además cuentan con patrimonio para arriesgar y dar empleo, es un castigo para sus potenciales empleados. La pérdida de recursos valiosos, que producen valor agregado y cuyas actividades derraman empleo y distribuyen riqueza es un fracaso generalizado.

Personas que buscan progresar y emprendedores con capital para invertir, son extremadamente escasos en el mundo. Son productos de un altísimo costo y de un valor estratégico que cualquier nación debería proteger y dar el marco propicio para que se desarrollen y multipliquen.

Es por eso que el decreto 911/2021 debería ser un llamado de emergencias, ya no para prohibir la exportación de algunos cortes de carne, sino para alertar que nos estamos quedando con menos amigos, hermanos o hijos en nuestras mesas.

Personas que buscan progresar y emprendedores con capital para invertir, son extremadamente escasos en el mundo

Un llamado para rogar por que el Estado proteja la cría, la reproducción y el engorde de los jóvenes trabajadores, profesionales recibidos en nuestras universidades públicas y empresarios cuyas experiencias se forjaron en nuestras tierras y mercados.

De nada sirve una mesa llena de carne y con sus sillas vacías.

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