Tergiversar la derrota en un triunfo imaginario

La Doctora le da la última oportunidad a Alberto. La sociedad le brinda otra oportunidad a Juntos

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El presidente Alberto Fernández y el gobernador bonaerense Axel Kicillof (Foto: Franco Fafasuli)
El presidente Alberto Fernández y el gobernador bonaerense Axel Kicillof (Foto: Franco Fafasuli)

El gobierno de La Doctora -que preside Alberto Fernández- tergiversa, sin pudor, la derrota en triunfo.

Una derrota oportunamente anunciada en las PASO que no debiera ser necesariamente dramática.

Esta vertiente del peronismo debe aceptar que fue nuevamente vacunado.

Tiene dos años para recomponerse.

“Sin novedad en el Frente”.

Título de la gran novela olvidada de Erich María Remarque que se aplica al resultado previsible.

Se registró el descuento en Buenos Aires, acaso por el mayor compromiso de los minigobernadores y de la militancia.

En la lectura superficialmente centralista de su dirigencia, interesa más la recuperación insuficiente de la provincia inviable que las goleadas casi humillantes que les propinaron en diversas provincias.

Córdoba, Mendoza, Entre Ríos, Santa Fe. Incluso en Capital, entendida siempre como “territorio hostil”.

Argentina es extraordinariamente más compleja que la prioritaria Buenos Aires. Y probablemente pueda ser mejor gestionada desde lo que el centralismo denomina el “interior”.

Desde Córdoba, sin ir más lejos, o desde Santa Fe.

Córdoba es estructuralmente antidoctorista, como le fue también reticente al kirchnerismo.

Y Alberto, en el torneo cotidiano de chingadas, le dedicó uno de sus errores más consagratorios.

Emerge ahora triunfal el paisano Luis Juez. Cordobés profesional que combina la astucia con la inteligencia.

Vive de la política desde hace treinta años y se las ingenia siempre para parecer un recién llegado. Un outsider.

En Santa Fe, por si no bastara, el centralismo delirante cometió uno de sus más extraordinarios zafarranchos.

Se entusiasmó primero como candidato al aceptable ministro Rossi, El Chivo. Dejó de ser ministro y de inmediato lo bajaron como candidato.

En simultáneo La Doctora, en tres minutos, se puso de acuerdo con el gobernador Perotti, El Piamontés.

Turno de la retención informativa para evitar que, para compensarlo, Rossi sucediera como Premier a Santiago Cafiero, El Nietito.

Cuando le comunicaron que lo bajaban ya era tarde. Rossi era candidato a senador acompañado por la vicegobernadora.

Con un solo movimiento, desde Nación armaron el quilombo institucional en Santa Fe.

Rossi quedó colgado y la centralidad la ocupa hoy la señora Carolina Losada. La atractiva panelista de Intratables asoma para adquirir un protagonismo superior.

En el Maxiquiosco de la capital, el peronismo sólo ganó con un riojano. El gran cantante de boleros y contador Erman González. Fue durante el esplendor del menemismo.

Ahora el meritorio Santoro, El Muchacho Radical, conmueve con la obtención del 25%, en el distrito del máximo ganador.

Horacio Rodríguez Larreta, Geniol, quien despacha 24 por 24 en el Maxiquiosco. Conductor real del peronismo asociado.

El triunfo imaginario

El kirchnerismo, con su audacia infinita, planteó la Revolución Imaginaria.

Desde el lenguaje logró que los adeptos se creyeran fervorosamente revolucionarios de verdad. Que aún lo son. O pueden serlo.

Pero Alberto es mucho más audaz. Con los bonaerenses del gobierno, y con los porteños que representa, plantea el Triunfo Imaginario.

Las elecciones no las marcan los números. Es cuestión de lenguaje. Se preparan para maquillar el triunfo como si no los hubieran vacunado.

Por su parte, los fervorosos antidoctoristas acentúan la pérdida del quórum propio en el Senado. Como si fuera fundamental. Tortitas negras.

Nada, siquiera en la periferia, grave. Habrá que gobernar con Decretos de Necesidad y Urgencia, los clásicos DNU. O recurrir a “la Banelco”.

Metodología filosófica elevada por Hugo Moyano, El Charol.

La Banelco sirve para compensar con un puente. Una ruta. U otorgar, en trueque por un apoyo, el salvataje del ATN (Ayuda del Tesoro Nacional).

Después del domingo 14 lo único seguro que viene es simplemente el lunes 15. Sin que transcurra ninguna hecatombe.

La Doctora no va a componer siquiera una carta. No vale la pena.

Lo más racional es dejarlo gobernar tranquilo a Alberto, hoy embalado con el Triunfo Imaginario que tergiversa.

La Doctora le da la última oportunidad, como si fuera la dueña del juego. Ella mantiene un talento superior para tergiversar.

“Te queda una bala, pibe, ponete a gobernar”, parece decirle.

Vértebras de la Nada

La fantasía del peronismo clásico hoy le sirve a Alberto para blindar la gobernabilidad.

Consecuencias del trabajo sigilosamente sistemático de Juan Manzur, El Menemcito.

De tanto armar poder para Alberto (y para sí mismo), El Menemcito descuidó riesgosamente Tucumán.

Pero pudo salvar la ropa y mostrar un triunfo ajustado, en medio de la ofensiva global de la oposición que se inflama. Como si no se hubiera estrellado dos años atrás.

Con la legitimidad chamuscada, La Doctora le brinda a Alberto la última oportunidad para ponerse a gobernar.

En simultáneo la sociedad parece disponerse a brindarle al larretismo -nueva vertiente del macrismo- otra oportunidad. En la posteridad de 2023.

Mientras tanto, con los minigobernadores en el bolso, acompañado del ministro Zavaleta, El Juanchi, el Menemcito trataba de encuadrar a los gobernadores bastante reticentes a La Doctora.

Como a los sindicalistas que fingen, también, meterse en el bolso.

Dejaron de ser la columna vertebral de lo que dejó de ser un movimiento.

Pero quieren volver a serlo. Aunque hoy sean vértebras, apenas, de la Nada.

Sin cartas, sin gestos, sin presiones, La Doctora lo va a dejar hacer a Alberto.

Pero que haga algo, lo que pueda, no solo las habituales chambonadas.

Sin justificar su inoperancia en las presiones de ella, La Maléfica, «que no lo deja gobernar».

A esperar sus iniciativas. El esbozo del acuerdo con la oposición que prefiere no acordarse, para colmo, de nada.

*Columna publicada originalmente en www.jorgeasisdigital.com

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