En Rosario, un adolescente de 17 años fue detenido 56 veces por la Policía. La primera vez fue siendo un niño, cuando contaba con tan solo 12 años. Portación de arma, robos calificados, resistencia a la autoridad y tentativa de robo fueron algunos de los delitos de los que se le acusa.
Este joven como otros tantos, son parte de una realidad social silenciada. No sólo está inmerso en una pobreza material, sin los servicios básicos, sino que no tiene acceso real al derecho a la educación, al derecho a la salud, a una vivienda digna, al mundo del trabajo. Y, a su vez, se le suma el consumo problemático, asociado a la delincuencia en los sectores más vulnerados.
La escuela, como institución social garante de la educación, no cumple su mandato fundacional y deja a la intemperie a este y otros tantos jóvenes que no encuentran en ella un espacio significativo. En realidad, a ningún adolescente le resulta significativa, pero algunos entienden que es el escalón para conseguir un trabajo o ingresar a la universidad. Y ya se sabe que los estudiantes exitosos, propios del sector social medio, son aquellos que replican los contenidos que sus profesores esperan. Sin embargo, en los sectores más vulnerados “traerlos de la esquina” demanda más esfuerzo porque para ellos el título secundario no les otorga nuevas oportunidades.
Poner a los jóvenes como prioridad en las políticas públicas es responsabilidad indelegable del Estado, de los gobernantes de turno, quienes invisibilizan y silencian la voz de millones de ciudadanos que no creen que la escuela les dará nuevas oportunidades para su vida cotidiana. Además, la persona que tiene muchos fracasos tiende a creer que carece de poder para cambiar su vida.
Potenciar a la escuela y a los espacios culturales, como centros de integración barrial, no sólo de recreación, sino de prevención de problemáticas como embarazo adolescente, violencia de género, noviazgos violentos, consumo, entre otros, permitirá motivarlos para que sean participativos de la vida social, autónomos y, a su vez, busquen proyectos de vida.
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