Tras meses de misterio, el Gobierno dio a la luz los primeros lineamientos del plan económico, de cara a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). A pesar de la larga espera, la presentación careció de números finos y sembró muchos interrogantes. Una de las pocas variables que sí proyectó fue el resultado fiscal buscado, y, dicho sea de paso, fue uno de los puntos más criticados por el mercado.
El ministro Martín Guzmán mostró en un gráfico, una trayectoria de reducción del déficit que llevaría a conseguir el equilibrio recién en 2027, y aclaró que este punto es uno de los que generan diferencias con el Fondo para llegar a un acuerdo, ya que el organismo, y fundamentalmente Estados Unidos, estaría exigiendo converger a un déficit cero en 2024, lo que implicaría un mayor esfuerzo fiscal en los dos años que le quedan a la administración actual.
Basta observar los “EFF” (Acuerdos de Facilidades Extendidas) que se firmaron en el último tiempo, para comprender que no será fácil torcer la muñeca del FMI en este punto. Tanto las proyecciones de Costa Rica, Ecuador, Gabón, Jordania, Kenia, Pakistán y Seychelles muestran superávit fiscales primarios para 2023 y 2024, mucho antes de lo que pretende la Argentina.
Más en línea con lo solicitado por el Fondo, el ministro propuso un incremento de tasas por encima de la inflación (tasa real positiva) para respaldar la demanda de activos en moneda local, la intención de acumular Reservas Internacionales y la reducción del financiamiento monetario.
El ministro propuso un incremento de tasas por encima de la inflación para respaldar la demanda de activos en moneda local, acumular Reservas Internacionales y reducir el financiamiento monetario
En esta línea, un día después, el Banco Central decidió aumentar la tasa de política monetaria en 200 puntos básicos (de 38% a 40% anual), luego de catorce meses sin retoques. Sin embargo, la eliminación progresiva de los Pases a siete días abre la puerta a un interrogante que genera dudas sobre la razón de la medida. ¿A dónde irán esos fondos? Parte irá a Leliq a 28 días, dado que el BCRA levantó el límite de tenencia hasta el total de depósitos privados. El resto deberá canalizarse por el PASE a 1 día (de menor tasa), la nueva Leliq a 180 días (cuenta con una tasa efectiva que no compensa el incremento en duration) o títulos públicos (de mayores tasas, pero cambiando al riesgo de crédito del Tesoro).
Ante un límite de ayuda monetaria por Carta Orgánica del BCRA, más riguroso en 2022, la medida presiona más a los bancos para que incrementen la exposición a títulos públicos, y, así, asistir a cubrir las necesidades fiscales.
A simple vista, los mercados emergentes comenzaron el año con el pie incorrecto. El tono más duro de la Reserva Federal repercutió en todo el abanico de deuda emergente, por lo cual, los activos argentinos terminaron sufriendo por partida doble.
De hecho, la debilidad de los primeros días de la semana, se intensificó tras la presentación de los lineamientos económicos del ministro Guzmán a los gobernadores del oficialismo el último miércoles. Así, los bonos en dólares cayeron entre 5,3% y 6,9%, mientras el riesgo país trepó 100 puntos básicos, para rondar nuevamente el umbral de 1.800 pb (18% anual de sobre tasa de interés respecto del rendimiento de un bono del Tesoro de los EEUU).
El tono más duro de la Reserva Federal repercutió en todo el abanico de deuda emergente, por lo cual, los activos argentinos terminaron sufriendo por partida doble
Vale destacar que el aumento de la probabilidad de incurrir en atrasos con el FMI (en caso de no llegar a un acuerdo antes de marzo) implican un escenario más complicado para la deuda privada.
Mirando las probabilidades de default, es interesante que la posibilidad de ocurrencia de un incumplimiento a 2 años se disparó 722 puntos básicos (51,35%) en la semana, mientras que el resto de la curva reflejó subas promedio de 385 pb para el mismo período.
La lectura es sencilla. No cerrar con el FMI podría desencadenar un default de la deuda privada antes de 2023, y es por eso que los bonos que mayor cupón pagan hasta esa fecha (los de mayor tasa corriente) fueron severamente castigados (41 por ciento).
¿Estará Guzmán emulando el tono agresivo que usó al comienzo de la restructuración con los bonistas privados? No hay que olvidar que es un contexto de negociación y no extraña una postura dura al inicio de la misma. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en 2020, los tiempos esta vez son más apretados y el reloj corre en contra de la Argentina. Desde la primera propuesta de restructuración soberana en abril 2020 y el anuncio del acuerdo inicial pasaron cuatro meses (cinco hasta que se emitieron los nuevos títulos). Esta vez el Gobierno no cuenta con ese margen.
La escasez de reservas netas en el BCRA y la suma de necesidades a pagar en dólares obligan a apurar el asunto. La fecha clave será en marzo con el pago de capital por USD 2.879 millones al propio FMI. Sin alcanzar un acuerdo antes de ese límite, las reservas netas (incluyendo oro) caerán a terreno negativo, o en su defecto, Argentina entrará en cesación de pago con el Fondo.
Cabe esperar un verano caliente.
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