Lejos de restañar los cimbronazos que arrojó el resultado de las PASO, el emblemático 17 de Octubre solo expuso división, señalamientos y diferencias al interior del Frente de Todos. Un todos contra todos a cielo abierto. Una seguidilla de situaciones desconcertantes. Pura autodestrucción.
El más destratado, por lejos, fue el mismísimo Presidente de la Nación, a quien desde Plaza de Mayo se denigró sin miramientos. Se le reclama menos contacto con empresarios y más kirchnerismo.
El escarnio público, bajo la complaciente mirada de algunos funcionarios de su ecléctico staff parece hacer mella en el Jefe de Estado. Alberto Fernández acusa recibo. Al menos a juzgar por algunas de sus más recientes reacciones.
La refriega mediática-epistolar a la que fue sometida la Gobernadora de Río Negro, es solo una muestra más de la sobreactuación de autoridad en modo cristicamporista a la que suele echar mano Alberto Fernández cuando se siente vapuleado.
Arabela Carreras pidió ayuda para enfrentar una situación gravísima. Reclamó el envío fuerzas de seguridad frente a el recrudecimiento de episodios que la Justicia define como actos de terrorismo y a cambio recibe reconvenciones.
A la señoreada que le pegó, inefable, Aníbal Fernández -“Señora, está equivocada, no tiene ninguna atribución para exigir el envío de Gendarmería”-, le siguió una carta abierta en la que el Presidente asegura: “No es función del gobierno nacional reforzar la seguridad en la región”
La insólita literatura albertista en la que se desentiende de la seguridad nacional solo puede interpretarse como un genuflexo alineamiento con la línea K. Una ofrenda a los que lo golpean desde los púlpitos kirchneristas. Más se entrega, más se hunde.
Imposibilitado de bajarse del capital simbólico acopiado por el martirologio de Santiago Maldonado, Alberto Fernández arremete con un mensaje que no resiste al más común de los sentidos.
Asumir que la conflictividad generada por la RAM, Resistencia Ancestral Mapuche, desafía al Estado nacional significaría contradecir una línea ideológica que viene sosteniendo con mano de hierro desde el nivel nacional.
El incendio intencional que produjo la destrucción total del Club Andino Piltriquitron es uno de los más graves episodios de la seguidilla de hechos violentos de los grupos que se proclaman mapuches. En este caso con amenazas directas a la Gobernadora Carreras y el jefe comunal de El Bolsón Bruno Pogliano.
Hace apenas unos días un hecho de las mismas características arrasó las oficinas de turismo de esa ciudad. Un modus operandi que también convirtió en cenizas el campamento de Vialidad Nacional apostado en el camino que conduce al Cerro Catedral.
Alberto Weretilneck expresó con sencilla crudeza el estupor que sienten muchos en el Sur: ”Arreglen como puedan nos está diciendo”. Un sentimiento compartido por el Intendente de Bariloche Gustavo Genuzzo.
El ex Gobernador expresó su alarma por entender que el Gobierno no toma este problema como una cuestión nacional sino que pretende enfocarlo como un tema de inseguridad y recuerda que Juan Cabandié, ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, anunció que Parques Nacionales se retiraba de la querella por la usurpación de tierras de Villa Mascardi para proponer una cogestión entre la comunidad que se instaló en el lugar. El ahora Senador Weretilneck suele votar en la Cámara Alta alineado al oficialismo. Todo un tema.
Siempre listo para disputar territorio político, Sergio Berni hace su aporte.
Se desmarca de la insensatez presidencial.
“Cuando el bien vulnerado tutelado por la Constitución es la paz social, hablamos de terrorismo(…) es obligación del Estado enviar tropas a la provincia para colaborar con la resolución del problema”, dijo.
“Habrá algunos que añoran la represión”, contestó el Ministro de Seguridad de la Nación en una radio de claro sesgo oficialista. “Nosotros no estamos dispuestos a llevar adelante la represión para resolver este problema”, aseguró Aníbal Fernández. “Si piensan que lo vamos a resolver como lo hubiera resuelto Roca, yendo por la campaña del desierto, me parece que se equivocan feo”, remató.
La Gobernadora viene advirtiendo desde hace meses acerca de la explosiva situación que está amenazando a la Comarca Andina. No se refiere solo a la escalada violenta y de amenazas personales que la tiene como blanco móvil, sino también a las dificultades para encontrar soluciones en el marco institucional.
En el foro “Consenso Bariloche”, que se realizó en agosto, se señaló la responsabilidad de las autoridades del INAI ( Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) y de la dirección de Parques Nacionales en el conflicto. Ninguno de los representantes de estos institutos aceptó participar del debate al que fueron convocados en orden a encontrar alguna salida a la tensa situación que se vive en la región.
“Lamentablemente, mientras en Chile el Estado condena a estos delincuentes, autoridades nacionales exigen al vecino país la liberación de quienes no reconocen al Estado argentino, contra el cual atentan de manera permanente. Es llamativo como un sector del gobierno apoya y ampara a simuladores de una causa que solo sirve para enmascarar los verdaderos intereses delictivos de algunos inadaptados”, sostiene el comunicado que en las últimas horas dio a conocer la mesa de Consenso que integran organizaciones civiles, clubes de montaña y agrupaciones vecinales de la zona.
Mientras estos debates se libran en los medios de comunicación, dejando a la intemperie las terribles dificultades que tiene el oficialismo para ajustar sus desacuerdos internos en relación a temas tan sensibles, se conoce la noticia de la llegada de decenas de efectivos de la gendarmería nacional a Bariloche y El Bolsón.
El Ministro de Seguridad de la Nación, no obstante, asegura que el refuerzo aportado esta semana es un gesto “solidario” ya que la seguridad interna de la provincia es competencia de la gobernadora, a quien según el ministro “le tocan responsabilidades que no está cumpliendo”. Todo muy confuso. Mucho chamuyo.
Los denodados esfuerzos por forzar alineamientos en torno a un determinado conflicto suman desconcierto y dejan a la vista la inconsistencia ideológica e irracionalidad con la que se disponen medidas y hacen declaraciones. O lo que es aún más preocupante, la irreparable fractura expuesta que afecta al oficialismo.
El Gobierno pretende que después de los resultados de octubre la oposición se sume a una mesa de acuerdos básicos cuando no logran saldar sus insondables diferencias internas.
En este escenario de contradicciones y desencuentros adquiere dramática relevancia la pregunta que los funcionarios reciben en relación a todas y cada una de las cuestiones que intentan presentar: ¿Qué piensa de esto Cristina? ¿Cuál es la posición de CFK?
A tres semanas de las elecciones, la preocupación es quién gobernará el país y cuál será el rumbo cualquiera sea el resultado electoral. Un tema que quita el sueño.
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