La espera tensa de la piña

El 76 aniversario de Los Mellizos. El Peronismo y el Antiperonismo. Los dos que estancaron la historia

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Festejos por el Día de
Festejos por el Día de la Lealtad peronista en la Plaza de Mayo

El ladrillo contra el espejo

El inoportuno 17 de Octubre cayó como un ladrillo lanzado contra el espejo. Para expandir la multiplicidad de fragmentos contradictorios del peronismo. Arrancó La Doctora, de local, el sábado en la ESMA. Ante la fácil militancia de su Agencia de Colocaciones La Cámpora. Aquí La Doctora se permitió la licencia de pontificar sobre el peronismo. Presentarlo, incluso, como una superación. Señal ostensible del retroceso. La dama recurre al escudo de la identidad peronista que suele descartar durante los avances. Continuó el domingo con la marginalidad de Plaza de Mayo. Es donde salieron a relucir los “recortes para el gato” que contiene el concepto “todos”. Los marginales fueron centrales como antes, paulatinamente utilizados en su momento. Pero hoy se encuentran en desuso. Aprovecharon la circunstancia para exhibirse y creer que se dirigían a la militancia masiva. Bastaba que los enfocara la televisión. Concluyó el lunes con el desfile de los sindicalistas que mostraron su homogeneidad. Pero sin atreverse a avalar, siquiera, a un orador. Majestuosa parada sin palabras pero con la gastada dactilografía de un documento expresivo. Para ser desglosado por peronólogos de base.

El 17 de Octubre más inoportuno de la historia sorprende al peronismo que no sabe qué hacer con el poder. Mantiene un presidente debilitado en el país presidencialista. Carece de un real ministro de economía en terribles momentos de angustias económicas. Y ni siquiera tiene un discurso que al menos atenúe el rigor explicativo de la catástrofe. Y que se esmere en evitar la piña que inexorablemente se viene. Se anuncia y, en el fondo, acaso se espera. El cóctel es pesado e indigesto. Pero se completa con una sucesión inexplicable de logros adversos. Patologías que la sabiduría popular simplifica con la imagen del gol en contra. Después de la humillación transcurrida durante las “primarias simultáneas y obligatorias”, los multiplicados fragmentos del peronismo se preparan para el trago espeso de cicuta de la segunda ronda. Trasciende, a propósito, que La Doctora, la que debiera conducir, se encuentra resignada. Atormentada porque el escenario de la derrota es irreversible.

Cristina Kirchner, en el Encuentro
Cristina Kirchner, en el Encuentro Nacional de Jóvenes de La Cámpora

Los buscapinas de Wall Street

“No quieren ganar. Lo que estos b… quieren es tener razón. Van por un triunfo testimonial”. Lo confirma un peronista aniquilado por su pensamiento racional. Por los goles convertidos por el presidente y por un ministro. O por los producidos en la movilización del domingo, que derivó en un acto de campaña del adversario. Para volver a ganar, el adversario apenas debe quedarse quieto. Dejar solos a los peronistas para que continúen sus atrocidades. Las maldiciones hacia el Fondo Monetario Internacional contrastaron con el mensaje que el ministro Guzmán, El Chapito, junto al Premier Manzur, El Menemcito, transmitieron a los buscapinas de Wall Street. Durante tres horas, Manzur -el transitorio hombre fuerte del gobierno de La Doctora que preside Alberto, El Poeta Impopular- disertó ante los buscapinas en representación del Estado y del peronismo. En su perfecto español del Tucumán, Manzur aseguraba que Argentina iba a pagar sus deudas. Que el país se disponía a acordar con el FMI, con el apoyo total de la oposición. Entre los interlocutores, representantes de Fondos de Inversión, había argentinos -algún venezolano, acaso un chileno- que conocen demasiado la problemática del país como para adquirir el verso. Estados Unidos aportaba apenas la escenografía que podía percibirse más allá de la puerta de entrada o salida del consulado argentino en Nueva York. El Menemcito invitaba a Los Buscapinas de Wall Street a continuar la conversación antes de fin de año en Buenos Aires, y les comunicó la primicia que lo entusiasmaba. Contó que el 11 de noviembre el sindicalismo se iba a reunificar y también apoyaría el acuerdo. El pobre hablaba sin sospechar las duras apreciaciones que los marginales iban a difundir dos días después. En el amontonamiento de Plaza de Mayo presentado como acto popular por el 76 aniversario del nacimiento de Los Mellizos que congelaron simultáneamente la historia. El Peronismo y el Antiperonismo. Nada es uno sin el otro.

Juan Manzur y Martín Guzmán
Juan Manzur y Martín Guzmán en Nueva York

La Moncloa imposible de barrio

Salga como salga la elección del 14 de noviembre, la piña se la van a pegar igual. Aunque probablemente nunca se registre, la piña anunciada es inapelable. Los más optimistas la esperan para el verano. La señora Gabriela Cerruti, La Portaparole, no está en condiciones de confirmar o desmentir la piña tensa que se viene. Pero tampoco puede negarla. Y menos puede evitar que Morales Solá aluda a la necesidad del presidente de encontrar otro expiatorio Remes Lenicov. O menoscabar la relativa conveniencia de convocar a la Asamblea Legislativa, de la que se habla hasta en televisión.”¡Eso nunca! -reacciona el peronista soberbio- Si hay Asamblea Legislativa no volvemos más al gobierno”. O que se instale la construcción de una nueva mayoría en un acuerdo de la oposición con los reductos del peronismo perdonable que coincidan en la algarabía de dejar afuera al “kirchnerismo duro”. Como si ese kirchnerismo duro existiera. Fenómeno político y recaudatorio, el kirchnerismo cesó con Néstor Kirchner, El Furia. Lo que se pretende “dejar afuera” hoy es el “doctorismo”. Junto al Frepasito Tardío que incluye a su máxima creación. La Agencia de Colocaciones.

Acaso para evitar la piña (que se viene y tal vez no exista) Sergio Massa, El Conductor, se anticipó a convocar, para después de la fatídica frontera del 14 de noviembre, a un acuerdo amplio con la oposición y con los empresarios, a partir de las “políticas de estado” que se coincidan. Lo propuso con la anuencia de La Doctora y de la Agencia La Cámpora, y con la conformidad del desconfiado presidente de decoración. La invención de la imposible Moncloa de barrio mantiene un fuerte optimismo generacional que se exhibe como punto de partida. “Acordar políticas de estado es una obligación de los criados y educados en democracia”. Septuagenarios abstenerse. La dulzura enaltece a los oídos, es de difícil proyección y desarrollo problemático.Pero mantiene el rigor libertino de arrojar margaritas a los chanchos.

El presidente de decoración, en el país presidencialista, perdió infortunadamente el respeto.”La causa perdida de rescatarlo” deriva en el origen de las alternativas demenciales que se consumen con liviandad en el mercado. Sin instituciones fuertes y sin deseos de acordar un pepino. En medio del festival de la inflación y de la desconfianza, entre el temor al desabastecimiento y la bronca contenida, y con el marco caótico del verano. La espera tensa de la piña deja de ser una figura retórica. ”Salga como salga el 14, la piña, Rocamora, es inevitable”.

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