Al invertir en mercados bursátiles, la volatilidad es completamente normal y debemos aprender a convivir con ello. Mientras que el riesgo está relacionado con una pérdida de capital de forma permanente, la volatilidad refiere a cuánto fluctúa el precio de un activo en el corto plazo y ambos deben ser tenidos en cuenta. Siempre habrá ruidos en el mercado, en las últimas semanas fue la aprobación del gasto en EEUU, la inflación, los indicadores macro y la deuda de la compañía constructora china Evergrande. Ningún activo sube de precio de forma prolija y lineal en el tiempo, pero sabemos que en el largo plazo la tendencia es de crecimiento.
Recordemos que una de las principales ventajas de invertir en bonos y acciones es la liquidez que ofrecen, a diferencia, por ejemplo, de las inversiones en propiedades. El hecho de poder entrar y salir con facilidad (que en sí es una ventaja) hace que siempre tengamos un precio de referencia del activo en cuestión y eso deja en evidencia los vaivenes del mercado. Imaginemos si tuviésemos un tasador de nuestra propiedad minuto a minuto, la volatilidad en el precio sería bastante mayor de la que percibimos.
El primer paso es entender que la volatilidad es inevitable y es el precio que debemos pagar por obtener retornos superiores en nuestro portafolio de inversión en el largo plazo. Pero tenemos que saber que no todas las inversiones tienen la misma volatilidad ni conllevan los mismos riesgos.
La volatilidad es inevitable y es el precio que debemos pagar por obtener retornos superiores en nuestro portafolio de inversión en el largo plazo
Invertir en acciones suele estar relacionado con un perfil de inversor arriesgado, mientras que los bonos en general son recomendables para perfiles más conservadores. Los bonos, especialmente los de elevada calificación crediticia, son títulos de deuda de empresas o estados y sus precios fluctúan muchísimo menos. Hasta sirven como refugio de valor cuando hay mucho ruido en los mercados y se da el famoso vuelo a la calidad (“fly to quality”).
En el mundo de las inversiones bursátiles, tenemos un abanico enorme de activos. Desde el instrumento más conservador por excelencia que son los bonos del tesoro americano con riesgo de default teórico de “cero” (porque el estado americano siempre puede imprimir más dólares para hacer frente a sus deudas), hasta instrumentos derivados para inversores ultra agresivos. Lo más importante en el proceso de inversión es determinar qué tipo de inversor somos, qué riesgos estamos dispuestos a correr y cuánta volatilidad asumiríamos para que cuando los mercados pasen por turbulencias, nada nos tome por sorpresa.
Plan de precios y riesgos
Para los perfiles arriesgados entonces sí es conveniente tener un plan para manejar la volatilidad y los riesgos. ¿Qué formas hay de lograrlo?
1. La primera forma es simple, reduciéndolos. Si la inversión nos incomoda o nos preocupa entonces no es para nosotros. ¿Cómo lo hago? Moviendo mi perfil de riesgo a uno más conservador y el camino es aumentar mi ponderación de la cartera de renta fija. Obviamente la contracara de esto es que en el largo plazo estoy resignando retornos. Pero lo principal al tener una inversión es poder dormir tranquilo, y si esta es la forma de lograrlo, entonces habrá que ir por este camino.
2. Dejando un porcentaje de efectivo en mi cartera para poder aprovechar momentos de corrección o caídas fuertes de mercado. Un dato interesante que debemos considerar es que en promedio los mercados tienen una corrección cada año/año y medio. La corrección refiere a caídas de los principales índices de entre un 10% y 20%. Tener una reserva de efectivo nos puede dar la tranquilidad de que en caso de que el mercado presente fuertes caídas generalizadas, tengo los medios para poder salir a comprar y aprovechar oportunidades o simplemente para promediar precios de compra a lo largo del tiempo y evitar la compra en techos.
En promedio los mercados tienen una corrección cada año/año y medio
3. Diversificando. Es el método más simple y a la vez más efectivo. Nos sirve no sólo para reducir volatilidad sino también nos permite prepararnos para mitigar los riesgos imposibles de prever. Lo importante no es tratar de ganar con todas las posiciones, sino que el promedio nos arroje un resultado positivo. Este año, por ejemplo, los dos sectores que más subieron fueron el de energía y los bancos. Si recordamos en abril del 2020 cuando tuvimos precios negativos del barril, esta recuperación era impensada. Algo parecido ocurrió el año pasado con la pandemia y el boom de las Fintech que parecía que desplazarían a los bancos para siempre. Evidentemente, aunque esa pueda ser la tendencia de largo plazo, aún estamos lejos de que ocurra.
En el siguiente recuadro, que va del 1999 al 2021 como los sectores “ganadores” siempre fueron rotando año a año. Duden de aquellos que afirman que pueden prever sistemáticamente esta rotación de sectores, es algo imposible.
Otras alternativas
Existen otras formas de manejo de volatilidad como operar con stop loss, que significa que vendemos la acción si cae por debajo de cierto precio preestablecido, o utilizar coberturas (hedge). Hay varias formas de cubrirse, la más común para el inversor minorista es la compra de puts. Esto implica pagar una prima para poder vender una acción a un precio fijo y conveniente en caso de que caiga el mercado.
Un puts implica pagar una prima para poder vender una acción a un precio fijo y conveniente en caso de que caiga el mercado
La otra forma es con la compra de ETFs inversos o con la venta de ETFs que se beneficien con bajas de los índices y compensen los movimientos de la cartera. No estoy a favor de ninguna de estas dos opciones cuando invertimos con un enfoque de largo plazo. Es muy probable que el stop, ante correcciones normales de mercado, nos deje afuera de compañías con buenos fundamentos de largo.
Y con respecto a la cobertura, no hay que perder de vista que todo riesgo que queramos cubrir y que no se dé, nos va a generar un costo que va a erosionar las ganancias en el tiempo. Para que nos sirva, deberíamos tener la capacidad de hacerle “timing” al mercado y esto es lo que hay que evitar. ¿Por qué? Porque para lograrlo debería poder elegir correctamente no sólo el momento para salir, sino también tener la capacidad de volver a entrar sin perderme la subida. Y las chances de acertar dos veces no son tan favorables.
En este gráfico se puede ver la importancia de quedarse invertido y de por qué mantenerse en efectivo por mucho tiempo tiene un costo de oportunidad elevado:
Ya vemos que quedar fuera en los mejores días de subida de mercado puede costar muy caro.
Así como las caídas de mercado son fuertes, los rebotes también. Este gráfico muestra cuál es el resultado de la inversión de haber colocado USD 10.000 en el MSCI World Index entre enero del 1985 y diciembre del 2019 de corrido. Sin haber salido ni entrado en ningún momento del periodo de 35 años habría terminado con 201.537 dólares.
En las subsiguientes líneas muestra el resultado habiéndome perdido los mejores días de subas por querer ganarle al mercado (como consecuencia de salir y entrar). De esta forma vemos como las ganancias se erosionan de forma exponencial por el efecto del interés compuesto a lo largo del tiempo.
Es bueno tener un plan para momentos de volatilidad de mercado ya que nos va a dar la tranquilidad que necesitamos para poder continuar con nuestra estrategia
Como conclusión, es bueno tener un plan para momentos de volatilidad de mercado ya que nos va a dar la tranquilidad que necesitamos para poder continuar con nuestra estrategia, y no caer en el nerviosismo de creer que tendremos grandes pérdidas de capital irrecuperables que nos empujen a vender en los peores momentos. Mantener la calma, tratar de dejar las emociones de lado y seguir nuestra meta de largo plazo son la clave para la inversión en acciones.
SEGUIR LEYENDO: