No hay lugar para falsos diálogos

En dos años de mandato, el Gobierno nunca dialogó, siempre impuso. Ahora la trampa consiste en suavizar y licuar su derrota buscando a una oposición sentada en su propia mesa, en una foto vacía

Alberto Fernández y Cristina Kirchner, Presidente y Vicepresidenta de la Nación (Foto NA: DAMIAN DOPACIO)

El Gobierno no quiere dialogar. El kirchnerismo no dialoga porque el diálogo es entre pares y Cristina Kirchner no reconoce pares. El diálogo es entre actores democráticos y la vicepresidente que gobierna el país tiene una concepción antidemocrática del poder. Su objetivo no es alcanzar acuerdos mediante el aval del consenso, sino doblegar al adversario, rendirlo, subyugarlo y acallar toda voz disidente.

Nunca dialogó en dos años de Gobierno. Siempre impuso. Jamás deliberó. Impuso una cuarentena eterna. Impuso vacunas como consecuencia de entregarle la cuestión sanitaria a Rusia, impuso sesiones virtuales para inoperativizar el Congreso y gobernar por decreto y sin dar explicaciones. Impuso facultades extraordinarias y un salvaje ajuste a los jubilados. Impuso un cierre de escuelas que causó daños irreparables en nuestros niños y jóvenes. Impuso liberar presos, violadores y narcotraficantes y retornar al país a delincuentes expulsados. Impuso una agenda de demolición institucional y quebrantamiento de la división de poderes. Impuso su discrecionalidad y un manejo delictivo y criminal de la pandemia. Impuso fronteras internas, violencia institucional, violación de los derechos humanos y de nuestros derechos y libertades consagrados en la Constitución Nacional. Impuso persecución a jueces que investigaron a la vicepresidente, una reforma judicial para que Cristina se convierta en la Justicia, ataques a la prensa y a los opositores. El Gobierno impuso avalar las tomas de tierras, avalar a terroristas y dictadores dentro y fuera del país. Impuso la desaparición de personas en democracia como Marcela López, asesinatos aberrantes vinculados a las valijas de Cristina y la plata robada de la corrupción, como Fabián Gutiérrez. Impuso apoyar a Maduro, Ortega, al grupo Hamas y a los terroristas iraníes que volaron la AMIA. El Gobierno impuso cierre de exportaciones y precios congelados. Y hace días impuso agredir y burlarse pérfidamente de la memoria de miles de muertos evitables que se daban en todo el territorio del país, mientras el Gobierno perpetrador y victimario estaba de fiesta en Olivos y brindaban impunemente, mientras que, a la vez, cínicamente les rendían honores y homenajes a sus víctimas.

Por todo eso pedimos el juicio político del Presidente y la Vicepresidente, porque llevaron adelante un manejo criminal y delictivo de la pandemia, mientras la usaban como excusa para quebrar el orden democrático e ir a la búsqueda de la suma del poder público. Definición y caracterización política independiente de las investigaciones judiciales ulteriores en curso promovidas oportunamente.

Dimos la prevención antes de que llegáramos a esta instancia de previsible llamado a falsos diálogos por parte del Gobierno y a trampas para ganar tiempo y socializar derrotas: “El diálogo que pide la vicepresidente es falso, porque Cristina no reconoce pares y es el escorpión pidiendo ayuda para cruzar el rio”.

Porque el Gobierno repentinamente, como si se hubiesen tomado una poción mágica de republicanismo y cordura cívica, habla de diálogo. Pues, simplemente porque necesitan mostrarse con la oposición para que la derrota no sea tan fuerte. La trampa del Gobierno consiste en suavizar y licuar su derrota con la oposición sentada en su propia mesa, en una foto vacía, sin contenido, vana.

Ya en 2020 y conociendo al Gobierno, señalábamos en el Parlamento que “el diálogo no es en Olivos, ni en la Casa Rosada, el diálogo no es en el Instituto Patria, ni en Tigre, ni en El Calafate, ni en un despacho del Senado, el diálogo es en el Congreso”.

Hace un mes, lanzamos Recambio, un nuevo espacio político desde el radicalismo y para fortalecer a la oposición y su rol decisivo de cara al futuro. La oposición no es un rol, una pose o una función, es una institución fundamental de la democracia y la república.

El país necesita una oposición que esté a la altura y la democracia necesita de alternancia y de dirigentes políticos que disputen el poder y no que su máxima osadía sea ir al casino a jugar a color.

No vamos a permitir que se imponga una línea suave y tibia en la oposición que con la excusa de extender la mano y ampliar la base, termine siendo el espejo de la oposición en Venezuela.

Lo que ocurre en Venezuela no se explica solo desde el poder chavista y de Maduro, nada de eso podría haber ocurrido sin el error o bien la complicidad de una oposición que traicionó al pueblo y es parte del problema. No hay lugar desde nuestra mirada para que en la Argentina a la oposición la lidere un Capriles, no hay lugar para que Juntos por el Cambio termine siendo un espacio filo peronista o kirchnerista que abandone sus postulados constitutivos, que les dé lugar a los arrepentidos de Cristina y que desnaturalice y desintegre la causa, los valores y principios que le dieron origen, para que aún ganando en 2023, haya un siga, siga, una convergencia, concordancia, colaboracionismo o acuerdismo, que no produzca la reparación estructural y profunda de la Argentina.

No hay lugar en la Argentina para discursos equilibristas, equidistantes, para discursos compota. No hay lugar para aquellos que no pelean contra el relato del poder a cambio de que el poder diga que son la oposición buena. No hay lugar para falsos diálogos o simulacros de diálogos. No hay lugar para negociar la angustia y desesperanza de nuestro pueblo. Es fundamental no cometer el error que se cometió en Venezuela.

Por eso gritamos a quien nos escuche que la unidad de la oposición no es un fin ni un valor en sí mismo, ni es el fin final. La unidad es solo una herramienta y esa unidad debe ser auténtica para que sirva como medio para el verdadero fin: salvar al país, defender nuestra democracia, nuestra Constitución Nacional, nuestra libertad y nuestra vida digna. No hay lugar para que al igual que Venezuela la oposición diga cosas distintas en público a las que hacen en privado y se reúnan permanentemente con los victimarios. No hay lugar para que se sigan escondiendo intereses contrarios al pueblo.

Buscamos recuperar la buena política, resignificar la política frente a esta forma envilecida y degradada de quienes la han asociado al delito, pero también luchar contra aquellos que se consuelan con vivir de la política sin disputar el poder y se someten al status quo, aceptando que las cosas no pueden ser de otro modo.

Una nación donde no hay justicia y libertad, no es una República. Una nación donde todos los poderes del Estado se concentran en una sola mano y dependen de una sola voluntad y se transmite de una persona a otra como acto de autoridad del que manda, con farsas electorales, no es una República. Una nación donde el parlamento renuncia a su rol para ser solo una pieza modesta del mecanismo administrativo del poder, porque ya no hay allí divergencias marcadas, no se habla, no se piensa, porque se ha delegado tal vez hasta inconscientemente en otro el derecho de pensar no es una República. No hay República en aquella nación donde los gobernadores son oscuros gerentes y delegados del poder central. En un lugar así solo crece la inmoralidad, el abuso y desvió de poder

Voy a trabajar para que la oposición se mantenga en la línea correcta, porque si no vamos a un fracaso que va a desguarecer y dejar huérfanos a los argentinos. Vamos a abrazar nuestra obligación política de defender la democracia radicalmente. Lo que está en juego en el país es su futuro y ese futuro es sin kirchnerismo en el poder.

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