Web 3, la revolución de Internet

Aunque la versión actual de la web introdujo servicios beneficiosos y creó un valor económico y social considerable, la riqueza sólo fue a parar a un puñado de grandes oligarcas de la tecnología. En tanto, la privacidad individual y la libertad de expresión se vieron seriamente perjudicadas

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La Web3 impulsará definitivamente la
La Web3 impulsará definitivamente la positilidad de que los individuos seamos dueños tanto de nuestros datos como de nuestra propia identidad (EFE/Emilio Naranjo)

Durante la semana de Art Basel en Miami, una de las ferias de arte más importantes del mundo, se hablaba de blockchain y NFT por las cuatro esquinas, en parte, gracias a que Mike Winkelmann, el artista digital conocido como Beeple vendió en marzo un NFT (o tokens no fungibles, que son archivos únicos que viven en una blockchain y pueden verificar la propiedad de una obra de arte digital) por 69 millones a través de la casa de subastas Christie’s. La venta lo posicionó “entre los tres artistas vivos más valiosos”, según la casa de subastas.

Y es que blockchain, no solamente es una de las palabras de moda entre emprendedores, medios de comunicación y en circuitos empresariales, también es una tecnología que trae una enorme revolución con nuevos modelos descentralizados, tanto de negocios como de gobernanza. No es una evolución fácil, ya que es una tecnología aún ‘marciana’ para muchas personas.

Los primeros interesados en esta innovación fueron los bancos, quienes han tratado de incluir blockchain a sus tradicionales modelos centralizados, pero pocos, muy pocos han podido sacar a la luz un producto para las ‘masas’, ya que se han topado con la falta de regulación de esta novísima tecnología o una falta de profundo conocimiento sobre lo que es verdaderamente la descentralización. También las compañías tecnológicas, como no podría ser de otra forma, están innovando con blockchain, de ahí que Twitter haya creado toda un área (Bluesky) para buscar modelos para descentralizar la red social. Incluso hasta equipos de fútbol quieren utilizar esta innovación para generar un mayor ‘engagement’ con sus fans. Y es aquí donde los NFT o activos digitales, también están empezando a encontrar su sitio en este mar de innovación, principalmente en el mundo anglosajón, como certificador de los activos.

Sin embargo, las blockchains no son nuevas. Esta tecnología vio la luz en 2009 gracias a Bitcoin, la criptodivisa que se hizo realidad junto a su revolucionario ‘libro contable’ digital, que es la cadena de bloque donde cada transacción queda registrada públicamente y no se puede alterar, sólo enmendar. Pero poco más se puede hacer con la blockchain de Bitcoin. Por ello, en 2015 nace Ethereum, una tecnología que se basa en Bitcoin, pero que añade los Contratos Inteligentes, donde se pueden realizar cientos de aplicaciones descentralizadas. Sin embargo, a pesar de la maravilla que trajo Ethereum, pocos emprendedores pudieron escalar con nuevos modelos de negocios (Ethereum está en fase de evolucionar hacia 2.0 y dar solución a sus problemas de escalabilidad). De ahí que, en 2016 Gavin Wood, co-fundador y CTO de Ethereum, decidiera separarse del proyecto y fundar Polkadot, una nueva generación de blockchain para dar escalabilidad e interoperabilidad a blockchain.

El ecosistema afronta un horizonte de crecimiento al que no paran de sumarse actores, que con sus propuestas prometen dar un golpe encima de la mesa para cambiar las reglas del juego y también lo que entendemos como Internet, piedra angular de esta revolución Blockchain. Si todavía no les suena la Web3, pronto será una realidad, pues será la sucesora de la Web2, conocida como la de las redes sociales y en la que nos encontramos actualmente, mutará para adquirir el concepto de descentralización como principal máxima, para que los usuarios seamos dueños tanto de nuestros datos como de nuestra identidad.

Es aquí donde entra en escena Polkadot, blockchain cuyo objetivo es convertirse en la más interoperable para dar paso a la nueva revolución del Internet que conocemos, la Web 3.0.

Aunque la Web2 (la versión actual de la web) introdujo toda una serie de servicios beneficiosos y creó un valor económico y social considerable, posteriormente centralizó el mundo hasta un grado insólito. La riqueza creada por Internet sólo fue a parar a un puñado de grandes oligarcas de la tecnología, mientras que libertades como la privacidad individual y la libertad de expresión se vieron seriamente perjudicadas.

Por eso, el blockchain es inevitable. Además, porque 2021 será el año de la definición de Polkadot, la principal impulsora del ‘Internet de las blockchain’.

Promete una verdadera interoperabilidad entre aplicaciones y es una clara apuesta contra el maximalismo del Blockchain. La principal diferencia que presenta con respecto al resto de Blockchain existentes son las parachains, que son blockchain soberanas, ranuras en la red que se conectan a la cadena principal, conocida como ‘Relay Chain’. El valor del DOT, la criptodivisa de Polkadot, por lo tanto, se utiliza para el sistema de gobernanza dentro del ecosistema y así se otorga el poder de prestar o vender estos espacios de transacción.

La clave de las parachains es su diversidad. Una parachain podría integrar las conocidas como finanzas descentralizadas o DeFi, otra podría centrarse en el almacenamiento de datos como una Google Cloud descentralizada, y también podría haber una para integrar aplicaciones fuera de la cadena en Ethereum y Bitcoin. Las posibilidades son infinitas.

Polkadot será un día lo suficientemente escalable como para manejar un millón de transacciones por segundo utilizando parachains. Para contextualizar, el gigante de la tecnología financiera Visa puede gestionar unas 2.000 transacciones por segundo y PayPal 4.000 transacciones por segundo. Las parachains cuentan con las ventajas de una mayor seguridad, una mayor velocidad en las transacciones y la posibilidad de transferir fácilmente cualquier cosa a cualquier otra parachain de la red.

Es importante no confundir las parachains con los proyectos. Las parachains se introducen en el ecosistema de Polkadot a través de subastas. En estas subastas, los mejores proyectos se compran a sí mismos en el ecosistema de parachains. El resultado es que siempre habrá más proyectos en Polkadot que parachains. Esto es para asegurar que sólo los mejores proyectos se conviertan en parachains.

Es precisamente esta tecnología la que promete acabar con la Web2 para impulsar definitivamente la nueva fase hacia Internet o Web3, en el que los individuos seamos dueños tanto de nuestros datos como de nuestra propia identidad.

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