Los planes de Xi Jinping para evitar la polarización social en China

El líder del gigante asiático busca avanzar con un modelo de desarrollo que prevenga el colapso de la clase media y la desintegración social

Xi Jinping, presidente de China

Los trascendidos de los extractos de la exposición del Presidente Xi Jinping en el Comité de Finanzas y Economía del Partido Comunista el pasado mes de agosto bajo el título “Prosperidad común” merecerían una lectura cuidadosa por la mesura de las definiciones sobre el progreso. Xi Jinping menciona que el colapso de la clase media en muchos países ha provocado la polarización entre ricos y pobres generando la desintegración social y estimulando un populismo desenfrenado. China debe evitar esa situación resguardándose contra la polarización, promoviendo una prosperidad común y manteniendo la armonía y estabilidad social.

Xi Jinping vuelve a utilizar, producto de su pensamiento marxista, los ejemplos de las etapas para explicar su posición. China logró convertirse en un país de ingresos medios de 10.000 dólares per cápita pero el objetivo es transformarse en una gran nación socialista para la mitad del siglo y para ello necesita un desarrollo de alta calidad con trabajadores calificados, incrementando la productividad y reforzando las fuerzas básicas que determinan el crecimiento.

El Presidente Xi considera la prosperidad común como un componente básico del socialismo y de la modernización al estilo chino: se trata de una prosperidad material y espiritual para todos, no solo para unos pocos ni tampoco un ordenado igualitarismo. Para ello se necesita movilidad social, crear oportunidades para que más personas se conviertan en ricos, crear un ambiente favorable para el desarrollo y evitar el fenómeno de involución y estancamiento. Xi insiste en señalar que se debe promover la laboriosidad, alentando a los emprendedores y combatiendo la corrupción.

Xi admite que el nivel de desarrollo de China está aún lejos de los países desarrollados, y eso obliga a navegar entre necesidades y posibilidades, evitando promesas imposibles de cumplir; sostiene que el Gobierno no puede hacerse cargo de todo, debe dedicarse a los aspectos fundamentales y universales evitando caer en la trampa de “sostener a los vagos a través del Estado de bienestar”. El objetivo es expandir la clase media, mejorar los ingresos de los grupos de ingresos medios y ajustar razonablemente los altos ingresos hasta lograr una estructura de distribución similar a una “aceituna gorda en el medio y pequeña en los extremos”.

Los sectores con mayores posibilidades de ascender a la clase media son los graduados universitarios, trabajadores calificados, propietarios de las pequeñas y medianas empresas y obreros migrantes desde las zonas rurales. Esto requerirá reducir los impuestos y facilitar el acceso a los servicios financieros de mercado y resolver los problemas de residencia en las ciudades. Estas acciones deberán estar acompañadas por una reforma impositiva para regular los ingresos excesivos, ajustar las ganancias de capital y aumentar las tasas sobre el consumo.

Xi se considera también un gran líder protector del rebaño y avanza en el campo espiritual y moral; define la promoción de la prosperidad común integrada al desarrollo humano para lo cual impulsa el fortalecimiento de los valores centrales como educación, patriotismo, colectivismo y socialismo que desalienten la impaciencia y los miedos de las dificultades. Xi reconoce que el proceso es dinámico y que requiere de un esfuerzo continuo donde la gente pueda percibir los resultados.

La disertación de Xi Jinping constituye un baño de realismo sobre la situación de China y las posibilidades de extender los beneficios del crecimiento a los 1400 millones de habitantes. El énfasis está puestos en la responsabilidad del Estado para crear las condiciones para el progreso basado en el esfuerzo; las críticas de Xi no dejan dudas sobre su rechazo a las promesas del populismo y el Estado de Bienestar que desalientan la creatividad y el ascenso social. Xi muestra su preferencia por avanzar sobre bases firmes y esfuerzos constantes; despliega la paciencia de una cultura milenaria que recién hace 40 años inició el camino del desarrollo y dejó atrás la pobreza extrema contando con la aquiescencia de occidente.

El discurso de Xi merece una atención especial por contrastar con promesas de soluciones inmediatas. Si bien deja en claro la imperiosidad del liderazgo del PC y advierte sobre los intentos de subvertir la estabilidad centraliza su atención en saber responder a las demandas sociales para justificar el control político. Entre aquéllos que promueven el igualitarismo, la colectivización y el pobrismo la posición de Xi abre una discusión que será insoslayable para reencontrar el progreso.

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