Cristina y la codicia

La vicepresidenta no desaprovecha ninguna oportunidad para satisfacer su sesgo de confirmación y elogiar a todo aquel que coincide con ella. En estas horas lo hizo con la vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki. Cristina sólo se elogia a sí misma

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Cristina Kirchner en la última
Cristina Kirchner en la última sesión del Senado (Franco Fafasuli)

Cuando Donald Trump acababa de asumir como Presidente de los EE.UU y eufórico ante su política nacionalista, Guillermo Moreno, ex secretario de comercio de Cristina Kirchner pronosticó: “Trump va a hacer la política de administración exterior que hicimos nosotros hace cuatro años. Los que éramos pasado ahora somos futuro”.

En estas horas fue Cristina Kirchner quien elogió a la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki que acusó a “la codicia corporativa de los conglomerados de la carne” por las subas en el precio del alimento y en medio del rebrote inflacionario que se registra en ese país. “Escuchala atentamente. No es argentina y mucho menos peronista”, tuiteó la vicepresidenta.

Cristina y Moreno elogian a los EE.UU cuando alguien en el país del norte está de acuerdo con ellos. No importa si es republicano o demócrata.

También este miércoles se conoció que la Reserva Federal aumentará las tasas y reducirá los estímulos en la economía para intentar mantener la inflación bajo control. Pero a estas medidas Cristina Kirchner no las elogió.

Y al mismo tiempo que en EE.UU buscan domar la mayor inflación en 40 años que alcanza el 6,8 % en doce meses, aquí el oficialismo busca aprobar una fiesta de gasto público y subsidios en el presupuesto a pesar de que la inflación interanual es de 52,1%. Lo que daríamos por la inflación del país del norte.

Claro está que la vicepresidenta no desaprovecha ninguna oportunidad para satisfacer su sesgo de confirmación y elogiar a todo aquel que coincide con ella. Cristina sólo se elogia a sí misma.

Ya que hablamos de codicia, cómo podría describirse sino la rapaz tributación del Estado que termina aumentando impuestos al no reajustar alícuotas considerando la inflación. Pero a eso no lo registra Cristina. Ni sus diputados. Los codiciosos son los otros.

Imposible no recordar el entusiasmo del ex presidente Kirchner al describir como éxtasis su sensación ante la contemplación de una caja fuerte.

Lo curioso es que Cristina que no habla nunca de inflación, que en su mandato tuvo un secretario de comercio que no dudó en alterar el índice en vez de reconocer los aumentos, salga a tuitear sobre la inflación en EE.UU para insistir en culpar a alguien más por los aumentos que destruyen el salario, en vez de hacerse cargo de la ausencia de políticas para combatirlos y de la fiesta de gasto y emisión que sólo echan nafta al fuego. 74 mil pesos necesitó en noviembre una familia tipo para no caer en la pobreza. Un día de estos le cobran bienes personales a los pobres.

Quizás, en su fuero íntimo, la vicepresidenta, -que no tiene problemas con la linea de pobreza, y que gana sólo en jubilaciones 33 canastas básicas mensuales-, encuentra revancha al hallar una coincidencia con el Imperio que tanto denosta, cuando culpan a los codiciosos productores por la inflación. Como si hubiera olvidado que hace tan sólo unos días fustigó al Fondo cuyo principal accionista es EE.UU. Lo que pasa es que esto no es una contradicción para Cristina. A ella no le importa la inflación ni los acuerdos civilizados con los acreedores. Sólo le interesa, simplemente y en ambos casos, tener a quien culpar.

Sobre las cosas que sí le importan a la vicepresidenta basta ver el avance de su agenda judicial. A un día de la elección de un juez k para presidir la estratégica Cámara de Aasación, el propio presidente de la Nación volvió a poner en el centro del debate un cambio de la composición de la Corte Suprema de Justicia. Todo ocurre cuando el tribunal se dispone a declarar inconstitucional el Consejo de la Magistratura a medida de Cristina que dio mayor presencia a la política en detrimento de abogados y académicos en el año 2006. No salió el fallo y ya enviaron una ley al Congreso para impedir que el presidente del máximo tribunal presida el órgano que nombra y destituye a los jueces y ahora vuelven a la carga contra la Corte.

Hablando de “codicia”, está definida como “el deseo egoísta y excesivo por tener más de lo que se necesita de alguna cosa”, no sólo dinero.

La codicia de poder de Cristina, por ejemplo, que definitivamente, no es compatible con la división de poderes.

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