Deconstruir para construir una Argentina sin violencia machista

A más de seis años del primer Ni Una Menos y a pesar de todas las estrategias políticas que supimos construir, el número de femicidios no baja y los datos se mantienen similares año tras año. Pero somos cada vez más las personas que trabajamos en la desnaturalización de todo tipo de violencia machista

Una mujer muere víctima de un femicidio cada 34 horas en la Argentina

Somos cada vez más las personas que no nos conformamos con pedir que la trágica sucesión de femicidios y transfemicidios se detenga, sino que trabajamos de manera colectiva y coordinada en la desnaturalización de todo tipo de violencias machistas.

Logramos instalar la problemática de la violencia de género en los medios de comunicación, en los ámbitos partidarios, en la agenda pública y en la más alta esfera política. Pudimos demostrar que aquel tratamiento sobre la inseguridad que se vive en las calles, como una amenaza a nuestras vidas, era erróneo y tendencioso. Y en cambio pusimos en evidencia que muchas veces el lugar de mayor inseguridad para las mujeres es el hogar, y que es más probable que una mujer sea asesinada por su pareja o ex pareja que por un desconocido. Hoy ya nadie discute eso. O casi nadie.

Sin embargo, a más de seis años del primer Ni Una Menos y a pesar de todas las estrategias políticas que supimos construir, el número de femicidios no baja y los datos se mantienen similares año tras año. Según el último informe realizado por el Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que sí nos ven”, del 1 de enero al 20 de noviembre de 2021 se cometieron 229 femicidios y 7 transfemicidios o travesticidios: uno cada 34 horas. El 65,5% de los femicidios fue cometido por las parejas y ex parejas de las víctimas y el 60,6% de los femicidios ocurrió en la vivienda de la víctima.

Quienes integramos el movimiento feminista, desde toda nuestra diversidad de pensamiento y acción, proponemos una forma de entrelazar lo público y lo privado con un objetivo fundamental: la transformación social a través del reconocimiento y el cuestionamiento de las condiciones existentes, que no son más que las relaciones de poder que se presentan en torno al género y que perjudican constantemente a las mujeres.

“Deconstruir para construir”, decimos desde AySA, la empresa que presido desde diciembre del 2019 y que cuenta con un gran equipo que trabaja de forma planificada y sistemática bajo ese principio.

En el año 2020 constituimos el Área de Política de Género para la implementación de un enfoque de género transversal a toda la empresa, a través de la promoción de cambios estructurales tanto en la organización como en las personas que la conforman, para así generar un impacto positivo en la sociedad. Lanzamos un programa contra las violencias por motivos de género, desde el cual se formó un equipo interdisciplinario especializado que interviene en denuncias y consultas, algunas de estas de alto riesgo. Comenzamos a intervenir de forma temprana en hechos de menor gravedad y naturalización de la violencia, lo que nos permitió promover espacios amigables con las mujeres y comenzar a sortear brechas para su crecimiento. Elaboramos, además, protocolos de prevención e intervención y creamos una licencia especial de 30 días.

Entendemos que acompañar y facilitar espacios de reflexión para lograr cambios individuales y sociales es primordial. En ese sentido, generamos distintas actividades abiertas para que participen no sólo las personas trabajadoras de la empresa sino también su círculo social y familiar, de modo que la reflexión y el debate sobre estos temas trascienda las paredes de nuestra casa sanitarista.

A través de los planes Agua + Trabajo y Cloaca + Trabajo, AySA genera puestos de trabajo a través de cooperativas y revaloriza la mano de obra con la formación técnica. A todo esto, le sumamos la perspectiva de género y nos propusimos reducir la brecha y garantizar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Así, desde el inicio de nuestra gestión ya se capacitaron bajo esta línea 773 personas, a la vez que incorporamos 331 mujeres en nuestras obras.

Involucramos, además, la perspectiva de género en los procesos de compra, contrataciones y licitaciones de obras, conociendo desde esta mirada a nuestras empresas proveedoras. Luego de relevar información sobre el estado de situación de sus políticas internas en la materia, dimos inicio a las capacitaciones “Hacia una cultura organizacional con perspectiva de género”, como parte del Sello Violeta, iniciativa que invita a nuestra cadena de valor a implementar y/o profundizar el enfoque de género y diversidad en sus procesos.

El presupuesto del Ministerio de Obras Públicas del 2021 refleja de modo concreto que se ha iniciado un proceso para transversalizar la agenda de género y diversidad a todos los ámbitos. Y esto se debe a que existe la decisión política, por parte del presidente Alberto Fernández y el ministro Gabriel Katopodis, de invertir en políticas públicas destinadas a la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres y personas LGTBI+, junto con acciones orientadas a disminuir las brechas de desigualdad.

Estoy convencida de que si cada una de las personas que hacen posibles las más de 1.200 obras que estamos llevando adelante desde AySA comparte con sus familiares y amistades la mirada que estamos promoviendo, sin dudas estaremos construyendo una Argentina cada vez más justa y menos machista.

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