Unidad para ganar

Juntos por el Cambio tiene que colocarse bajo el imperio de reglas claras y justas, que atraigan a nuevas figuras políticas y que garanticen la unidad de la oposición, si pretende realmente no solo ser gobierno en 2023 sino producir las transformaciones necesarias que nos coloquen en la senda del desarrollo

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Mauricio Macri, Alfredo Cornejo, Patricia
Mauricio Macri, Alfredo Cornejo, Patricia Bullrich y Martín Lousteau (foto de archivo: Maximiliano Luna)

Las sociedades que combinan los dos valores fundamentales de Occidente, el de la libertad y el de la igualdad, se edifican sobre lo que podríamos llamar una “incertidumbre controlada”: se toman riesgos al realizar una inversión, pero ellos están limitados por instituciones que aseguran derechos de propiedad contras las arbitrariedades del Estado, en un contexto de relativa estabilidad económica que protege el valor de la moneda, sobre la cual se realiza el cálculo de rentabilidad.

Sin estas instituciones, derechos de propiedad y una moneda estable, la arbitrariedad se manifiesta en ricos amigos del poder que no invierten un peso y logran sortear las crisis sistémicas que la propia lógica del sistema produce. La sociedad entera, por otra parte, se vuelve dependiente de un Estado que invita a que los grupos de interés lo asalten, dependiendo la rentabilidad de los diversos actores de su capacidad de lobby sobre las autoridades políticas.

Estos hallazgos, que en su momento merecieron varios Premios Nobeles, hoy forman parte del saber standard de historiadores, economistas y politólogos. Sin reglas claras, que no se modifiquen en función de intereses individuales y que no agreguen más incertidumbre a la que el mismo contexto genera, no hay inversiones significativas, y la economía se estanca, y al final no puede evitar una crisis catastrófica.

Sin embargo, el kirchnerismo ha tenido una capacidad “deslumbrante” para agregar problemas a los que ya tenemos, produciendo tanto incertidumbre sobre el rumbo económico y político cómo arbitrariedad evidenciada en decisiones autoritarias. Cuando circunstancialmente tienen más votos, creen tener legitimidad para hacer cualquier cosa. Como robarle parte de la coparticipación de la Ciudad de un día para el otro, abrir los casinos antes que las escuelas durante la pandemia o intentar reducir el presupuesto educativo para el año 2022, en medio de la tragedia educativa de los últimos años.

Hace unos días, una mayoría nacional rechazó las prácticas del Gobierno y estableció un nuevo mapa de poder. Pero el camino a la alternancia recién comienza a ser recorrido: Juntos por el Cambio tiene que consolidarse y ampliarse si quiere llegar al poder en dos años y a la par de ser más competitivo para consolidarse como el vehículo de representación de quienes apuestan a una Argentina que tome la senda del crecimiento con inclusión social.

Tenemos que demostrar qué aprendemos de nuestros errores y que somos la contracara del kirchnerismo. Tenemos que estar unidos para que haya otro gobierno en 2023 y tenemos que construir un camino de esa unidad que contraste con el sectarismo y la falta de debate del kirchnerismo.

Lo mismo que decíamos para el desarrollo económico, vale para la construcción de una democracia de calidad, en donde mande la transparencia, el respeto por las instituciones y los liderazgos no autoritarios. La oposición tiene que dar el ejemplo de ello, y por eso en Juntos por el Cambio necesitamos institucionalizar la coalición, dotándola de reglas claras, conocidas por todos y que nos comprometemos a no modificar por conveniencias individuales.

No puede ocurrir que habiendo diferentes sectores y figuras de la coalición, un grupo pueda arrogarse el derecho de decidir unilateralmente por el conjunto, o quedarse con todos los espacios institucionales que le corresponden por un capital electoral que se construyó gracias a que crecimos en la diversidad y la apertura. Si esa fuera una tradición, es hora de cambiarla porque es perjudicial para Juntos por el Cambio y para una sociedad que nos observa con expectativa.

Por fin, ya todos aceptamos que las PASO son la mejor manera de selección de candidaturas, sobre todo porque no están hechas para beneficiar o perjudicar a nadie. Quienes apoyamos que todos los que no se sienten representados en el partido al que pertenecen por los candidatos que él ofrece puedan solicitar concurrir a una PASO fuimos premiados por la sociedad, y hasta incluso hoy el kirchnerismo se siente obligado a reclamar su realización porque sabe que la gente no quiere que las listas sean confeccionadas sin darle participación a nadie. Y en todo caso, la posibilidad misma de poder reclamar una P.A.S.O. se convierte en un poderoso instrumento de negociación interna para conseguir un resultado consensuado y aceptado por todos.

Por supuesto, además de la selección de candidaturas, tenemos que contar con pautas que fomenten la incorporación de nuevas figuras, que premien a quienes consiguen mejor desempeño electoral y que estén basadas en los mismos principios que impulsamos para la Argentina. ¿Podemos oponernos a que no haya representación de minorías en muchos sindicatos, si hacemos lo mismo en nuestro espacio político? ¿Somos creíbles en el rechazo a la endogamia y la uniformidad forzada kirchnerista si no contamos con mecanismos de representación proporcional que reconozca el aporte de todos los sectores?

Si queremos ser una oposición efectiva al kirchnerismo, tenemos que pregonar con el ejemplo y no actuar en espejo en una grieta que congela la competencia electoral, alimenta a las fuerzas antisistema y es utilizada como excusa para cancelar la democracia interna en las fuerzas políticas.

Juntos por el Cambio tiene que colocarse bajo el imperio de reglas claras y justas, que atraigan a nuevas figuras políticas y que garanticen la unidad de la oposición, si pretende realmente no solo ser gobierno en 2023 sino producir las transformaciones necesarias que nos coloquen en la senda del desarrollo con inclusión que tanto necesitamos para salir adelante.

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