Correr. Saltar. Volear. Pegar. Subirse. Mirar. Gritar. Mejorar. Doblar. Bajar. Golpear. Sacar. Pelotear. El tenis propone muchos verbos pero, por sobre todo, un deporte que no tiene tanto que ver con los resultados como con lo que se juega mientras se juega: felicidad.
El efecto Nadia Podoroska que regresó el tenis femenino a las grandes ligas, el aumento de mujeres que practican deportes con el boom del fútbol femenino, la legión de runners y las que vuelven a encontrarse a practicar handball, volley o básquet y el efecto pandemia (que permitió jugar al aire libre y con distancia en canchas con poca gente) regresó al tenis a muchas señoras que lo habían practicado antes, a amigas que se juntan a divertirse y a chicas que comienzan a aprenderlo y se suman a las fieles de siempre.
El efecto volver al tenis o empezar a jugar que se vivió en el aislamiento (en donde el tenis fue un deporte estrella por jugarse en condiciones de mucha seguridad para no contagiarse) y la alegría por el triunfo de Nadia Podoroska en Roland Garros ya tiene un efecto concreto. Se vuelve a jugar en Argentina un torneo que marca el regreso del circuito WTA después de 34 años. Las mujeres dejan de ser historia o extranjeras o a jugar sin puntos.
En el Buenos Aires Lawn Tennis, entre el 31 de octubre y el 7 de noviembre, se va a jugar el Argentina Open femenino que va a contar con Nadia Podoroska que ocupa el lugar número 36° en el ranking mundial y es la mejor jugadora sudamericana.
El fútbol femenino jugó a dos puntas: la profesionalización y fútbol 5 entre amigas. En el tenis pasa lo mismo. Hay 3500 canchas –en la Ciudad de Buenos Aires hacen falta y la demolición de muchas canchas para hacer edificios generan falta de espacios libres y se requiere crear más polideportivos y clubes con acceso libre o accesible- y dos millones de personas que juegan, aunque, post cuarentena, es un deporte que sale airoso y con muchas mujeres que retoman y otras que empiezan.
Pero para incentivar la profesionalización y también el juego por diversión hace falta que las mujeres lleguen a más lugares de decisión y que le abran la cancha a más chicas, adolescentes y señoras (que, además, no quieren llamarse veteranas que parece más un agravio que un convite a la competencia) como pregona, desde su twitter, la periodista y jugadora interclubes Mariana Carbajal.
En 100 años de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) hubo 20 presidentes y ninguna presidenta. La Comisión Directiva tiene 25 integrantes y apenas 4 mujeres (16%). En todo el país hay 28 federaciones y solo 2 presidentas: Rossana Ferretti, de la Asociación Salteña de Tenis y Verónica Capetta, titular de la Federación Chaqueña de Tenis.
Además, de 138 clubes afiliados a la AAT son muy pocas las dirigentas. Algunas buenas excepciones (en donde hay mujeres en los cargos de presidenta o vice) se dan en el club náutico El Timón, el Belgrano Social, el Harrods Gath & Chaves, el Tenis Club Argentino, el Circulo de la Policía Federal, el Club Deportivo San Andrés, el Club Belgrano social y la Asociación de Deportes Racionales. Pero apenas son 4 clubes y no se llega al 10% de mujeres al frente de clubes de tenis.
Analía Obarrio de Aguirre fue la primera número uno según el primer ranking oficial establecido en 1929 en base a un proyecto del Buenos Aires Lawn Tennis Club. El mundo ha cambiado completamente en casi un siglo, pero todavía falta mucho, que el tenis se juegue como juegan las mujeres para darle más lugar a que ellas aprendan, compitan y entrenen.
Lo más llamativo es que hay que abrirle paso al tenis femenino cuando, en realidad, el tenis comenzó como un deporte de damas. “Es un deporte que nace catalogado para mujeres. Era una práctica que nace en Francia, en medio de la tertulia, era muy afín a que jueguen varones y mujeres y no exacerbaba la virilidad”, relata la ex jugadora Alejandra Castiñeira de Dios, abogada y consultora en Organizaciones Deportivas con enfoque en géneros.
“Incluso cuando Guillermo Vilas empezó a jugar lo tildaban de maricón, él lo cuenta en una nota en El Gráfico”, destaca Alejandra, que también es directora de Relaciones Institucionales de la Asociación Argentina de Tenis. “A pesar del inicio femenino hoy hemos perdido mucho terreno y nos cuesta tanto recuperarlo”, lamenta Alejandra que se formó en género y deporte con la Fundación Mujeres en Igualdad y Monique Altschul.
“Las mujeres históricamente juegan al tenis, hay una enorme cantidad que participan, tanto chicas como grandes. Pero en la dirigencia cuesta más. En las conformaciones de las direcciones de los clubes somos pocas. Es cuestión de animarse y tener tiempo para dedicar. Yo lo hago por mejorar el deporte y estar en algo que me apasiono toda la vida”, describe la tenista Florencia Labat que representó a Argentina en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000.
Alicia Morea es la Vicepresidenta Primera del Comité Olímpico y enfatiza: “Hay que darles igualdad de oportunidades a las jóvenes. Pero hay mujeres super valiosas que no las conoce nadie y no tienen oportunidad de desarrollarse. Por eso, hay que abrirles la puerta, apoyarlas y después largarlas solas”.
Ella también destaca: “Desde el Comité Olímpico Internacional hay una presión muy fuerte hacia los socios para que la mujer ocupe cargos directivos y de toma de decisiones. Ellos proponen por lo menos un 30 por ciento en todos los cargos directivos y en entrenadoras. Pero, a partir de París 2024 tiene que haber paridad”.
En ese sentido, el tenis avanza, pero lento y la paridad está lejos. Sin embargo, el machismo no puede seguir ganando. “Hay un nuevo documento que saco el Comité Olímpico Internacional que exige paridad en la parte dirigencial, de gestión y deportiva y, especialmente, en la mesa deportiva y piden igualdad de salarios, igualdad de premios e igualdad de exposición en la prensa. No puede ser que los hombres tienen televisión y las mujeres quedan relegadas”, objeta Alicia Morea.
Por su parte, Florencia Molinero, ex tenista profesional, integrante del Consejo Directivo de la Asociación Argentina de Tenis y Secretaria de deportes Provincia de Santa Fe contextualiza la importancia de Nadia Podoroska para el impulso del tenis femenino: “Nadia es una gran motivadora de futuras tenistas, es un ejemplo a seguir”.
El ejemplo no es solo en polvo de ladrillo, sino en las políticas públicas para que más chicas puedan jugar al tenis y para que, las que ya juegan, puedan competir profesionalmente. “Desde el lado de la gestión hay que generar políticas deportivas para que haya igualdad de oportunidades y paridad para que las mujeres y los varones tengamos oportunidades para practicar deportes. Y es importante que tengan acceso las niñas”.
Conseguir una cancha que necesita espacio, alquilarla o pagar una clase, comprar una raqueta y tener zapatillas y un buen equipo a veces parece un presupuesto y una infraestructura difícil de conseguir o de democratizar. Pero las nenas, al menos, pueden probar si les gusta el deporte, antes de descartar el placer de pelotear.
“Una niña de 6 años puede jugar al tenis en la calle”, destaca Florencia Molinero. Y apunta: “El formato de enseñanza moderno, con el que aprendí a jugar yo, cuenta con tres colores: rojo, naranja y verde, que son los colores de la evolución deportiva. Se puede empezar a jugar en un playón deportivo o en una calle y con canchas más chiquitas adaptadas. En el naranja se agranda la cancha pero seguimos estando en un playón y en el verde necesitas una cancha, pero hasta ese momento las niñas pueden jugar en un playón deportivo. Se puede sacar al tenis de la elite y, también, generar buenas ideas con las mujeres grandes”.
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