Además de significar un nuevo paso hacia la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, el establecimiento del Juicio por Jurados -facultad delegada a las provincias, cuyo primer proyecto local data de 1999- ayuda a subsanar la distancia que se percibe por parte de la sociedad con respecto a jueces, normas y ámbito judicial en general, a partir de la participación concreta, activa y objetiva de ciudadanos de a pie en la impartición de justicia.
Hay varios informes que se manifiestan en este sentido. En Córdoba, se constató que la percepción que tenían aquellas personas que participaron como jurados de la justicia penal y de los funcionarios judiciales mejoró notablemente luego de haber ejercido la función. En Neuquén, tras la realización de los primeros diez juicios, quienes participaron se sintieron orgullosos y también mejoraron la imagen que tenían sobre el sistema de jurados y de los tribunales. En el caso de la provincia de Buenos Aires, luego de un juicio realizado en la localidad de Junín, los jurados manifestaron que su mirada sobre la justicia penal se había modificado de forma positiva.
En total, ya son 10 las provincias (incluida la Ciudad de Buenos Aires) en las que los ciudadanos tienen la responsabilidad de dar el veredicto de culpabilidad o no culpabilidad. A nivel internacional, el Juicio por Jurados tiene una larga tradición y está instaurado en diversos países como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Canadá, Australia, España y Puerto Rico, entre otros.
En el sistema clásico adoptado por la Ciudad, el jurado estará compuesto por ciudadanos dirigidos por un juez profesional, que llevará adelante el juicio y decidirá sobre la pena aplicable, pero no así sobre la culpabilidad, pruebas y hechos que se imputen, que corresponderá a los ciudadanos. El jurado deberá decidir si el imputado es culpable, no culpable, o no culpable por razones de inimputabilidad. Si el jurado no llega a una decisión unánime en un tiempo racional, el juez podrá convocar a un nuevo juicio. En este sentido, estudios internacionales han demostrado que el jurado difícilmente se estanca. La decisión de no culpabilidad es irrecurrible por el acusador.
El Poder Judicial, que resulta a priori el menos democráticamente representativo de los tres poderes del Estado, consolida con el Juicio por Jurados una herramienta expansora de la diversidad, a partir de la designación variada de ciudadanos de todo tipo de extracción social, ideología política, tendencia religiosa, origen racial, lugar de procedencia o pertenencia de género.
Y por su funcionamiento, es un sistema que ha demostrado ser muy respetuoso de los derechos y garantías que rigen el proceso penal, toda vez que el establecimiento de jurados, por sus características de oralidad y publicidad, les aporta transparencia a las decisiones judiciales, haciéndolas más accesibles para la ciudadanía.
Así, a través del establecimiento del Juicio por Jurados, la Justicia porteña continúa avanzando en un sistema cada vez más transparente, moderno y, principalmente, cercano a los vecinos.
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