¿Quién eras, Fernando De la Rúa?

El presidente de origen radical renunció en diciembre de 2001, en medio de la peor crisis social y económica de la democracia

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Fernando De la Rúa
Fernando De la Rúa

Los días finales del año 2001 nos han traído la trágica renuncia de Fernando De la Rúa y el vuelo al que se lo llevaron en helicóptero hasta Olivos.

El Presidente había renunciado en medio de la que quizás haya sido la mayor crisis de la democracia argentina, donde no faltaron abismos. Ha sido imposible recorrer sin ánimo suspendido y en silencio la recuperación de esos días de furia y abatimiento que llevaron a la Argentina a la posibilidad de un enfrentamiento generalizado y a la anarquía. Después del triunfo de la Alianza -UCR y Frepaso- con la fórmula Fernando De la Rúa - Carlos “Chacho” Álvarez, se produjo un cambio que iba a girar desde el entusiasmo hasta el naufragio. Definido como una coalición de centroizquierda, aunque con numerosos matices, en dos años estalló.

Para quienes lo vivieron y quienes ahora ven de qué modo se produjo el desmoronamiento parece por momentos un camino lineal cuando en realidad- se advierte- la situación fue desde el inicio amenazante. Con el apoyo de una campaña publicitaria que consiguió convertir el hecho negativo en otro positivo: “Dicen que soy aburrido”. Con astucia y con ingenio, ser aburrido era sostener la democracia, mantenerse siempre honesto, combatir la corrupción, comprometerse con la gobernabilidad siempre tan temida en la historia del país.

No tenía control del Senado, recibía la misma Corte de Carlos Menem, muchos gobernadores eran peronistas -el de la Provincia de Buenos Aires, clave-, los poderosos jefes sindicales no disimulaban su fastidio hacia el presidente elegido. Pudo mantenerse la convertibilidad con Domingo Cavallo pero las acechanzas ponían nubes negras sobre la Casa Rosada. En el gabinete podemos encontrar a José Luis Machinea, a Rodolfo Terragno, a Federico Storani, a Ramón Mestre, a Hernán Lombardi, a Adalberto Rodríguez Giavarini, a Ricardo López Murphy, a Nicolás Gallo, a Ricardo Gil Lavedra, Alberto Flamarique (blanco de los rumores acerca de sobornos en el Senado para conseguir una reforma laboral, un punto candente). Más tarde en la misma esfera, y luego en Seguridad, a Patricia Bullrich, a Fernando de Santibañes, a Christian Colombo, a Juan Llach, a Juan Pablo Cafiero, Graciela Fernández Meijide. Alcanza para el naipe con el que iba a jugarse y cómo se había barajado. Con quiénes. Y con el terremoto del que se fue pronto.

“Chacho” Álvarez renunció a la Vicepresidencia de la República. El alto y elegante abogado triunfante en la política con su rostro, donde imperaba la enérgica nariz, se quedó más solo que la una. La deserción de Álvarez nunca fue explicada con la claridad que no significara una zancadilla premeditada. Puso su escritorio en el café Varela Varelita de la calle Scalabrini Ortiz donde al parecer sentaba una silla para un cortado y dos medialunas con frecuencia. Los periodistas tenían que ir a verlo para dar a la historia en frases escurridizas. Fue una bomba sobre el Ejecutivo y todas las instituciones del gobierno elegido.

Por esas horas, conversaba con cierta reserva pero precisión profesional Anne Krueger, sub gerente del FMI, acerca de la grave situación económica del país: “La Argentina no puede pagar su deuda y los acreedores reaccionaron con vender los títulos de lo endeudado. El FMI se mostró muy colaborativo debido a las reformas que se habían intentado antes. Pero fueron reformas incompletas. El peso se sobrevaluó. El FMI no puede aceptar una moneda sobrevaluada o una deuda insostenible”. Se lo dijo a Cavallo: “It´s over, Mingo”.

Salida de Fernando De la Rúa durante la crisis de diciembre de 2001
Salida de Fernando De la Rúa durante la crisis de diciembre de 2001

La implosión de la convertibilidad abrió las puertas del desastre empujado por la alta posibilidad de una conspiración para desalojar a De la Rúa desde el interior de su espacio y desde el exterior. Con el lanzamiento de la ira generalizada por el corralito –quien haya visto gritar y golpear los cofres de metal con que los bancos se habían blindado para resistir el embate de todos aquellos que habían sido privados de sus fondos, jamás lo olvidará-, la calamidad se aceleró.

Estos, y muchos más con la cólera del “que se vayan todos”, están registrados por horas en el trabajo de periodistas, historiadores valiosos. Se quiere decir la coordinación en todo el país, la cacerola de veinticuatro horas, la violencia espontánea y la orquestada por medio de hordas de alquiler con alimento en las barrabravas siempre funcionales a la política local, los saqueos, el incendio, los muertos.

¿Quién eras, Fernando De la Rúa?

Es tal vez lo más difícil de descifrar. Delfín de Ricardo Balbín, caudillo radical y opositor casi profesional de Perón durante sus gobierno anterior al regreso- es un modo de decirlo-, De la Rúa, de tronco gallego y un aire tranquilo y distinguido desde sus primeros garabatos en el arte político, nunca perdió una elección. Bueno decirlo porque a su alrededor se echó a rodar la idea de que no era un político de tiempo completo, un amateur que dedicaba más horas a su estudio o a otras cuestiones que al partido. Que no era lo suficientemente unidireccional como para que rindiera frutos ganadores. No tenía mayor sentido. En el 73, por ejemplo, a poco de la vuelta de Perón , el FREJULI arrasó con la fórmula Cámpora- Solano Lima, y Fernando dela Rúa derrotó como candidato radical –único caso- para el Senado al nacionalista católico Marcelo Sánchez Sorondo. Por mucho, además.

De la Rúa tenía 35 años, y de esa juventud le nació el mote: Chupete. De atmósfera conservadora o clásico en sus cosas de andar por allí -la campera de gamuza, un foulard anudado en forma criolla-, era hincha de Boca y fue el primer Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires entre 1996 y 1999.

¿Quién hizo luz de gas para que la gente creyera que era un presidente idiota? ¿Cómo se orquestó su desorientación y la puesta en escena del ridículo venenoso?

¿Qué pensabas entonces Fernando De la Rúa, solo? ¿Los hijos varones, Antonio y Aíto, lo sostenían y usufructuaban todo lo posible sus privilegios como se asegura lo hicieron para conseguir aprobaciones en la Facultad de Derecho? ¿Tuvo algo que ver con el Pacto de Olivos al que se opuso con tenacidad y abrió la posibilidad de la reelección del riojano?

Esas horas, con el momento impresionante y la decisión súbita de enfilar a la salida principal de Gobierno después de la dimisión con la posibilidad alta de que fuera linchado.

¿Quién eras? ¿ Cuándo pudiste tragar los amargos tragos del final, la cicuta? ¿Por qué parecías sin dominio de tí y sin brújula?

¿Por qué no enfrentabas la crueldad y la agresividad que se dirigía a crear como natural la incapacidad? ¿Quiénes eras, Fernando De la Rúa?

¿Qué pensabas a los 81 años, cuando la muerte selló ese murmullo en tu mente?

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