Fernando De la Rúa y Alberto Fernández, semejanzas que preocupan y una historia que se renueva

Pese a las grandes diferencias, hay paralelismos que inquietan. Al mismo tiempo, la debilidad institucional nos hace más vulnerables a todos

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Alberto Fernández y Fernando De la Rúa
Alberto Fernández y Fernando De la Rúa

La sociedad llega desgastada y en crisis al 14 de noviembre. El Gobierno sin rumbo se encamina a chocar de frente. En lugar de ponerse el cinturón de seguridad, bajar la velocidad para intentar volver a la ruta, aprieta fuerte el volante y acelera: el precio del dólar se dispara, vuelven los controles de precios y se deja a la provincia de Río Negro a su suerte, entre tantos desatinos, mientras continúan atropellándose. Ningún funcionario sabe si las decisiones que toma hoy tendrán vigencia mañana. El desconcierto es absoluto.

Para la Real Academia Española “similitud”, significa “semejanza”. En tanto que “comparar” es “analizar con atención” para establecer analogías o diferencias. El presente análisis tiene por objeto poner el foco de atención en ciertas similitudes, a pesar de las grandes diferencias, entre la corta presidencia de Fernando de la Rúa, y la actual de Alberto Fernández, que generan desvelo por el futuro próximo inmediato de nuestra nación a tan solo 21 días de los comicios. La derrota del oficialismo en las PASO causó un huracán de problemas, peleas internas y pujas por los espacios de poder, que hacen perder el foco en la gobernabilidad de una nación rota y empobrecida, en pos de ganar una disputa electoral, que hoy importa tanto como la subsistencia misma. Precisamente esa pérdida de foco en la gobernabilidad es lo que genera inquietud por el futuro institucional de la nación, rememorando situaciones que ya vivimos en el pasado.

Fernando de la Rúa asumió como Presidente de la Nación el 10 de diciembre de 1999 recibiendo de Carlos Menem el bastón de mando. Alberto Fernández lo hizo 20 años después, el 10 de diciembre de 2019 de manos de Mauricio Macri. De la Rúa no pudo terminar su mandato, Macri se sostuvo hasta el final. En 684 días de gobierno poco queda hoy de ese Alberto Fernández dispuesto a cumplir su mandato con la clara intención de demostrarnos a todos, incluida la dueña de los votos, que no fue un error su elección. El tiempo, como único dueño de la verdad, se encargó de corroborar lo contrario.

Alberto Fernández, en una escuela de Temperley
Alberto Fernández, en una escuela de Temperley

Dentro de las similitudes que inquietan, Alberto Fernández y Fernando de la Rúa llegaron al poder por medio de alianzas políticas complejas, sin la consistencia necesaria para perdurar en el tiempo. En el caso de Fernando de la Rúa las legislativas de 2001 sellaron su suerte. Con Alberto Fernández estamos frente un presidente que llega desgastado y sin credibilidad alguna a las elecciones de medio término. Analizar el resultado del 12 de septiembre de 2021 es el sustento más claro de esta afirmación. Fue corrido por los propios del mando real para cumplir una función protocolar. Su presencia comenzó a restar en lugar de sumar. Si bien no tuvo una accidentada participación en Videomatch como sucedió con de la Rúa, Alberto Fernández a diario se encargó por sí solo de los tropiezos constantes que sellaron su suerte.

El frente interno del presidente Fernández, como sucedió en su momento con la Alianza, se asimila a la tortura de Túpac Amaruc II a quien luego de cortarle la lengua le ataron las extremidades a cuatro caballos para que tiren hasta desgarrarlo. Una muerte terrible y cruel. Luego del intento de alzamiento frustrado por la carta de Cristina emulando a los martirizantes de Túpac, todos los sectores de la coalición gobernante pujan al mismo tiempo por reacomodar sus “fuerzas”, siendo el descontrol de la gestión, la pérdida de rumbo y la desorientación generalizada en la toma de decisiones una expresión más de ciertas similitudes del gobierno del Frente de Todos con el de la Alianza sin perjuicio de las enormes diferencias ideológicas y de los personajes involucrados. Ninguno (ni en 2001, ni en 2021) excretan agua bendita.

Mucho han cambiado el mundo y la Argentina de 1999 a hoy. No estamos ante situaciones similares. El 11 de septiembre de 2001 fue el atentado a las Torres Gemelas alterando trascendentes paradigmas de la geopolítica mundial. El primer iPhone vio la luz recién el 29 de junio de 2007, nadie sabía quién era “Siri”, momento a partir del cual comenzó una carrera, que aún hoy, resulta imposible vislumbrar dónde acabará. Las grandes compañías (por caso Google y Facebook entre las primeras) pueden influir en los resultados electorales, algo que ya nos demostró la elección de Obama y luego con mayor evidencia la de Donald Trump. En 1999 ni siquiera era un aspecto a considerar, hoy sí lo es, aún en nuestra aldea empobrecida más austral del mundo.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Alberto Fernández y Cristina Kirchner

Mientras el mundo avanzó, Argentina sigue estancada entre la Avenida del Fracaso y la Peatonal de la Pobreza. Hay miles de ejemplos, bastan unos pocos para evidenciar que estamos en orbes conceptualmente distintas. En 1999 una pandemia no era algo previsible para el común de la gente. En 2021 el renovado control de precios implementado por el Gobierno es una medida cuyo resultado se conoce anticipadamente. La insistencia por elegir el rumbo perdedor resulta, a estas alturas un ensañamiento con el fracaso. En Argentina bastan 20 días para que todo cambie y 20 años para ver que todo sigue prácticamente igual. La vigencia de los monólogos de Tato Bores son la demostración más cruda de nuestro estancamiento y la perpetuación constante de la clase dirigente en reiterar errores.

En 1999 el éxito de la campaña publicitaria “Dicen que soy aburrido” se debió en parte a la sensación de indignación generalizada en la población por la imagen de “frivolidad” que provenía del entonces presidente Carlos Menem. Fueron estilos muy diferentes, opuestos el uno (Menem) del otro (de la Rúa). Pero el grave deterioro de la situación económica fue (y es) el punto que inclinó el fiel de la balanza, tanto en las elecciones presidenciales de 1999, como en las legislativas del 2001, en las presidenciales de 2019 y en las PASO del 12 de septiembre de 2021. El copulamiento peronista no pareciera ser un argumento que movilice a los votantes por encima de la crisis económica y la falta de trabajo, al igual que la “platita”, que por cierto generó la desaparición pública de “Sir” Gollan, ni los viajes de egresados gratis de Kicillof.

El 14 de noviembre no será diferente, con la particularidad de que lo que antes fue “indignación” social hoy ya es una sensación generalizada de “asco” por la clase política que genera la aparición de fenómenos como el candidato libertario Javier Milei, un producto de estos tiempos al que hay que prestarle atención en ambos lados de la grieta. Quedará para el tiempo juzgar si se trata de un “producto” político de largo aliento o si sólo estamos ante la presencia de un fugaz amor de primavera.

Fernando de la Rúa renunció a su cargo 742 días después de su asunción. El acuerdo que lo llevó al sillón de Rivadavia se llamó “Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación”. La Alianza era una coalición conformada por la UCR, integrantes de centroizquierda y peronistas. La crisis económica terminó poniendo fin anticipadamente a su mandato, hecho recordado en nuestra memoria colectiva por la imagen del helicóptero despegando desde el techo de la Casa Rosada. La economía colapsó y en su caída arrastró al gobierno del difunto de la Rúa. El renunciamiento de Carlos “Chacho” Álvarez es hoy una anécdota más que merece ser recordada por el impacto negativo que tuvo para el gobierno de la Alianza. No se vislumbra (de momento), un renunciamiento de Cristina quien ha quedado esclavizada al poder a consecuencia de sus causas judiciales, más allá de los estrechos lazos con el gobierno de Putin que le aseguran cierta tranquilidad espiritual.

"Chacho" Álvarez y Fernando de la Rúa
"Chacho" Álvarez y Fernando de la Rúa

La crisis terminó explotando en 2001 tanto en términos políticos como institucionales, por la derrota del entonces oficialismo en las elecciones que se llevaron a cabo ese año. Con la sociedad sumida en el caos, el 19 de diciembre de 2001, el presidente de la Rúa dispuso el estado de sitio, explotando instantáneamente en las calles el “que se vayan todos”. De la prieta síntesis es posible sacar dos conclusiones que impactan en el presente y generan preocupación por el futuro institucional de nuestra nación: 1) la indignación de la sociedad, ya en la categoría de hartazgo social transversal en todos los sectores y 2) la crisis económica que alcanzó niveles récord de pobreza. Son dos factores que impactan decisivamente en los resultados electorales. La similitud actual en punto a la indignación de la sociedad y la crisis económica tienen un peligroso grado de cercanía con los hechos de 2001. El choque de frente al que se encamina el Gobierno preocupa.

El hartazgo de la sociedad por una forma de gobernar y hacer política, más la crisis económica que ha causado estragos en amplios sectores de la sociedad conforman una bomba de tiempo que ni Juan XXIII Manzur pareciera capaz de desactivar. La crisis económica, más allá de las diferencias, tanto la del 2001, como la del 2021 son, en sus resultados, muy similares, dado que el votante argentino elige a su candidato usualmente con el bolsillo, no con la cabeza. Hoy el desempleo supera el 10%, en 2001 alcanzaba al 14%. En 2001 la pobreza era del 30% hoy alcanza al 50%. En 2001 Argentina tenía graves problemas de educación y sanitarios. En 2021, los problemas educativos son aún mayores (salvo para Dylan), y la pandemia exacerbó el drama sanitario, donde el vacunatorio VIP y la mala elección de las vacunas se destacan.

Protestas en las calles el 20 diciembre 2001
Protestas en las calles el 20 diciembre 2001

El déficit fiscal sigue siendo el talón de Aquiles de los gobiernos argentinos, tanto en 2001, como en 2021; fue y es un problema sin solución. Las medidas que se tuvieron que tomar en 2000 terminaron generando en el humor social una situación de “no retorno”. Tanto en 2001 como en 2021 la imagen pública de la dirigencia política nacional es peor que “mala”. Las coincidencias también se repiten en materia de desempleo. De esa época y de la imaginación de Domingo Cavallo -último ministro de Economía del presidente De la Rúa-, nos quedó, entre otras cosas, el impuesto al cheque. Hoy tenemos el impuesto a la riqueza más un feroz ajuste a consecuencia de la inflación que conlleva la pérdida del nivel adquisitivo del trabajador a niveles extremos.

Al igual que Fernando de la Rúa, Alberto Fernández es un presidente consumido políticamente antes de su tiempo. En parte porque aceptó el ‘’trabajo” a sabiendas de que no tenía el poder necesario para ejercerlo. Allí radica su primera irresponsabilidad. La segunda y más importante fue la forma desastrosa de gobernar la nación.

Hoy de eso no se habla, pero es una verdad silente que se están rumiando hechos institucionalmente trascendentes para el día después del 14 de noviembre. Esto le da a las próximas elecciones una importancia diferente a las que tuvieron hace unos meses. Y, en esa importancia radica el esfuerzo que está realizando el gobierno, poniendo toda su estructura al servicio de ganar los comicios, o, en el peor de los casos, perderlo por muy poco. Una declinación hipotética del mandatario nacional, dejaría a la dueña de los votos frente al dilema de sucederlo o negociar un pacto de gobernabilidad en un escenario, que por cierto, para ella no sería nada favorable. Son todas hipótesis de análisis que tienen su sustento tanto en los propios hechos que nos marca la realidad nuestra de todos los días, como las conductas, actos y dichos de los principales referentes de la coalición gobernante.

Darwin dijo: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”. Es de esperar que la preservación de las instituciones prime, sea cual fuere el resultado del voto popular, y por sobre todo que Fernández cumpla sus funciones hasta el último día de su mandato.

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