Inteligencia colectiva en las ciudades: un proceso clave en la buena gobernanza

La apertura de datos e información y la rendición de cuentas respecto a la gestión de la pandemia demostraron ser determinantes para aportar una cuota de certeza en un contexto de incertidumbre global

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El mundo trasciende la recuperación de la pandemia para hacer foco en las agendas del 2030 y 2050, y pensar en las ciudades y los países que queremos a futuro
El mundo trasciende la recuperación de la pandemia para hacer foco en las agendas del 2030 y 2050, y pensar en las ciudades y los países que queremos a futuro

En los últimos dos años, los gobiernos vivimos un enorme desafío que puso a prueba nuestra capacidad institucional, pero también nuestro grado de compromiso con principios que hacen a una buena gobernanza. La apertura de datos e información y la rendición de cuentas respecto a la gestión de la pandemia demostraron ser determinantes para aportar una cuota de certeza en un contexto de incertidumbre global y de malestar social.

En la misma línea, fueron estos principios de gobierno abierto los que condujeron a espacios de colaboración intersectoriales en la gestión de la crisis. Se puso de manifiesto que cuando un gobierno trabaja junto con las empresas, las universidades, la sociedad civil organizada y la ciudadanía, son más efectivas las respuestas que alcanza a dar. Así lo demostró el Plan Gradual de Puesta en Marcha de la Ciudad de Buenos Aires.

Actualmente, vemos que el mundo trasciende la recuperación de la pandemia para hacer foco en las agendas del 2030 y 2050, y pensar en las ciudades y los países que queremos a futuro. Este camino incipiente, que se está dando hoy a nivel internacional, se traduce en la implementación de políticas disruptivas que involucran a diversos actores interesados en su proceso.

Entre algunos casos, me gustaría citar el de Ámsterdam, que con su “Donut”, diseñó una visión estratégica a largo plazo basada en la economía circular. La capital neerlandesa planteó los lineamientos para el desarrollo de la ciudad a 2050 con la mirada puesta en la prosperidad y el bienestar. La ciudadanía estuvo involucrada en el diseño del plan y también está invitada a participar de su implementación.

Por su parte, en la Unión Europea, la Conferencia sobre el Futuro de Europa de 2021 comprendió una serie de debates y discusiones protagonizados por los mismos ciudadanos europeos. Funciona como un nuevo foro público para pensar las prioridades y los desafíos clave de la región.

A la par, en la Ciudad de Buenos Aires internalizamos que la colaboración es una forma inteligente de hacer política pública. Por este motivo, en el marco del diseño de su Plan de Futuro, llevamos adelante el “Ciclo de Encuentros para la Construcción Colectiva”. Este ciclo está conformado por una serie de conversaciones entre autoridades del gobierno y referentes de sectores representativos de la sociedad que buscan incorporar conocimiento experto en la construcción de una ciudad más sustentable, resiliente, inclusiva, y mejor preparada para los desafíos del futuro.

Este ejercicio de inteligencia colectiva que estamos impulsando conlleva consigo un método. Esto es clave porque favorece a que las perspectivas y experiencias aportadas por los actores estratégicos en las mesas incidan en las políticas públicas que integren el Plan. No alcanza una sola conversación para lograr esto, sino que es necesario un análisis de los aportes realizados en cada instancia en pos de, por un lado, obtener hallazgos claves y, por el otro, entender cuáles son los espacios de iteración que necesitamos en los próximos años de gestión.

Este tipo de procesos hablan por sí solos respecto a la manera de gestionar de un gobierno e, incluso, de su forma de ser y hacer. Está claro que las ciudades del futuro no son propiedad de las administraciones públicas sino que deben ser producto de lo que quieran las personas que las habitan. Bajo esta lógica, sumar a los protagonistas a esta agenda, volcar sus voces en la estrategia y asegurar instancias de iteración para el logro de los consensos que necesitamos, son líneas de acción vitales para propiciar políticas legítimas y capaces de trascender las gestiones.

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