Lo que dejó la pandemia: desigualdades y formas de enseñar

El contexto actual convoca a reflexionar y accionar colectivamente para hacer frente a los desafíos emergentes

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En el contexto de la pandemia, la conectividad, la posesión de equipamiento y el manejo de los conocimientos para poder utilizarlo son aspectos fundamentales que marcan –como nunca antes- grandes desigualdades en materia de oportunidades educativas. El acceso a una computadora en funcionamiento, la posibilidad de uso exclusivo o compartido de equipos entre estudiantes que conviven en un mismo hogar, el tipo de acceso a internet y la calidad de la señal son algunos de los indicadores que cobran centralidad para el trazado de un panorama en este sentido.

Según datos estadísticos de IIPE UNESCO, 7 de cada 10 adolescentes y jóvenes de entre 15 y 17 años están incluidos en el sistema educativo, aunque sólo 5 de cada 10 logran concluir el nivel medio. Estos números están fuertemente vinculados a grandes desigualdades que persisten en el pleno ejercicio del derecho a la educación, condicionado por el origen social, la situación económica, el territorio en que se habita, y aspectos como la etnia, el género, el estatus migratorio, las discapacidades, entre otros.

La caída de los aprendizajes debido al COVID-19 varía sustancialmente entre los países de la región, con mayores pérdidas relativas en aquellos que ya estaban en peor condición antes de la pandemia. La herramienta de simulación de pérdidas de aprendizaje del Banco Mundial, esto es, estudiantes que no son capaces de identificar la idea central de un texto de longitud moderada, encontrar información siguiendo criterios explícitos aunque a veces complejos, y reflexionar sobre el propósito y la forma de los textos cuando se les indica, permite estimar la cantidad de jóvenes dentro de esta crítica situación. El nivel pre-COVID-19 era bastante alto: el 55% de alumnos se encontraba por debajo del nivel mínimo de rendimiento. Luego de la Pandemia ése porcentaje se incrementaría al 71%.

En el último año, los y las educadores fueron impulsados a una “innovación forzada”. El modo en que se llevó adelante esa innovación, cómo impacta y cómo se organizan los equipos de docentes no es uniforme. Al entrar al aula, se percibe una valiosa heterogeneidad que desafía a las y los educadores a pensar en trayectorias de enseñanza y de aprendizaje diferentes. Este desafío en el contexto actual se ha ampliado.

En este sentido, las secuencias didácticas deben estar necesariamente preparadas para ser desplegadas en el encuentro presencial y/o con actividades donde la tecnología sea herramienta y medio o andamiaje donde desplegarlas, sin que se pierda la mediación vincular y afectiva que habilita una diversidad de itinerarios por los cuales transcurren los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Si bien en la emergencia, muchas de las respuestas en la nueva modalidad pueden haber sido “de cada docente”, el desafío hoy es fortalecer la subjetividad de cada uno de los actores clave de la comunidad educativa -docentes, directivos, no docentes, estudiantes, familias, cooperadoras, organizaciones sociales, supervisores/as-, pensándose y sintiéndose como parte de un colectivo que construye conocimiento en este momento histórico.

En una región donde el cumplimiento del derecho a una educación de calidad exponía profundas inequidades antes de la pandemia, el contexto actual convoca a reflexionar y accionar colectivamente para hacer frente a los desafíos emergentes, considerando las mutuas dependencias y articulaciones entre retos y oportunidades para los sistemas educativos, contextos adversos que afectan desigualmente al estudiantado y a sus familias y abruptas reconfiguraciones en la tarea docente

En síntesis, la pandemia obliga a retomar experiencias, que cobran un sentido mayor en términos de las oportunidades para el quehacer educativo:

- El Plan Educativo Institucional como herramienta estratégica y pedagógica que define las políticas para el funcionamiento del equipo educativo (el norte no puede estar orientado por las herramientas y dispositivos digitales)

- La organización del aprendizaje anual a partir de proyectos integradores que tengan en cuenta un conjunto de espacios curriculares.

- Espacios de encuentro, reflexión y planificación internos (equipos docentes, estudiantes, familias, organizaciones comunitarias) y externos (entre escuelas del mismo distrito y/o con intereses comunes).

- La organización del trabajo educativo diario en función de las necesidades específicas del contexto, los/as estudiantes, así como los datos estadísticos o evaluación institucional.

*La autora es Coordinadora del Congreso Regional Experiencias Educativas que se realizará 17, 18 y 19 de noviembre de 2021

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