Parafraseando a Carlos Jáuregui, o mejor dicho al eslogan fundador de Gays por los Derechos Civiles pensado por el escritor y periodista Alejandro Modarelli, “en el origen estaba el deseo de todas las libertades”.
Fue así, en el origen de la Primera Marcha del Orgullo en la Argentina -un frío sábado 3 de julio de 1992- estaba ese deseo que nos recorría a todxs quienes convocamos desde las organizaciones a las que pertenecíamos. Cada una de esas personas teníamos diferentes ilusiones y anhelos, estrategias, dudas o certezas.
Pero una en común, lo que hacíamos era porque deseábamos “todas las libertades”.
Aún un poco escéptico por el resultado (poca gente y mucha máscara) me resonó la frase que dijo Carlos ante los medios que se habían acercado a ver qué estaba pasando: “Esta es la primera marcha, y vendrán muchas más, y dentro de treinta años seguiremos marchando”.
Este próximo 6 de noviembre, casi como un hecho de justicia a esa visión política de Jáuregui, se realizará la 30ª Marcha del Orgullo bajo la consigna Ley Integral Trans ¡Ya!
El escenario será la ciudad de Buenos Aires, epicentro político del país, desde la Plaza de Mayo a la Plaza de los dos Congreso; por la Avenida Rivadavia, terreno del reclamo político y social por antonomasia. Como siempre, y como la historia nos dejó claro que debía ser: desde la Casa Rosada (sede del Poder Ejecutivo), hasta el Congreso (sede del Poder Legislativo). Para exigir en una punta, las leyes que nos deben. Para exigir en el otro extremo, que las voten.
Treinta veces saliendo a la calle, dejando lo mejor del activismo LGTBIQ y no binario en la preparación de cada marcha. Pensando las mejores agendas. Discutiendo fuertemente sobre qué consignas serían las mejores. Renovando el activismo, las voces, sumando identidades. Asumiendo cada año nuevas batallas, ampliando las demandas, mejorando la lucha. Provocando que miles de miles sientan libertad, orgullo, que la visibilidad es el mejor camino; que esta marcha es suya.
Este próximo 6 será -sin dudas- la respuesta conjunta de un heterogéneo colectivo (con diversos pensamientos políticos, ideológicos, religiosos, culturales, etc) que un día al año se mueve en masa, explota de alegría y reitera -fácticamente- que la calle es nuestra. Que lo fue desde aquel 1992 y que nunca dejó de serlo.
Lo más importante, que nuestra respuesta política es con orgullo, marchando, alegres, visibles, yendo a por todo, enfrentando el odio y la violencia que nos quieren imponer.
Para quienes convocamos a esa primera marcha -por lo menos para mí- cada año es un nuevo comienzo.
Por cada pérdida hay alguien que dice “¡será mi primera marcha!”.
Hemos perdido a muchas y muchos, pero hemos ganado algo difícil de derrotar: que el presente y el futuro esté asegurado con cada torta, trans, trava, no binaries, bisexual, o maricón que diga “fue mi primera marcha”.
Como dijo Carlos, sé que dentro de 30 años elles seguirán marchando.
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