El control de precios, otro camino a la pobreza

Dada la “experiencia” de más de 4.000 años en la historia mundial, se asume que los controles de precios originan desabastecimiento, lo cual implica menos bienes económicos producidos, por ende, góndolas vacías, dando origen al mercado negro, donde se venden menos bienes a mayor precio, como ocurre con el dólar libre.

Pero la experiencia sirve cuando corrobora teorías. Es decir, con el sólo hecho de rechazar algo porque prácticas anteriores no fueron buenas no es suficiente para impedir su nueva aplicación, ello en función a que las “autoridades” siempre esgrimen un argumento para decir que las circunstancias actuales son excepcionales, o que esta vez su instrumentación será distinta.

Se deduce que la mejor forma de impedir los controles de precios es mediante una teoría con rigor científico, donde la experiencia de 4.000 años surja como corroboración. Así, en este marco científico esa política debería ser una cuestión de rango jurídico para impedir su instrumentación.

La Teoría Económica Subjetiva Solidaria (TESS) -fundamentada en el marginalismo subjetivo del austríaco Carl Menger de fines del siglo XIX- expresa en forma muy sencilla las consecuencias del control de precios, que exceden con creces al desabastecimiento.

La cadena de razonamientos lógico-deductivos que expone la TESS es la siguiente:

· La utilidad que los seres humanos asignan a las cosas determina su valor subjetivo;

· De la comparación de los valores que asignan a un producto y a la moneda, surgen los intercambios (compras-ventas); y

· De los intercambios surge el precio.

Es decir, conforme los humanos valoran las cosas, se producen y compran, los consumidores determinamos los precios.

En el caso del ejemplo, conforme aumenta la producción de pan baja su valor, por lo tanto, su precio. Pero ello también implica que si el precio del pan se baja compulsivamente (valor máximo), bajará su valor, y por ende caerá su producción (menos riqueza), lo cual termina en desabastecimiento y aumento del precio (en el mercado cambiario negro o marginal sube la cotización del dólar libre cuando se impone el cepo).

Habiendo comprendido el por qué los precios máximos traen desabastecimiento, sigamos descubriendo las consecuencias “ocultas” de mayor envergadura.

Otras consecuencias ocultas de envergadura

Conforme enseña la TESS, la producción de los bienes valorados por la sociedad tiene su origen en el trabajo -acción humana que produce bienes económicos, caso contrario no es trabajo —, producción que se multiplica con el uso de la herramienta capital.

Ya se sabe que los precios máximos reducen la producción, lo cual trae aparejado el aumento de su precio (en el mercado “negro”) y desabastecimiento (góndolas vacías en el mercado “blanco”).

La suba de precios trae aparejado la caída del salario.

La sumatoria de consecuencias nefastas de la imposición de precios máximos se manifiesta en la siguiente cadena de acontecimientos:

Desvalorización del trabajo → menos producción (riqueza) → desabastecimiento (menos ventas) → desocupación → menos inversión (capital) → aumento de precios → caída del salario → camino a la pobreza.

Bien se podría definir las consecuencias descriptas como un camino a la pobreza, implica involución económica, en relación a la evolución natural de la TESS, donde:

Valorización del trabajo → más producción (riqueza) → más trabajo → más inversión (capital) → más ventas (intercambios) → baja de precios → suba del salario → camino a la riqueza.

La evolución económica natural surge donde existe el capitalismo, entendiendo por tal al sistema donde rigen a pleno las leyes naturales de riqueza e intercambio, lo cual sólo es factible con la vigencia plena de las libertades individuales.

De ahí que el control de precios es uno de los tantos motivos por el cual la Argentina es una fábrica de pobres. Lo cual refleja que es desacertado imputar la decadencia al capitalismo.

Enseñanza

Conducta racional: el comportamiento debe explicarse en función de la eficiencia, de la búsqueda de la maximización del resultado de las acciones humanas. Luego, es responsabilidad de los teóricos y académicos de la economía el que temas tan sensibles, como el control de precios, no queden en manos del ámbito político, ético, moral, religioso, “técnico”, etc.

En otras palabras, la teoría económica a aplicar en un país debe estar en sintonía con la característica racional del ser humano que guía las acciones cotidianas (sentido común), entre ellas la de comprar (vender) o no comprar (vender).

Para una teoría económica consistente la experiencia de más de 4.000 años de control de precios es su corroboración. Luego, condenar el control de precios sólo por la experiencia “habilita” el orden jurídico que facilita su instrumentación.

Formación de precios: la TESS demuestra que los valores subjetivos son mensurables mediante los precios monetarios, motivo por el cual estos son aptos para el cálculo económico (Teoría del cálculo económico), y corrobora su hipótesis de que se determinan por las leyes naturales de riqueza e intercambio, no por la oferta y la demanda.

Los precios no son formados por los empresarios, ni por los costos de la cadena de producción (salarios, materias primas, etc.), ni por los funcionarios. Por el contrario: Los precios de los bienes con los que se fabrica un bien o servicio (incluido salario) surgen del valor del producto final que le asigna el consumidor.

De esta forma la ciencia demuestra que la economía no trata de “grandes pactos o acuerdos sectoriales” (políticos, corporativos, etc.), sino todo lo contrario, trata de la libertad de acción de los seres humanos.

Inconstitucionalidad del control de precios: intervenir los precios es impedir la libre expresión, la cual está garantizada con rango constitucional.

Los derechos humanos: alterar los precios atenta contra la evolución económica natural, lo cual implica atentar contra la eficiencia, la equidad y la solidaridad humana, lo que representa atentar contra los derechos humanos.

Las teorías económicas que sustentan los controles de precios consideran a los argentinos irracionales. La irracionalidad implica el estado de pobreza del reino animal.

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