El jueves 28 de octubre último presenciamos uno de esos momentos cualitativos de la historia -kairos- que tendrá un impacto en las líneas de horizonte de la humanidad. Marc Zuckerberg, fundador de Facebook, apareció en una conferencia virtual presentando su visión sobre el llamado meta-verso, una nueva materialidad ficcional.
La idea de un reino digital inmersivo no es nueva, y muchos de los mayores desarrollos fueron anticipados con antelación- en este caso enunciada por Neal Stephenson su libro Snow Crash, en 1992. Lo que ocurre ahora es que la misma comienza a tomar forma, y la humanidad empieza a transitar un mundo de comunidades virtuales interminables e interconectadas donde las personas pueden reunirse, trabajar y jugar en un escenario des-territorializado.
Este anuncio que, en el contexto de la cumbre del G-20 y de la COP-26 quedó un poco relegado, es otro signo relevante de una revolución copernicana en la evolución humana y, muy particularmente, en las relaciones internacionales.
En esta aporía moderna -escenario hibrido, dialógico y no binario- compuesta de territorialidad y des-territorialidad, presencialidad y virtualidad, temporalidad y atemporalidad, tenemos que buscar nuevos paradigmas que nos ayuden a disipar la niebla y la oscuridad y aportar claridad a la realidad.
Desde 1648, el escenario internacional es definido en función de un principio -tomado de la Paz de Westfalia- que puso fin a dos conflictos europeos: la Guerra de los Treinta años y la Guerra de los Ochenta años.
Es así que Westfalia pasó a ser sinónimo de principio organizador y rector de las relaciones internacionales basadas en la soberanía territorial y primacía del Estado.
Principio que, entiendo, pierde vigencia y sustentabilidad en un mundo cada vez más complejo, que no puede ser definido en una palabra, ni aprehendido con los paradigmas tradicionales. En este nuevo siglo XXI que parece emerger en 2020, guiado por los drivers de ciencia, tecnología, innovación y ecología, los avances y mutaciones no siguen una línea de crecimiento lineal: la misma es exponencial, planteando desafíos drásticos a la gobernanza.
En el último número de la revista Foreign Affairs, Ian Bremmer publica un importante artículo, “The Technopolar Moment” –eco del libro Between Two Ages: America’s Role in the Technetronic Era, escrito por Zbigniew Bzrezinski en 1970- cuyo título sugiere analógicamente el actual desafío.
Quo vadis Westfalia?... legítimo interrogante que aún no queremos abordar.
No podemos seguir viendo el mundo a través del prisma único del principio organizador del Estado-nación territorial, ni del histórico esquema de competencia entre grandes poderes. Tenemos que tomar en cuenta que, en un escenario fluido y de mundialización de la interdependencia, los lazos económicos, culturales, sociales y tecnológicos, también constituyen elementos rectores.
Podemos aprender mucho sobre el futuro a partir de un examen detenido y reflexivo de las tendencias actuales y los desarrollos recientes.
En un mundo signado por la biotecnología, inteligencia artificial, geoingeniería, ecología, nanotecnología, la rapidez e impacto cotidianos del cambio no pueden ser soslayados.
En este presente, actores tales como GAFA-Google, Apple, Facebook (ahora Meta) y Amazon- Alibaba, ByteDance y Tencent, deben ser incorporados a los debates actuales dado su la influencia significativa sobre los temas globales.
Desde ya que ello no implica, en modo alguno, sugerir el fin del Estado nación o de los gobiernos nacionales.
Si, necesitamos avanzar hacia una nueva geopolítica: territorial y des-territorial y estatal y no-estatal.
Si, necesitamos repensar la soberanía: virtual y territorial.
Pero por sobre todo debemos llevar adelante un debate ético, sobre las consecuencias del uso instrumental de los avances científicos y tecnológicos en esta era exponencial.
Que los necesarios progresos de la ciencia y tecnología, sigan siendo en pos del bien común, y no de una eventual deshumanización.
Quizás este sería un buen tema de debate para las agendas de la próxima Cumbre de G-20 o para la próxima Asamblea General de la ONU.
*Decentraland es una plataforma de realidad virtual, en la que sus usuarios pueden comprar y vender bienes raíces digitales. Fue lanzada en 2017 por la Fundación Decentraland, una organización fundada por los argentinos Esteban Ordano y Ari Meillich.
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