Del 2011 a Covid-19: la Argentina hipotética que no fue

Si el kirchnerismo no hubiese estancado la economía y Argentina hubiese crecido a la par que la región, hoy el país tendría un PBI un 20% superior al actual

Vista general del exterior de la Casa Rosada (REUTERS/Agustin Marcarian)

¿Qué hubiese pasado con Argentina si hubiese crecido al mismo ritmo que la región desde el momento que se estancó en el 2011? Si el PBI real (ajustado por PPP) hubiese evolucionado al igual que lo hizo la región, la economía Argentina estaría en una situación mucho mejor a la actual.

Debido a la pandemia, pero principalmente debido a la cuarentena impuesta por el gobierno, la economía cayó un 9,9% en el 2020. Si el kirchnerismo no hubiese estancado la economía en el 2011 y Argentina hubiese crecido a la par que la región, hoy la “Argentina hipotética” tendría un PBI un 20% superior al actual. En otras palabras, el país tendría un 20% más de recursos para hacer frente a la pandemia. Por ejemplo, estos serían recursos disponibles para poder acceder a las tan ansiadas vacunas Pfizer o invertir en equipamiento médico. Claramente, el costo del estancamiento de la última década termina siendo altísimo a medida que pasan los años. Los costos, por supuesto, no son sólo económicos, son también sociales, de salud, etcétera.

Otro dato llamativo (y no menor) es que, si la “Argentina hipotética” hubiera sido real, hoy la economía del país se encontraría un 5% por encima del nivel que se encontraba al momento de estancarse. En pocas palabras, todos seríamos más ricos a pesar sufrir un derrumbe como el que sufrió la Argentina real el año pasado.

PBI Real (2017, PPP). En miles de millones de USD. Fuente: Elaboración propia en base al Banco Mundial

Sin embargo, nuestros gobernantes en vez de preguntarse qué es lo que estuvimos haciendo mal todos estos años, argumentan que la pandemia agarró a la Argentina mal parada. Es cierto que Argentina se encontraba mal parada, pero también es cierto que hace 60 años se encuentra mal parada, producto de déficits fiscales recurrentes y niveles de inflación elevados (con excepción de la década de los 90 donde la crisis fue de deuda). Que Argentina lleve tanto tiempo mal parada es un problema intrínseco (“made in Argentina”) y no de un cisne negro que apareció repentinamente y de supuestas restricciones externas. Para hacer un paralelismo, si en un partido de fútbol un equipo juega con el arquero adelantado 60 minutos del partido, lo más probable es que pierda el partido. Pues bien, Argentina hace 60 años que juega con un arquero mal ubicado y las consecuencias económicas quedan a la vista. La mala estrategia futbolística es decisión propia, no fruto de la mala suerte.

Si los desequilibrios son de carácter estructural, entonces las reformas que tienen que llevarse adelante, también deberán ser estructurales

Más allá de la pandemia, es alarmante el silencio de la dirigencia política ante una estanflación que ya lleva una década. Tarde o temprano, de la pandemia se ira volviendo a una nueva normalidad. ¿Qué va a pasar con la economía argentina entonces? En el escenario más optimista es de esperar que volvamos a donde estábamos pre-pandemia, a un escenario de estanflación con inflación en tendencia ascendente. Concretamente, Argentina debe debatir maduramente qué tipo de país quiere ser. Es importante entender que, si los desequilibrios son de carácter estructural, entonces las reformas que tienen que llevarse adelante, también deberán ser estructurales (con los amortiguadores sociales adecuados). Es de suma importancia que la crisis de Argentina no se agrave, ya que cada crisis eleva el nivel de pobreza estructural en Argentina y reducirlo se vuelve cada vez más difícil.

En este marco, la negociación con el FMI puede brindar una oportunidad. Un exitoso acuerdo podría servir para recuperar la confianza. Sin embargo, se debe tener presente que un acuerdo exitoso con el FMI es una condición necesaria pero no suficiente para que la Argentina vuelva a las sendas del crecimiento. Los préstamos internacionales deberían utilizarse para financiar la transición de las reformas estructurales, no para pagar gasto corriente hasta las próximas elecciones. Más allá de las necesidades de financiamiento de corto plazo, lo que verdaderamente necesita Argentina es encarar de una vez las reformas estructurales que la economía pide a gritos.