Una nueva forma de pensar los plásticos en la Economía Circular

En Argentina se generan 1,1 kilos de residuos sólidos urbanos por persona por día, lo que representa 14 millones de toneladas anuales, de las cuales 43% termina en basurales a cielo abierto

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Una planta de reciclaje (EPA/GIAN EHRENZELLER)
Una planta de reciclaje (EPA/GIAN EHRENZELLER)

Argentina tiene una oportunidad única para implementar políticas de Economía Circular y, a la vez, visibilizar su desarrollo. Es indispensable comprender que los plásticos no son un residuo sino un recurso, por lo que es esencial su consumo responsable, ecodiseño, ciclo de vida, reciclado y valorización. Más que nunca, necesitamos que la conversación se convierta en acción. Si bien se ha avanzado mucho en los últimos años, logrando quintuplicar la cantidad de plástico reciclado desde 2003, todavía queda un largo camino por delante para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030.

Creemos en un círculo virtuoso donde no hay desperdicio, un mundo donde todo se convierte en otra cosa de forma circular. Hoy el 70% de los valiosos recursos naturales que extraen y se consumen, se convierten en desperdicio. La mayor parte del consumo se realiza sin tener en cuenta el impacto de ese producto ni los residuos que ocasiona. En Argentina se generan 1,1 kilos de residuos sólidos urbanos por persona por día, lo que representa 14 millones de toneladas anuales, de las cuales 43% termina en basurales a cielo abierto.

Si bien se ha avanzado mucho en los últimos años, logrando quintuplicar la cantidad de plástico reciclado desde 2003, todavía queda un largo camino por delante

Actualmente sólo 6 de cada 10 argentinos recicla y, entre los que no lo hacen, 8 de cada 10 quisieran separar y/o reciclar su basura pero no cuentan con la suficiente información, educación y/o infraestructura para poder hacerlo. El 95% opina que sería útil que en las escuelas haya capacitaciones o asignaturas obligatorias sobre reciclaje, mientras que el 43% considera que realizar campañas de concientización y educación es el método más eficaz para que las personas que aún no separan ni reciclan comiencen a hacerlo.

La educación ambiental y el consumo responsable son centrales para la disposición final de todos los reciclables. Esta transformación sólo puede lograrse con un cambio cultural de todas las partes involucradas: personas, gobiernos, instituciones, empresas, marcas, escuelas y universidades. El circuito del plástico necesita ser transformado continuamente: de recurso a producto, para volver a reciclarse en otro recurso. Son necesarias estrategias completas, que incluyan decisiones individuales, educación y una base de políticas públicas que fortalezcan estos procesos.

Vemos necesaria una Ley Nacional que instaure la Responsabilidad Extendida del Productor, según las definiciones de la OCDE. Nuestra Organización, especializada en plásticos y Medio Ambiente, trabaja hace más de veinte años en impulsarla, para generar un circuito sustentable de gestión de residuos reciclables con la mirada de reciclado inclusivo.

Creemos en un círculo virtuoso donde no hay desperdicio, un mundo donde todo se convierte en otra cosa de forma circular

Nos parecen oportunos los proyectos que incluyan los conceptos y principios de la economía circular, el ecodiseño de los envases para mejorar su circularidad, con la mirada también del ciclo de vida en el entendimiento que los materiales recuperados puedan transformarse en insumo de otros procesos productivos. En ese sentido, consideramos que es necesaria la articulación público-privada para garantizar la sustentabilidad del sistema y el compromiso de la industria.

Hoy se reciclan en nuestro país 282.000 toneladas de plásticos por año, lo que equivale a 235 mil autos o 1600 obeliscos y representa un 26% del reciclado y valorización de envases posconsumo doméstico. Y que puede ser mucho mayor ya que la industria recicladora plástica tiene un 40% de capacidad ociosa por falta de insumos. Por eso, apuntalar el consumo responsable y la educación son claves en este proceso.

Todos los materiales tienen un impacto negativo si son mal dispuestos: la comunidad, las marcas y los gobiernos deben ser conscientes de ello. Buscamos promover una gestión eficiente de los residuos y una economía circular a través de la puesta en práctica de las 7Rs: rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, reciclar y recuperar.

Sólo 6 de cada 10 argentinos recicla y, entre los que no lo hacen, 8 de cada 10 quisieran separar y/o reciclar su basura pero no cuentan con la suficiente información, educación y/o infraestructura para poder hacerlo

A su vez, debemos inspirar y potenciar una nueva cultura, donde cada producto sea diseñado para no volverse basura. En este sentido, el “ecodiseño” apunta a crear productos que sean factibles, técnicamente industrializables y financieramente rentables; deseables, tanto para clientes como para consumidores; y sostenibles, con un óptimo consumo de recursos y generación de emisiones y considerando todo su ciclo de vida. Hoy tenemos el desafío de repensar nuestros hábitos con esta mirada. El rol de la industria es central en esta nueva cultura de consumo y los plásticos son aliados para la sustentabilidad.

Los plásticos siempre aportaron soluciones eficientes y mejoras a la calidad de vida de la sociedad con productos nobles, versátiles, seguros y económicos. La gran demanda de productos plásticos trae aparejada también la responsabilidad de su gestión y repensar los mismos con toda la cadena de valor durante su ciclo de vida. Queda en nosotros -ciudadanos, instituciones, empresas y estado- repensar cómo relacionarnos con ellos, aprovechando lo que tienen para dar, incorporándolos en formas de producción y consumo cada vez más circulares y sustentables.

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