Los Derechos Humanos son de todos

Si el motivo del festejo de mañana en Plaza de Mayo fuera el pregonado, para fortalecer la “Unidad Nacional”, deberían invitar a todos los partidos argentinos con representación parlamentaria y a ex presidentes. Lamentablemente lo que vemos es “más de lo mismo”

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Con el argumento de “Homenajear a los DD.HH. y los 38 años de Democracia” el Gobierno Nacional convoca a un gran Acto-Festival el 10-12 en la Plaza de Mayo. En la realidad, lo que ocurrirá será un gran evento partidario presidido por la vice presidenta Cristina que tendrá como “invitados especiales” al Presidente Fernández y a los ex presidentes Lula Da Silva de Brasil y Pepe Mujica de Uruguay (no hay duda que a estos dos últimos por su afinidad política con el pensamiento de Cristina).

Si el motivo fuera el pregonado, para fortalecer la “Unidad Nacional”, deberían invitar a todos los partidos argentinos con representación parlamentaria y a los ex presidentes Eduardo Duhalde y Mauricio Macri. Si a eso le sumamos el componente de “Integración Regional”, se podría haber invitado a los presidentes en ejercicio de Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, acompañados por los que los precedieron (en ese contexto sería lógica la inclusión de los ya invitados más los ex Presidentes Alberto Lacalle, Julio María Sanguinetti, Michelle Bachelet, Ricardo Lagos, Fernando Henrique Cardoso, Morales y Horacio Cartes. Todos ellos fueron presidentes democráticos durante las últimas 3 décadas y tienen los mismos méritos de los dos únicos invitados.

Este “Diseño” de Festejo Regional no compensa la falta de condena a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, ni las “injerencias” internas cometidas recientemente por nuestros embajadores en Chile y Bolivia, así como las expresiones vertidas por el destinado ante la OEA, pero, al menos, corregiría el sesgo discriminatorio hacia los partidos y dirigentes de nuestra región que no comulgan con la “ideología oficial” del actual gobierno argentino.

Claro que, si así fuera, implicaría un cambio sustancial del rumbo de cara a los dos próximos años y podría ser un preanuncio de “nuevos aires” - concertación de un programa económico para enfrentar la inflación y generar trabajo, negociación conjunta de los compromisos financieros pendientes, nuevo impulso para encarar - con nuestros socios del Mercosur - la concreción del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y, quizás, la propuesta de hacer lo mismo con los Estados Unidos y China.

Lo que vemos es “más de lo mismo”, una ratificación del rumbo como si, efectivamente, hubieran ganado las elecciones del 14 de noviembre y un rechazo a entender el mensaje de las urnas después de perder 5 millones de votos.

Lo último que se pierde es la esperanza, pero estas señales son las peores y vaticinan un año 2022 con multiplicación de conflictos. Ojala esté equivocado.

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