¿Y si dejáramos de correr para cubrir el programa y pusiéramos el foco en mejorar la calidad del aprendizaje?

Se necesita de estrategias didáctico-pedagógicas que pongan al alumno en el centro de la escena

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Las propuestas pedagógicas deben contemplar
Las propuestas pedagógicas deben contemplar a todos los alumnos

Con el cierre del año lectivo a la vuelta de la esquina, se comienza a hablar de evaluaciones e instancias de recuperación. Más que en correr por cubrir los contenidos el foco debe estar en ayudar a los alumnos a aprender.

En el marco de una pandemia en donde muchos alumnos vuelven al aula con disparidad de saberes, y con muchos menos contenidos consolidados, vamos a necesitar acelerar los procesos de aprendizaje. Sin embargo, esto no significa solamente recortar y priorizar contenidos; lo que buscamos es que los chicos puedan desarrollar la capacidad de hacer algo con ese contenido, y para eso se necesita de estrategias didáctico-pedagógicas que pongan al alumno en el centro de la escena, trabajando en proyectos interdisciplinarios que sean significativos y relevantes, resolviendo problemas y trabajando de manera interdependiente. No, no se trata de memorizar y repetir.

Aprender significa incorporar el contenido pero poder evocarlo cuando se lo necesite. Estudiar de memoria sirve para aprobar, pero no para aprender.

Ya sabemos que cuando el alumno debe realizar una tarea creativa aumenta el número de conexiones sinérgicas y aumenta el desempeño cognitivo. Por eso, es mucho más efectivo invitar a los alumnos a resolver situaciones por ellos que dárselas en bandeja. Aprendemos más cuando podemos interactuar con el contenido. Para aprender debemos estar activos cognitivamente.

Cuando aprendemos, mensajes químicos viajan de una neurona a otra, una y otra vez. El cerebro comienza a crear conexiones que generan circuitos entre las neuronas. Estos circuitos hacen que las cosas nos salgan cada vez mejor, y las recordemos más. Pensemos en la primera vez que manejaste, por ejemplo. Mirabas para todos lados, pensabas en qué pie utilizar, qué cambio poner. Tenías que pensar en cada movimiento tuyo, en la calle y en los otros autos, todo junto y al mismo momento. Las neuronas mandaban los mensajes una y otra vez, hasta que se creó un circuito, una especie de camino en el cerebro. Hoy, manejás y lo hacés de manera automática, porque las neuronas crearon un circuito neural. Estos circuitos son los que hacen que recordemos. Por eso, repetir y trabajar interdisciplinariamente hace que la información llegue de maneras diferentes al cerebro de nuestros alumnos y aprendan. Cuantos más circuitos hagan, más aprenden. Y para esto, claro, se necesita tiempo.

Para que los alumnos recuerden, necesitamos hacer que repitan, pero que repitan de maneras diferentes y en sus propias palabras, no de memoria: contárselo a un compañero, explicarlo en sus palabras, dibujarlo, hacer una línea de tiempo, escribir en un blog, una dramatización, grabar un podcast, trabajar con organizadores gráficos, etc… Es decir, para que aprendan, no alcanza con que estudien, rindan y aprueben, si se olvidan todo a los pocos días.

Pensar y aprender: un binomio indisoluble

El pensamiento es el bien más importante que puede desarrollar un alumno. Es lo que le va a permitir adaptarse a un mundo en constante cambio. ¿Cómo hace una persona para insertarse en un mundo laboral tan diferente al que conocemos todos hoy si no puede pensar, crear, resolver? Ser conscientes de que los alumnos deban pensar de manera crítica, creativa, científica, que puedan desafiar nuevas inteligencias, no significa que puedan hacerlo. Debemos brindarles las herramientas para desarrollar las habilidades necesarias. Estas herramientas van desde rutinas y destrezas de pensamiento, pasando por resolver problemas, desarrollar hábitos como alentarlos a justificar sus respuestas, entre muchas otras. También debemos ser conscientes de las limitaciones de estos recursos: que un alumno complete una destreza de pensamiento escribiendo lo primero que se le ocurre, no va a generar un pensamiento más profundo. Y ahí, el docente es clave. Cuando el docente posee el conocimiento, las habilidades y el deseo, puede brindarles a los alumnos las oportunidades para pensar.

Es decir, necesitamos que puedan tener un repertorio de habilidades que les permitan analizar, contrastar, inferir, observar, cuestionarse, sacar sus propias conclusiones, etc., y que sepan dónde y cuándo hacerlo. Las normas que gobiernan el mundo laboral han cambiado. Para sobresalir en el mundo de hoy no alcanza, ni sirve, memorizar información. Se necesita estar alineado con las necesidades de un mundo laboral complejo que va a necesitar de personas pensantes y con habilidades digitales. La alfabetización digital ya no es opcional.

En esta cruzada educativa, no podemos dejar a las familias afuera. Es imperioso que la educación de nuestros hijos sea una prioridad, y que como familia podamos involucrarnos. Cuando hablamos de familias involucradas nos referimos a cualquier actividad que realiza un padre, madre o tutor para ayudar a sus hijos a aprender y a transitar la etapa escolar con éxito. Esto incluye motivar, inspirar o ayudar a los chicos a avanzar a través del desarrollo de habilidades, como el manejo del tiempo, el aprender a priorizar, a planificar, a hacerse responsable, a mostrar compromiso, entre otras. Sin la inspiración y el apoyo familiar, resulta muy difícil, a veces, transitar la vida escolar. La autonomía, la auto disciplina, las ganas de aprender, y el poder auto gestionar los aprendizajes son habilidades esenciales en este nuevo escenario. Ya lo vimos en estos últimos meses: aquellos alumnos que pudieron desarrollar cierta autonomía, compromiso y responsabilidad, respondieron mejor que aquellos alumnos que eran muy dependientes del docente. Para ellos, y para quienes no logren avanzar por cualquier circunstancia en sus trayectorias académicas, las tutorías personalizadas serán de gran ayuda, y serán muy necesarias. Las propuestas pedagógicas deben contemplar a todos los alumnos -no a algunos- en lo que refiere a sus tiempos y maneras de aprender.

Hoy más que nunca debemos pensar en una nueva educación. Con alumnos que en cuarto grado no pueden leer ni escribir, la tragedia de la educación nos interpela. Debemos revisar esos contenidos priorizados, trabajar el concepto de las varias instancias de recuperación que propone el gobierno, para optimizar y maximizar esos momentos, sin dejar de lado el valor del esfuerzo y las ansias de superación, sin los cuales, estaremos alejando a los chicos de sus mejores oportunidades laborales, académicas, sociales o profesionales.

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