Hoy el kirchnerismo no da certezas de evitar un default. Si sólo disimulan quemar las naves para la tribuna no genera precisamente tranquilidad. A la radicalización del ministro de Economía la siguió un inflamado discurso del Presidente en el que afirmó: “No nos arrodillaremos ante el Fondo”, parafraseando a Néstor Kirchner.
Era el propio presidente Fernández quien solía dar certezas en público y en privado de su voluntad de un acuerdo por la deuda. Juraba y perjuraba que no sería el presidente del default. Y como las cosas si no son de una manera son de otra, el Gobierno está eligiendo al Fondo como su enemigo útil porque no le queda otra en la fase final de la campaña o decidieron chocar de frente con el iceberg en vez de esquivarlo.
La escalada que comenzó el 17 de octubre, con Hebe de Bonafini, Boudou y otros muchachos de la liberación advirtiendo que si se le pagaba al Fondo irían contra el Gobierno, concluye el día del aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, con el Presidente ofrendando su última libación sacrificial de sentido común ante el altar de Cristina.
La reversión de la campaña motivada por el catalán Antoni Gutierrez Rubi buscaba construir el Presidente del Sí: “Sí al trabajo y no al desempleo, sí al diálogo y no a la obstrucción”. Por lo pronto, a lo único a lo que le dice que Sí el Presidente es a las órdenes de Cristina.
El Presidente del Sí a Cristina hoy dejó el rol marginal que le toca en su propio gobierno para salir a un escenario celebratorio del pasado. En consonancia con un tuit de la Vicepresidenta que hizo del aniversario de la muerte de su marido un estandarte de la lucha contra el Fondo Monetario y le puso su firma y sello a las señales. Primero fue Hebe, luego vino la rendición de Guzmán y finalmente Alberto Fernández bajó su última bandera. La de un pragmático ordenador que en realidad nunca fue.
La negociación con el Fondo no es algo de lo que uno pueda ser fan como de Los Beatles o Soda Stereo. Ciertamente, es la dolorosa necesidad ante males mayores que implicaría un default. Las demostraciones de estos días y sobre todo de esta jornada parecen ofrecer respuesta a esa pregunta que se hacían en Washington cuando Manzur les hablaba de la voluntad argentina de acordar: “¿Cristina está de acuerdo?”. La respuesta de que en el país también cuentan los gobernadores al lado del Presidente hoy tiene sabor a nada. Y la principal respuesta fue explicitada categóricamente por Cristina Kirchner.
A menos que estemos ante la puesta en escena desesperada de la construcción de un enemigo cuando el “Ah pero Macri” ya no funciona, las muestras que ha dado el Gobierno en estas horas no son crípticas. Son claras. Si no hay voluntad de un acuerdo, sólo puede haber default. Porque no se explica si no de qué manera se enfrentarán los vencimientos que vienen en marzo. Y algo más, la verba incendiaria es una espuela enloquecedora para las expectativas cuyo primer termómetro es el dólar.
Con el dólar libre al borde del techo psicológico de los 200 pesos a nadie se le ocurre que el discurso oficial pueda tranquilizar al mercado. ¿A esta altura de la malaria puede sumar algún voto la pelea contra el Fondo?
En un país con casi 50% de pobres y el valor del salario bajo continua corrosión, el escenario del poder muestra una película vieja con trucos gastados. Incapaces de ofrecer futuro, hoy volvieron a ofrecer pasado. Un pasado que a las luces del presente no fue tan efectivo en mejorar la situación del país. Las condiciones excepcionales de la economía mundial que permitieron el boom de los commodities y especialmente la soja en Argentina le ofrecieron recursos como nunca en la historia al gobierno de Néstor y también al de Cristina. Pasada la bonanza, ella terminó con unos 7 puntos de déficit. En una palabra, no transformaron nada y se la patinaron toda.
De lo que viene poco sabemos. La retórica no resuelve los problemas. Quizás sea sólo una nueva subestimación de sus votantes blandiendo ideología aunque luego deban recular como tantas veces. El Presidente dice que no se arrodillará ante el Fondo, sería bueno saber qué hará para que la economía argentina deje de estar de rodillas. Por ahora sólo sabemos que se jacta de no tener un plan.
* Editorial de Cristina Pérez en “Confesiones en la noche” (Radio Mitre)
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