Recorrido por el drama nicaraguense

El nuevo libro de Marcelo Valle Fonrouge revela hasta qué punto la fragilidad de la democracia puede manifestarse en las Américas

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Daniel Ortega y Rosario Murillo
Daniel Ortega y Rosario Murillo

Desde la irrepetible perspectiva de haber servido como embajador argentino en Nicaragua entre 2013 y 2019, Marcelo Valle Fonrouge, pone en palabras un relato sobre el traumático presente nicaraguense.

Testigo privilegiado del drama desatado a partir de las protestas de abril de 2018, Valle Fonrouge recorre en La Democracia Violada: Acciones y Medidas para el Fortalecimiento Institucional y la Protección de los Derechos Humanos en la República de Nicaragua (2021) las principales notas del devenir de ese país al que lo unen -tal como él mismo confiesa- sentimientos encontrados.

A lo largo de su obra, Valle Fonrouge describe una a una las principales notas de un país hasta hace poco tiempo olvidado. Acaso eclipsada detrás de Cuba y Venezuela, la Nicaragua de la dictadura matrimonial de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.

Hasta que llegaron las protestas que comenzaron el 18 de abril de 2018. Y la feroz represión que le siguió. Hasta llegar a la farsa electoral del pasado 7 de noviembre. En la que Ortega y su esposa alcanzaron el sueño de todo dictador: unas elecciones sin candidatos opositores.

El autor nos presenta esa suerte de dictadura en una sola familia que integran Ortega y Murillo. Su errática política exterior, su acercamiento a la Venezuela de Chávez y sus petrodólares -y el agotamiento de éstos en la última etapa-, el vínculo con los Estados Unidos y una descripción de un cuerpo diplomático casi familiar y al servicio del régimen.

Tampoco olvida Valle Fonrouge la relación de Managua con China y Taiwán, y las fantasías sobre el repetido proyecto del canal inter-oceánico alternativo al de Panamá, los vínculos con Irán -país con el que comparten la particularidad de haber sufrido una revolución en el año clave de 1979- y la presencia del sub-hegemón mexicano. Y presenta una detallada descripción de la actuación de los organismos multilaterales, tanto en el plano regional como en el de Naciones Unidas, frente al drama nicaraguense.

Desde luego, el autor detalla los vínculos del régimen con el gobierno de la Federación Rusa, lazos que llevaron incluso al reconocimiento nicaraguense de las posiciones rusas en puntos conflictivos del pasado reciente como la guerra de Georgia (2008) y el conflicto ucraniano (2014).

Pero también presenta aquel pacto siniestro con Alemán (Arnoldo), que le permitiría a Ortega volver al poder, a través de una serie de reformas constitucionales que redujeron el requisito de un mínimo de votos para ser elegido presidente.

No escapan a la descripción del país su modelo económico, la cooptación de la clase empresarial por parte del oficialismo, marcando la paradoja de un país cuyo número de millonarios ha crecido de forma exponencial en medio de una enorme pobreza. Presentando la inconcebible realidad en la que según publicaciones, existen más millonarios en Nicaragua que en Costa Rica, pese a que ésta tiene un PBI cinco veces más grande. Poniendo en negro sobre blanco la enorme desigualdad en Nicaragua.

Valle Fonrouge se ocupa también de esa figura clave que es Rosario Murillo. La todopoderosa esposa y vicepresidenta con la que Ortega ha construido una verdadera “dinastía en el poder” de la que nos habla el autor. Al punto que dice: “El Daniel Ortega de hoy no se explica sin Rosario Murillo. Ambos se complementan. Ortega encontró en Murillo lo que a él le faltaba. Y Murillo encontró en Ortega el vehículo que necesitaba”.

El caso nicaraguense expresa, desgraciadamente, hasta qué punto la fragilidad de la democracia puede manifestarse en las Américas.

Es en este plano donde el autor destaca la persistencia de una cultura política heredada de la España del siglo XVI. En la que vicios como el autoritarismo, el nepotismo y la utilización del Estado para enriquecer a unos pocos y el desprecio por la ley no son sino reiteradas repeticiones.

Tal vez la obra contiene otra gran virtud. La de invitar a otros testigos a aportar sus experiencias y visiones después de cumplir importantes funciones públicas.

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