El Gobierno ante el lujo de la piromanía

Para la periodista y conductora, ante cada problema, el kirchnerismo encuentra un culpable en vez de una solución, o el intento de ella

Alberto Fernández y Cristina Kirchner, al presentar a los candidatos del Frente de Todos

Hay que leer al Gobierno como al que prepara su coartada. Como el que da los pasos para construir la excusa. Como el que cree que nadie lo advierte, que nadie se da cuenta. Como el que camina a un destino inexorable, pero quiere disimularlo. La construcción del discurso oficial revela sus miedos, intrigas y ansiedades. También su predicción más inquietante, su falta manifiesta de brújula y de cohesión interna. Del desquicio sin rumbo pende el lapidario interrogante sobre el futuro en medio de una crisis que se profundiza.

Es notable que en una última mueca desconcertada, el gobierno le ha dejado de hablar a la gente. Le tira plata que no vale por la cabeza. Pero no le habla. Intenta encender resentimientos, pero ya no puede encender sentimientos. Cuando La Cámpora, ¡en un comunicado!, dice que “la recuperación tiene que ser para todas y todos y no para tres o cuatro vivos”, busca desviar el enojo, correr el blanco, cuando la percepción de la gente es que los únicos vivos fueron ellos: los que se vacunaron primero, los que festejaron en Olivos, los que encerraron más de la cuenta a quienes necesitaban trabajar, los que bajaron persianas porque la ruina no era de ellos, los que cerraron escuelas y desprotegieron las calles, los que como si todo fuera poco, encubren a los violentos que esparcen el terror en el sur del país.

En el guión de la campaña oficial, hasta el doble discurso perdió sincronía y termina convertido en un generador de bumeranes destructivos para cualquier política del propio gobierno. Si es verdad que quieren un acuerdo con el Fondo pero que no se note, la simulación empieza a ser una profecía autocumplida y el mercado se mueve como si ya hubiera ocurrido el fracaso. La espada de Damocles cierne en Marzo con los próximos vencimientos y el tiempo se acorta. El ministro de Economía, Martín Guzmán, culpando al organismo por la falta de un acuerdo se sumó al manual básico kirchnerista: donde hay un problema, hay un culpable que siempre es otro, nunca nosotros. Ese artilugio gastado vuelve al escenario con la inquisición de Roberto Feletti para controlar los precios. Donde hay desmanejos económicos mejor inventar villanos aunque eso no redunde en bajar la inflación cuyas previsiones se empeoran a niveles gravísimos para el año que viene.

El dirigente Julián Álvarez, con una dura crítica a los medios

El otro casete prendido en la construcción de los enemigos tampoco es nuevo. Cristina Kirchner y su hijo escalan la pirotecnia verbal contra los medios. En uno de los últimos actos de campaña en Lanús, liderado por Máximo Kirchner, un miembro de La Cámpora llamó a enfrentar “a los medios hegemónicos que le meten mierda en la cabeza a los argentinos y argentinas”. En ese mismo mitin, el hijo de la vicepresidenta le hizo saber al presidente que “chiflen” porque están “dispuestos a ir para adelante”. ¿Qué es ir para adelante? La radicalización hecha campaña parece anticipar una radicalización en el gobierno, y esa es la principal tensión que reina en el peronismo.

Ningún anticipo es más descriptivo que la retórica inflamada de la candidata del Frente de Todos Victoria Tolosa Paz que directamente acusó a la oposición de preparar las condiciones para “un golpe blando” para debilitar al Gobierno, responsabilizándola de una eventual devaluación. Ante cada problema, un culpable en vez de una solución, o el intento de ella.

La campaña oficial, convertida en una usina de incertidumbre, no sólo se muestra ineficiente para recuperar votos, sino que agrava el futuro inmediato traccionado por las expectativas. Los ciudadanos y el mercado todo saben perfectamente, que quien tira nafta no quiere precisamente apagar un incendio. Lo más inquietante es que el gobierno actúa como si no le quedaran dos años de gestión. Como si pudiera darse el lujo de la piromanía. Ya se sabe que ningún Nerón construye gobernabilidad. ¿Por qué el gobierno actúa como si no tuvieran la responsabilidad de solucionar los problemas existentes ni los que ellos mismos generan? Ojalá sólo sean buenos actores. Los dramas que a diario viven los argentinos, son dolorosamente reales.

* Editorial de Cristina Pérez en “Confesiones en la noche” (Radio Mitre)

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