El BCRA aceleró el ritmo de devaluación del peso, según el tipo de cambio oficial a 1,6% en diciembre, pero la suba de precios alcanzó 3% -según el modelo de anticipo de inflación de Equilibra-, cerrando otro mes de apreciación cambiaria.
Los números del 2021 permiten dimensionar el impacto del esquema de retraso cambiario electoral:
1) El Tipo de Cambio Real Multilateral acumuló en el último año una apreciación del 17 por ciento;
El Tipo de Cambio Real Multilateral acumuló en el último año una apreciación del 17 por ciento
2) Pese a la notable mejora de los términos de intercambio, el stock de reservas brutas en el BCRA (USD 39.500 millones) y netas (USD 3.700 millones) cerró en niveles similares a fines de 2020, y retrocedieron en términos relativos por el elevado incremento del PBI en dólares y de las importaciones (por fuerte recuperación y apreciación cambiaria); y
3) La brecha entre el tipo de cambio oficial y el financiero, cerró el año en torno del 100% cuando a fines de 2020 no superaba 75 por ciento.
La escasez de divisas condiciona la expansión de la economía y es un punto crucial en las negociaciones con el FMI. De hecho, las restricciones al pago de importaciones que implementó el BCRA en octubre para morigerar la caída de reservas repercutieron en la actividad económica, que mostró en dicho mes un retroceso del 0,8% sin estacionalidad, cortando una racha de cinco meses de expansión. La industria y el comercio -sectores íntimamente relacionados a las importaciones- lideraron el retroceso.
La escasez de divisas condiciona la expansión de la economía y es un punto crucial en las negociaciones con el FMI
Cabe destacar que durante noviembre el BCRA aflojó el torniquete importador, por lo cual puede revertirse parcialmente la caída de los sectores productivos dependientes de las compras externas y hay diversas ramas de actividad como los servicios no transables, que insumen pocas divisas y aún no recuperaron el terreno perdido durante la pandemia.
Límites a la reactivación
Sin embargo, es difícil pensar que la actividad superará sostenidamente el pico alcanzado en septiembre 2021 si no se distiende la restricción externa, que depende del contexto externo relevante para Argentina y un acuerdo con el FMI.
Pese a que los precios internacionales de las materias primas agrícolas siguen recuperándose -la soja alcanzó USD 500 por tonelada y el maíz se aproxima a USD 250 la tonelad- el contexto internacional relevante para nuestro país se está nublando. Tras afirmar que la aceleración inflacionaria ya no es un fenómeno transitorio, la Reserva Federal (FED) aceleró la pelea contra la suba de precios: el fin de la inyección de liquidez se adelantó a marzo de 2022, y es posible que antes de mediados del año suba su tasa de interés de referencia.
Además, las perspectivas de crecimiento de Brasil y de China, nuestros principales socios comerciales, se han recortado.
Por último, la aparición de la cepa “Omicron” de coronavirus, que, pese a que sería menos letal que las precedentes es más contagiosa, generó en el hemisferio Norte confinamientos.
La elevada tasa de vacunación y el adelantamiento de la dosis de refuerzo en la Argentina es un activo en la lucha contra la pandemia, pero se enfrenta a una sociedad cansada -tras casi dos años de pandemia- y que atraviesa un período de relajamiento -fiestas de fin de año y vacaciones de verano-.
Las perspectivas de crecimiento de Brasil y de China, nuestros principales socios comerciales, se han recortado
Al complejo contexto descripto se le sumó un hecho político trascendente: la Cámara de Diputados de la Nación rechazó el Proyecto de Presupuesto 2022 con supuestos irreales e inconsistentes, lo que llevó al Poder Ejecutivo a prorrogar por decreto el Presupuesto 2021. Más allá que la mejora nominal de los ingresos permite al Jefe de Gabinete de Ministros asignar discrecionalmente los recursos por encima de los fijados en esa ley (que serán muy abultados), el andamiaje legal de un DNU no es el mismo que el de una ley y no es un buen precedente de cara a la aprobación del eventual acuerdo con el FMI en el Congreso.
De todas maneras, el Poder Ejecutivo logró recuperar la iniciativa en el Congreso arrebatándole a la oposición la ley que modifica el Impuesto a los Bienes Personales y firmó con todas las provincias -excepto CABA- un nuevo consenso fiscal que da marcha atrás a la reducción progresiva de alícuotas de impuestos provinciales aprobada en 2017, y habilita la creación de nuevos tributos.
Fondo Monetario
La misión de Economía a Washington logró avances en diciembre, pero el Fondo aclaró que faltan detalles. Aún no prosperó en el seno del FMI el pedido de reducción de la sobretasa por los préstamos que exceden las cuotas ordinarias de los países y la revisión interna sobre el préstamo excepcional concedido a la Argentina concluyó que fue otorgado cumpliendo las normas.
La “auditoría” critica acertadamente que el FMI haya aceptado el bloqueo del gobierno de Mauricio Macri a la introducción de controles de capitales y la reestructuración de la deuda pública sugeridos por el staff técnico, pero implica que el posible acuerdo con el Fondo será menos permeable a cuestiones políticas. La Argentina devolvió a fin de año -con el remanente de los DEG percibidos- casi USD 1.900 millones al FMI, pero las negociaciones se dilatan y el tiempo no está de nuestro lado.
En síntesis, el arranque del 2022 luce complejo para la económica argentina. En el escenario Base que desarrollamos en Equilibra -denominado “Estanflación controlada”-, el Poder Ejecutivo logra un acuerdo con el FMI, que no revitaliza la actividad ni genera un shock de confianza, pero ayuda a corregir los desequilibrios acumulados evitando un escenario disruptivo.
El escenario base es que el Poder Ejecutivo logra un acuerdo con el FMI, que no revitaliza la actividad ni genera un shock de confianza, pero ayuda a corregir los desequilibrios
Sin embargo, podemos pensar en diversos desvíos respecto al nuestro escenario más probable. El primero de ellos, es el elevado riesgo cambiario a enfrentar durante el verano de 2022: el BCRA está intentando contener las presiones, pero tiene escaso poder de fuego y está apelando a restricciones -a las importaciones- cada vez más nocivas. El segundo desvío es que las negociaciones con el FMI no lleguen a buen puerto, lo que desemboca en un incumplimiento y una crisis hacia mediados de 2022. Un tercer desvío posible ocurre hacia fines del año: pese a haber aprobado un programa económico con el Fondo, el apoyo político-social a las medidas acordadas se diluye, lo que lleva al Poder Ejecutivo a incumplirlas, lo que desemboca en un repudio de la deuda contraída potenciando el riesgo de una corrida cambiaria.
Esperemos no desviarnos del Escenario Base, ya que permitiría romper la maldición recesiva de los últimos cinco años pares.
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