¿Qué hacer para que la educación argentina mejore?

Se necesita de una política de Estado de corto, mediano y largo plazo para progresar en cuanto a la calidad y la inequidad existente

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Más de un millón de chicos está hoy, luego del impacto del COVID-19, en riesgo de no terminar sus estudios obligatorios y quedar fuera del sistema (REUTERS/Agustin Marcarian)
Más de un millón de chicos está hoy, luego del impacto del COVID-19, en riesgo de no terminar sus estudios obligatorios y quedar fuera del sistema (REUTERS/Agustin Marcarian)

Existe un consenso general sobre el problema educativo argentino. Tanto las autoridades, como los docentes, los padres y madres de familia, las organizaciones de la sociedad civil dedicadas al tema así como los alumnos y alumnas y demás miembros de la comunidad reconocen, más allá de lógicos matices, que el desafío de nuestro país en la materia es muy alto. Y que se necesita de una política de Estado de corto, mediano y largo plazo para mejorar la calidad y la inequidad existente. Millones de estudiantes no comprenden lo que leen ni pueden resolver un ejercicio simple de matemáticas. Más de un millón de ellos está hoy, luego del impacto del COVID-19, en riesgo de no terminar sus estudios obligatorios y quedar fuera del sistema. Además, la desigualdad se ha incrementado y muestra diferencias extremas y dolorosas de aprendizaje entre los niños/as y jóvenes de distinto nivel socioeconómico. La pregunta entonces deviene lógicamente: ¿qué hacer frente a esta realidad?

Anualmente, desde Educar 2050 y ya desde hace trece años, organizamos un encuentro especial dedicado a responder esta pregunta. Han participado prácticamente todos los ministros de educación de la Nación de estos años y los anteriores, un altísimo porcentaje de ministros de educación de las provincias y CABA, especialistas de toda índole, representantes de las universidades, políticos, periodistas, empresarios, docentes, sindicalistas, religiosos, filósofos, invitados del exterior, representantes de organizaciones de la sociedad civil, de los organismos multilaterales, alumnos y alumnas del secundario, entre otros. En definitiva, las voces de todas y todos los referentes y actores del sistema han estado presente.

En la próxima edición del 11 de noviembre, los oradores no pueden ser más representativos: expondrán, como referentes de primer nivel internacional, la Jefa de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo, Mercedes Mateo Berganza, y la Directora Senior del Banco Mundial (y ex Secretaria de Educación de Río de Janeiro), Claudia Costin. Como referentes nacionales expondrán la actual Secretaria de Educación del Ministerio de Educación de la Nación, Dra. Silvina Gvirtz y el Presidente del Consejo Nacional de Calidad de la Educación (y Director Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés), Axel Rivas.

Ahora bien, la pregunta obligada es cómo lograr que estas conversaciones y conclusiones se conviertan en puntos concretos de acción para lograr resultados. Y esta pregunta no tiene una respuesta única. Lamentablemente estamos frente a la complejidad misma. No hay recetas mágicas. Pero aceptar la complejidad es el camino a encontrar la respuesta adecuada. Y es allí donde se debe pensar en el rol de la sociedad en la respuesta educativa que nuestro país requiere. En el compromiso y el deber ciudadano, es decir en la respuesta individual de cada uno a este desafío. Exigir mejor educación supone el ejercicio del derecho de aprender garantizado por nuestra Constitución Nacional y reconocido como Derecho Humano por la Declaración Universal respectiva. Para reflexionar estas cuestiones y hacerlo con la responsabilidad y la perseverancia que el tema supone y requiere, debemos profundizar. Esa es la razón del próximo Foro de Educar 2050. Quedan todas y todos invitados.

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