Queridísima Ofelia

Electa con 19 años, la adorable y cordial legisladora es una referente de la juventud ardiente

Al rayar el año que viene -y el que se va y nunca volverá-, y con algunos nubarrones por la reelección de los intendentes en la provincia de Buenos Aires y sus vergüenzas, bien vendrá reparar en Ofelia Fernández. Se trata del futuro, que es bastante importante, parece. Simboliza el florecimiento de la juventud. Ya tendrá tiempo, Ofelia, de subir al potro disparado del tiempo. Al notarlo, cambiará sola de generación y Ofelia, encantadora Ofelia, te darás cuenta. Ahora, la adorable y cordial legisladora que de manera unánime aplaude al pueblo argentino, es la juventud ardiente. Elegida a los 19 años, juró “por su generación”, lo que de manera conmovedora materializó en conseguir el aborto seguro y gratuito, su bandera. La foto detalla para la Historia el pañuelo verde de su batalla.

Segura de sí misma, se hace fuerte: “Me quieren hacer parecer una pendeja”. Justo a la heroína formada en la Escuela Superior de Comercio, el Pellegrini, donde hizo gimnasia política en el centro de estudiantes. Reelecta, encima: ¿Querían café ? ¡Dos tazas! La líder empezaba a mostrar la hilacha. En el buen sentido.

El buen sentido es tu persistencia en convicciones y realizaciones. Un grupo de maledicentes y fabricantes de anónimos con flechas mojadas en curare, algo de lo peor, insisten en la calumnia de afirmar todo lo contrario. Dicen que no saben en qué consisten tus convicciones y, menos aún, tus realizaciones. Un consejo, si lo permitís: ignoralos, hacé como que no existen. Es la envidia, diputada, no lo dudes un solo segundo. ¿Acaso no sos la legisladora más prometedora entre unos cuantos nombres elegidos por la revista Time, donde no faltaban una jugadora de bádminton buenísima y una escritora trans? Eso queda en la historia, pequeña gran luchadora. En tu mirada -quienes son admiradores lo notan de inmediato- está la intensidad de una dulce mañana de primavera con gotas de rocío sobre las rosas. Tranquiliza. Regala optimismo. Cura. En tu interior arden las estrofas mayores: ¡”Arriba, parias de la Tierra! ¡En pie, famélica legión!”. El hecho de que te suene parecido a un tema de Maluma, no va en tu desmedro. Tu trabajo denodado y de tiempo completo, no puede ni debe abarcarlo todo. No se puede mezclar todo, como bien razonás con tanta lucidez. Un poco de setentismo criollo no tiene mucho contacto con aquel himno y aquella Comuna. Al General no le iba aquello, eso es cierto , ¿por qué entonces entrar en contradicción? El General conocía esos acontecimientos, que era hombre y culto pero de otro palo. Sos de una astucia magnífica, Ofe.

No todo es teoría o declamación inflamada. Te honra haber ocupado el colegio, tu Colegio, durante un montón de días para acelerar una reforma educativa. Es decir vos y otros alumnos, un buen número de chiques, se instalaron, durmieron y -¡mienten!- ejercitaron el amor humano que hace tanta falta. El hecho de que no se hiciera reforma de ningún tipo resulta irrelevante. Lo que importa, Ofe, es que hayas puesto una pica en Flandes, y perdón por eso porque no habías nacido todavía, razón última y verdadera de todo conocimiento. ¿No, Ofe? Las lenguas ponzoñosas corrieron a dejar caer que el viejo colegio quedó hecho un basurero, que hubo robos y daños de elementos pedagógicos importantes por no agregar la falta de algunas computadoras. Falsedades, desde luego. El rector inició unas tonterías judiciales, te das cuenta, el difamador y auténtico buchón del más despiadado capitalismo. Fue una gesta. Con la compañía emocionante de numerosos padres que también durmieron y acompañaron a los chiques en la seguridad de reverdecer glorias que perduran al rescoldo. Las glorias de cuando Daniel Ortega era bueno. Lo bien que hicieron, legisladora. Todos tomados de la mano, ahora que los mayorcitos se habían entregado al delantal -sobre todo los varones – para seguir las recetas del Canal Gourmet. Se sintieron tan bien.

Tanto significado, Ofelia, tesoro, llega a estas horas de tránsito como un trofeo de justicia y deslumbramiento. Ni siquiera pudieron doblegarte con el viaje para dar una conferencia en la Universidad de Otoño en Madrid, donde los héroes de los pueblos oprimidos reflexionaron entre el Jabugo, las langostas y el cava catalán con sus burbujas. Perversos, dijeron que se le había provisto de 250.000 euros para dictar una conferencia. Negaste esa suma o, mejor, dijeron que todo gasto corría por cuenta de quienes te invitaron. ¡Les tapaste la boca! No les diste el placer de señalar que un cuarto de millón de euros es una suma grande y que con ese monto se podría comprar una muy buena propiedad en Madrid, donde, se dijo ya, pronunciaste con seguridad palabras inmortales. Así van a aprender.

Con felicidad, queridísima Ofelia, se rinden estos torpes párrafos a tu personalidad. No todo está perdido, ni siquiera una parte en todo caso: estás vos, siempre activa y empática en la incubadora de los futuros próceres.

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