Un manual para salvar al sindicalismo

Resulta indispensable actualizar las prácticas para favorecer la sindicalización y la registración laboral, evitando conductas que a pesar de tener buenos fines terminan perjudicando el interés supremo del trabajador, que es tener un empleo registrado con movilidad ascendente

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Bloqueo protagonizado por el Sindicato
Bloqueo protagonizado por el Sindicato de Camioneros

Con 7 millones de trabajadores en negro, 11 por ciento de desempleo y 50 por ciento de pobres, los sindicalistas el 11 de noviembre 2021 elegiremos “nuevas” autoridades en la Confederación General del Trabajo con un fin claro: conservar el poder a cambio de dar gobernabilidad.

Los políticos son parte del problema porque empobrecen a la gente dándole plata, en vez trabajo y educación. No entienden que el trabajador quiere trabajo, no subsidio; quiere crecer, no ser pobre como el resto.

La burguesía dirigencial sindical–empresaria defiende un modelo en el cual “los trabajadores hacen que trabajan y los empleadores hacen que pagan”.

A pesar de haber 50 por ciento de pobres, el Ministerio de Trabajo se encarga defender los intereses de los caciques sindicales y empresarios, y de esquivar los conflictos gremiales, por eso la calle está repleta de manifestaciones y los juzgados tapados de expedientes.

Necesitamos una enmienda laboral que reconozca nuevas actividades y autorice sindicatos chicos y bien fiscalizados, que puedan negociar con pymes nuevos convenios laborales para crear empleos genuinos (no públicos ni planes). Solo así derrotaremos al pobrismo.

Necesitamos actualizar la CGT, democratizar la UIA y un Ministerio de Trabajo que facilite y fiscalice la registración laboral.

También necesitamos un sindicalismo flaco, que le sume responsabilidades a los derechos laborales, e involucrarnos en la construcción de una nueva dirigencia, porque no hay solución gremial sin solución política.

Es indispensable actualizar las prácticas para favorecer la sindicalización y registración laboral, evitando conductas que a pesar de tener buenos fines terminan perjudicando el interés supremo del trabajador que es tener trabajo registrado con movilidad ascendente.

Decálogo del buen sindicalista: diez principios para guiar la conducta de los nuevos dirigentes gremiales

1- No se “atornilla” al cargo y permite la participación de otras listas.

La alternancia en los cargos directivos permite la renovación de cuadros sindicales y evita los actos arbitrarios tendientes a permanecer en el poder a cualquier precio.

La democracia interna del sindicato frena la disgregación de dirigentes que al ser impedidos de participar emigran a otras entidades o constituyen organizaciones paralelas.

2 - Promueve la incorporación de mujeres.

La incorporación de mujeres a la actividad y dirigencia sindical para alcanzar paridad debe ser un proceso integral que conciba y respete las diferencias, fortalezas y debilidades entre géneros, no una imposición legal.

3 - Asume con su patrimonio las decisiones institucionales.

Si las decisiones que el dirigente toma en nombre de la institución implican consecuencias que comprometen su patrimonio personal, lo hará adoptar una actitud más responsable.

4- No bloquea la calle ni el ingreso o salida de la gente.

Debe evitarse toda medida que perjudique a terceros que no son parte del conflicto, lo que también requiere un papel más activo de la autoridad laboral resolviendo el conflicto en su inicio para evitar su escalada.

5- No roba afiliados.

Las relaciones laborales no pueden basarse en la “ley del más fuerte”. Las organizaciones de trabajadores y de empleadores deben respetar el ámbito personal de representación y el interés diferenciado reconocido por la autoridad a cada gremio.

6- No es empresario.

Mientras dure su mandato no será propietario, ni único ni en sociedad, de empresas de su actividad ni de ninguna otra.

7- Moderniza los convenios.

La actualización de los convenios colectivos de trabajo permite incorporar tecnología, adaptarse a la nueva realidad laboral, mejorar la calidad del empleo y facilitar el paso de los planes sociales al trabajo registrado.

La indemnización del trabajador puede incorporarse al convenio como un seguro de desempleo, garantizando su pago al trabajador sin perjudicar la economía del empleador.

8- Defiende la fuente laboral y el progreso de la empresa.

Proteger el trabajo implica por un lado obligar al empleador a la registración laboral y al cumplimiento del convenio colectivo, pero también defender el servicio y rentabilidad de la empresa para equilibrar la relación entre capital y trabajo.

9- Se capacita y promueve más esfuerzo.

Para representar a los trabajadores hay que estar “entrenado”, o sea capacitarse permanentemente, y estimular en sus representados la educación continua que les permita mantener el empleo y/o prepararse para el reingreso laboral.

No podemos reducir la carga horaria laboral si queremos más trabajo y ascendencia social; debemos estimular una mayor dedicación.

10- Impulsa nuevas organizaciones para defender nuevos empleos.

Es importante defender tanto la libertad de sindicalización del trabajador como la de constituir entidades representativas de los nuevos tipos de trabajo. De lo contrario se desprotege al nuevo empleo y las viejas organizaciones distorsionan su finalidad para quedarse con el aporte sindical.

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