Ocho ejecuciones en la madrugada
Hace treinta y dos años que el jesuita Padre Ellacuria S.J. fue ejecutado por el ejército salvadoreño. El 16 de noviembre de 1989 a la madrugada, un grupo de soldados del batallón Atlacatl entró en la residencia de la Universidad Centroamericana de San Salvador (República de El Salvador) y lo asesinó. A él y a otros cinco jesuitas: Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López y también a la cocinera y a su hija. En plena represión contra el Frente Martí de Liberación Nacional. No dejaron testigos para encubrir los asesinatos ante la opinión internacional simulando que había sido la guerrilla. Muy pronto se supo quiénes eran los soldados y al mando de qué oficiales habían cometido el multiple asesinato y se los juzgó. Se supo también que estuvieron al tanto el presidente de la República Alfredo Cristiani y miembros de la embajada norteamericana ya que la administración de George Bush padre apoyaba “informalmente” al gobierno ante la amenaza de la izquierda.
¿Quién era Ignacio Ellacuría?
Ignacio Ellacuría era a la sazón rector de la Universidad donde lo mataron y estaba considerado uno de los más brillantes teólogos cristianos y filósofos latinoamericanos. Nacido en Portuguese, Vizcaya, España se había nacionalizado en El Salvador. Antes había estudiado con el P. Miguel Elizondo, con el teólogo P. Karl Ranher en Austria y con el P. Pedro Arrupe, General de la Compañía. Durante varios años fue en España auxiliar docente del gran filósofo Xavier Zubiri Acompañó en el Salvador a Monseñor San Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo y mártir y al igual que este adhirió a “la opción preferencial por los pobres” comprometiéndose fuertemente en el acompañamiento de ellos y por la vigencia de la democracia. Hizo arduas gestiones por la paz entre los diversos sectores de la guerrilla y el gobierno que le costaron la vida.
Ellacuría participó de la corriente de la Teología de la liberación cuyas diferencias con la Teología del pueblo fueron expuestas con claridad por Juan Carlos Scannone, S. 1. En La teología del pueblo. Raíces teológicas del papa Francisco (Sal Terrae, 2017). Nuestro propósito es recordar a un teólogo mártir de la Iglesia que con su contemporáneo aunque no coetáneo Jorge Bergoglio lo unió -a nuestro juicio -un enorme compromiso con los pobres y una entrega total al prójimo.
En el aniversario de su martirio queremos hacer tan solo mención de algunas de sus ideas y advertir su carácter profético.
Su pensamiento
En una clase magistral titulada Filosofía, ¿para qué? decía Monseñor Ellacuria repitiendo al gran Sócrates que “sin saber y sin saberse a sí mismo, el hombre no es hombre, ni el ciudadano es ciudadano”. Y de esa forma dejaba planteado el problema antropológico y el problema de la ciudad, temas centrales de la filosofía. “La filosofía es necesaria, decía, la filosofía -cada día lo vemos mejor -no basta…, -pero sin la filosofía, la humanidad perdería una de sus grandes posibilidades de saberse y de realizarse adecuadamente.” (Ignacio Ellacuria, Filosofía, ¿para qué?, Abra, p- 42-48, 1976)
Fueron también ejes centrales de sus preocupaciones filosóficas en el campo del conocimiento la aprehensión de la realidad, el saber y la inteligencia sentiente, expresión y desarrollo de X. Zubiri; la relación entre el saber filosófico y el saber científico, las ideologías como encubrimiento de la cosa real y la desideologización como función de la filosofía. “Sólo el que en lo limitado ve consciente y críticamente más que lo limitado -decía -evita que la parte se le convierta en todo y que lo relativo se le convierta en absoluto.” (aut. cit. op. cit.).
Consideraba la filosofía y la teología como fuente de la libertad, la necesidad de una filosofía crítica respecto de la estructura de la sociedad actual; el sentido de la realidad, la afirmación de la autonomía individual mediante la duda y la negación, la realidad como totalidad y otros grandes temas.
Su pensamiento -a excepción de la recepción de algunas categorías marxistas que Bergoglio rechazó siempre -resulta concordante con los cuatro postulados en los cuales este último “clava su pensamiento” (ver E.G. Nros. 221/237).
La profunda crisis antropológica: la negación del hombre
Esta era una de las grandes preocupaciones de Ellacuría y también del Santo Padre. “El hombre -dice este -atraviesa una crisis que en su origen es una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.” (E. G. Nro. 55)
La realidad ciudadana más notable en el mundo actual es la desigualdad
La pobreza no como categoría o simple problema sociológico sino como realidad humana que nos duele es analizada en los libros, artículos, clases y homilías de Ignacio Ellacuría y fue acompañada en su intensa acción pastoral en San Salvador. El solía repetir: “Si hay pobres es porque hay ricos”.
“Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente -dice el Papa Francisco -las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta.” (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, párrafo Nro. 56).
Releyendo y una pregunta
El repaso algunos escritos de este jesuita latinoamericano por adopción me invita a hacerle una pregunta: ¿qué ve, desde el cielo ese Gran Pastor de esta Iglesia Católica en plena transformación reparadora?
¿Qué diría Don Ignacio Ellacuría S.J.?
Diría que la noticia de ese Jefe de la iglesia universal llamado Francisco es la mejor que recibí desde que partí. Es la expresión más acabada de lo que yo soñara cuando pasé por allá…sigue los pasos de Nuestro Señor Jesucristo. Diría que su fidelidad a lo que es una aprehensión del saber por medio de una inteligencia que siente está todo el tiempo presente en su carisma, en sus abrazos a la gente del pueblo, en sus homilías; que ese hombre venido del fin del mundo carga sobre sus espaldas con lo que son las cosas y con lo que las cosas exigen para que los seres humanos sean felices no sólo mañana aquí, entre Dios y los hombres, sino ahí, en la tierra. Porque como él dice: “Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está solo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra.” (Papa Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium N 182, 2014). Vamos. Todos juntos. En salida. Primero los pobres. Viviendo el Evangelio, porque el Evangelio vivo es la única protesta válida ante el mundo y lo cambia. Diría que, como dijo El peruano “la historia de la salvación es la entraña misma de la historia humana» (Gustavo Gutiérrez).
SEGUIR LEYENDO: